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"Jason Bourne": la nostalgia excesiva

Aunque no puede trascenderse a sí misma, Jason Bourne sigue siendo una pieza sólida de cine comercial. Vivimos en una época en la que la nostalgia está destinada a consumirse en exceso. La gente suele criticar ferozmente todo aquello que existe, pero después anhelan nostálgicamente el pasado. Los empresarios, quienes tienen ojos de lince, se apoderan de esta tendencia psicológica, levantando de inmediato la bandera del resurgimiento y pintando visiones gloriosas mientras reúnen a los nuevos y viejos fanáticos de todos los rincones del mundo. Muchos se burlan de este comportamiento y la historia nos enseñó que estas son las palabras dulces que usan los comerciantes para embellecer sus acciones.

Sin embargo, hay un sentimiento completamente diferente en nuestros corazones: queremos que reviva la bondad que solo existe en nuestra memoria y que los héroes invencibles sigan con sus aventuras emocionantes y alocadas. Incluso si la pasión juvenil se desvanece o si la historia es mala, miramos para otro lado por el bien de la nostalgia.

Con Jason Bourne tengo este tipo de conflicto. Después de la tan elogiada trilogía, El legado Bourne, que se estrenó en 2012 y La supremacía de Bourne de 2004, que se completaron gracias al amigo del autor original de la serie, Robert Ludlum, se enfrentaron con obstáculos críticos. Aunque haber presentado una historia desde una perspectiva diferente y paralela a la tercera entrega fue una decisión muy inteligente y sabia, lamentablemente, esta historia no tuvo la caracterización profunda ni la tensión de sus predecesoras; en el mejor de los casos, la podríamos calificar como una historia mediocre.

Incluso, las críticas malas de la gente hicieron que volviera el director de la trilogía, Paul Greengrass y el actor principal, Matt Damon. Creo que hicieron esta jugada más que nada porque no querían que su marca se deteriorara en manos ajenas, en vez de intentar alcanzar la gloria nuevamente. Pero, ni el regreso del equipo original facilitó la difícil tarea de agregarle contenido a la base de una historia que ya está completa o de recuperar a los espectadores desalentados. Ante este problema, Jason Bourne decidió reiniciar y situar la historia en la actualidad, incorporando los hechos relacionados con Edward Snowden como telón de fondo. En definitiva, cambiaron a todos los personajes salvo al protagonista para intentar deshacerse de la "sombra del pasado" de su creación.

¿Acaso esto significa que vamos a ver una historia completamente nueva? No, para nada. Como la secuela de una saga popular, la "nostalgia" debe y debería ser uno de los puntos fuertes principales. La manifestación tangible de esta "nostalgia" en la película son las escenas y las tramas con las que ya estamos familiarizados y que vimos de forma reiterada en la saga:

Tales repeticiones no son mecánicas en ninguna parte de la serie e, incluso, se podría decir que, en términos del escenario y la disposición de la película, ni siquiera son repetitivas. Sin embargo, una vez que el contenido conocido alcanza una densidad específica, esto cansa a los espectadores y en las plataformas de noticias y en las redes sociales más importantes se comentaría que "los estadounidenses siempre hacen lo mismo”. Este contenido nostálgico es una espada de doble filo para los creadores, ya que, por un lado, puede mantener las características y el atractivo de la saga, pero, por otro lado, también puede limitar el espacio creativo y hasta afectar la dirección y disposición de toda la historia.

Si miramos este problema solo desde la perspectiva de los creadores, podríamos crear libremente una extensión atrevida de este universo sin quedarnos en el pasado. De todas formas, e infelizmente para los creadores, la "nostalgia" es una norma inquebrantable del mercado que se usa para atraer a los espectadores, y los ingresos de la taquilla lo demuestran constantemente. Ya sea que el equipo de producción haya hecho un buen uso de esta espada de doble filo, a juzgar por las reacciones de los espectadores, podríamos decir que es imposible igualar los logros pasados.

En primer lugar, el trasfondo de la historia de "Iron Hand" y la presencia débil de la seguridad nacional y la privacidad personal como tema central se reemplazaron por la venganza del protagonista contra unos pocos antagonistas, lo cual hizo que la historia parezca demasiado pequeña en escala. Y la muerte del padre del protagonista, uno de los misterios centrales, se diseñó de una forma muy apresurada. Cualquiera que esté familiarizado con este tipo de películas puede adivinar toda la historia solo con ver el primer momento retrospectivo, que hicieron que las explicaciones posteriores fueran increíblemente raras. En cuanto al desarrollo de los personajes, algo muy valorado por los creadores de la saga, si dejamos de lado a la ambiciosa y fría Heather Lee, los otros asesinos principales mantuvieron un tono constante de "soy un gran villano con una conspiración" evidenciado en el diálogo y en la expresión a lo largo de la película.

En términos generales, aunque Jason Bourne no logró estar a la altura de la trilogía, superó los estándares de las películas pochocleras comunes: la historia conecta el pasado con el futuro de una forma consciente, asegurándose de que haya giros y un cierre final. Además, la representación de la tecnología y el diseño de las escenas demostraron la dedicación y el esfuerzo del equipo.

En cuanto a las críticas negativas, no es que la película no sea excelente, sino que las expectativas del público eran demasiado altas. Lo que queremos es un éxito de taquilla genuino, detallado, con una trama bien elaborada que pueda hacernos hervir la sangre y hacernos pensar profundamente, pero con las limitaciones de la realidad, lo que finalmente vemos es una película sin sorpresas. Es difícil aceptar un contraste como este.

Cuando se estrenó La supremacía de Bourne, Matt Damon dijo en una entrevista que nunca esperó que Identidad desconocida tuviera secuelas. Por un lado, esto se debía a que la actitud del director de la primera película, Doug Liman, y de los productores, hicieron que todo el equipo luchara durante mucho tiempo. Por otro lado, "todo el equipo sentía que, si no podíamos superar la primera película, o al menos hacerla tan buena como la primera, entonces era mejor no filmarla". Me pregunto qué pensará ahora de Jason Bourne. Por mucha nostalgia que haya, ésta no puede resistir la explotación comercial repetida; por muy buena que sea la historia, llega un momento en que hay que decir adiós. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dijo en el pasado. Esta es una época en la que la "nostalgia" está destinada a consumirse en exceso.

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