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Una historia de amor que solo se puede ver una vez: Expiación, deseo y pecado

Spoilers

Cuando vi que uno de los desafíos de Peliplat de este mes era “Parejas icónicas”, se me vinieron muchas ideas a la cabeza. Podría haber escrito sobre Elizabeth y el señor Darcy, posiblemente la pareja más emblemática de la pantalla de todos los tiempos. O podría haber escrito sobre Sam y Frodo, cuya devoción y subtexto homoerótico inspiran a los creadores hasta el día de hoy. Pero, ¿a quién quería engañar? Al final solo había una pareja sobre la que podía escribir: Robbie y Cecilia de Expiación, deseo y pecado.

Cuando digo que Expiación, deseo y pecado es una historia de amor que sólo se puede ver una vez, lo digo en serio. A pesar de ser una de mis tres películas favoritas (si no mi película favorita), solo la he visto una vez. ¿Por qué? Porque me rompió tanto el corazón a los 17 años que seguí llorando durante semanas después de verla. Algo de eso puede atribuirse a la angustia adolescente, por supuesto, pero no todo.

Sorprendentemente, los protagonistas de esta película no son ni Robbie ni Cecilia. En cambio, es la hermana de Cecilia, Briony, quien cuenta lo que sucede después de que ella acusara falsamente a Robbie de ser un violador cuando era niña. Tal vez fueron sus celos infantiles, al ver que su amor platónico, Robbie, dormía con Cecilia en la biblioteca, o tal vez se sintió ofendida porque un pobre jardinero tocaba a su hermana de la alta sociedad. Más allá de sus motivos, Robbie terminó en la cárcel y luego lo enviaron a la Segunda Guerra Mundial. Cecilia, completamente enamorada de él, cortó los lazos con su familia por el incidente y se convirtió en enfermera, quizá para tratar de reunirse con su amado.

Antes de que sus vidas cambiaran para siempre.

No voy a decir qué sucede después. El dolor del final es mucho más dulce cuando no lo ves venir. Es mejor de esa forma: no importa cuántas veces haya intentado volver a ver la película, en menos de 10 minutos me pongo a llorar. No, en lugar de spoilear la película, quiero hablar del impacto que tuvo en mí, no al hacerme llorar, sino al cambiar fundamentalmente la forma en la que veo al amor.

Porque si algo me enseñó Expiación, deseo y pecado es que, a veces, el amor no es suficiente.

En una de las escenas más emblemáticas de la película, Robbie y Cecilia rompen una de las preciadas reliquias de la familia de Cecilia: un jarrón. Una parte cae a una fuente, y Cecilia se saca la ropa y se lanza para recuperarlo. Si bien muchos se centran en la atmósfera erótica de la escena, el significado más profundo es lo que siempre me afectó más. Cuando Cecilia lleva el jarrón a arreglar, no podemos evitar recordar que algo una vez roto nunca vuelve a ser lo mismo. El amor de Robbie y Cecilia, como todo amor, no es diferente. Una vez que se rompe, no puede volver a ser lo que era.

Lo mejor de los romances históricos es que casi cualquier cosa puede tener una carga increíblemente sexual.

Todos tenemos una relación fallida que nos destrozó cuando terminó. No tiene por qué ser romántico, puede ser hasta platónico. Lo único que importa es que hubo amor, y el amor inevitablemente termina en tragedia. Quizás se separaron por fuerzas externas como Robbie y Cecilia. Quizás la persona que amabas murió. O tal vez las cosas simplemente no funcionaron y la relación terminó. No importa la causa, nunca podremos volver a la relación que teníamos antes de la ruptura.

Sin embargo, incluso peor que el final de la relación es que el amor en la mayoría de los casos continúa. Ese amor, sin ningún lugar adonde ir, duele. Duele especialmente porque desde pequeños nos enseñan que el amor verdadero lo conquista todo. A medida que crecemos y enfrentamos las dificultades del mundo, nos aferramos a esa idea para darnos sólo una pizca de esperanza. Sin embargo, Expiación, deseo y pecado nos obliga a afrontar la realidad de que el amor no siempre es suficiente. El amor inevitablemente significa dolor, porque dura más que la relación misma.

Pero eso no tiene por qué ser algo malo.

La cuestión es que, si bien Expiación, deseo y pecado definitivamente muestra cuán irremediable es el amor, también muestra cuán fuerte puede ser. Claro, el amor que persiste después de una relación duele al principio, pero años después, cuando el dolor no es tan reciente, y ves o escuchas algo que te recuerda a ese alguien, inevitablemente, una sonrisa aparece en tu rostro. Esos momentos agridulces son la razón por la que la gente dice “es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca”.

Esta película me permitió experimentar la fragilidad de las relaciones sin dolor personal. Gracias a eso, estoy más en paz con el inevitable fin de mis relaciones. Todavía no es fácil, pero proporciona una trágica sensación de esperanza. La historia de Robbie y Cecilia es mucho más humana e identificable que la mayoría porque no tiene un final feliz. En la vida real, el amor es débil e imperfecto. ¿Pero sabes que? No importa. Porque el amor persiste de todos modos, y una vez que logramos ver la belleza de eso, podemos finalmente sonreír ante las cicatrices que nos quedan.

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