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¿Por qué nos encanta asustarnos con películas de tiburones?

Spoilers

Los tiburones nos fascinan absolutamente. Y no solo los tiburones de la vida real. No, también los amamos en la pantalla y nos gustan baratos. Alerta en lo profundo, Tiburones de arena, El arrecife. Recientemente, la última extravagancia de tiburones baratos, Megalodón 2: El gran abismo, llegó a los cines. La película aceptó completamente su estado absurdamente exagerado, como se puede ver en el tráiler oscuramente gracioso. Además, Shudder produjo todo un documental sobre este mismo tema llamado Sharksploitation, que se puede ver en el servicio de transmisión de terror ahora.

Realmente, no hay otra criatura que se le acerca a la cantidad y “cualidad” de los tiburones en las películas de cine B. Pero, ¿por qué? Todo comenzó con Tiburón de 1975, que se considera la primera superproducción de verano y con todo el derecho. Steven Spielberg produjo una película de terror épica y satanizó a los tiburones como depredadores ocultos que pueden aparecer y comerte antes de que entiendes lo que está pasando. A pesar de ser una representación injusta de los tiburones, la percepción del público de ellos se moldeó en gran parte en base a la película, algo que Universal usaría para su ventaja en la promoción de Tiburón 2: “Justo cuando pensabas que era seguro volver al agua”.

Desde ese momento, los tiburones fueron considerados depredadores temidos a escala global. Eran criaturas imparables y sin alma. En Tiburón, Quint (Robert Shaw) dice lo siguiente: "Tiene ojos sin vida, de muñeca, ojos negros y quietos. Cuando se acerca a uno se diría que no tiene vida". Con los depredadores terrestres, puedes, posiblemente, protegerte de ellos ya que por lo general puedes verlos venir. Pero no puedes ver a un tiburón en el agua (tal vez puedas ver una aleta si tienes suerte), ahí te encuentras en tu estado más vulnerable, un aperitivo en bikini. Tres secuelas después y el Tiburón no tenía dientes. A la fascinación con los tiburones le faltaba el miedo irracional a ellos.

Como cualquier película de terror, una razón por la que las personas siguen viendo películas de tiburones baratas es porque existe un sentimiento arraigado a ellas. Cualquier película de tiburones, sin importar cuán cursi sea, es buena para por lo menos un susto repentino. Otra razón es la originalidad. Ver a un tiburón en el agua en pantalla puede ser más de lo mismo, pero ver a un tiburón en el espacio o fusionado con un pulpo es una experiencia nueva y, en el muy improbable caso en el que un tornado de tiburones arrase con tu ciudad, ahora estás preparado. Sin embargo, la verdadera atracción son los tiburones en sí. Sin importar lo absurda que pueda ser la sinopsis de la película, todos se apegan a la idea inculcada en la sociedad desde Tiburón: el tiburón es una fuerza de la naturaleza imparable y sin alma, con un propósito tan firme que casi no debería existir. Ese elemento aún asusta y cautiva a las personas de una forma que ninguna otra criatura puede imitar y, mientras que las personas sigan creyendo en esto, no hay escape.

Hace poco, los tiburones volvieron a la fama y el tiempo no podría ser más perfecto. Los efectos de imágenes creadas por computadora accesibles abrieron la puerta para que cualquiera haga una película de tiburones y la llegada de las redes sociales suministró los medios de producción a nivel mundial. Sin embargo, para poder destacar, se debían subir las apuestas. Sí, los tiburones siguen siendo aterradores, pero, ¿qué es más atemorizante que un tiburón? Los tiburones híbridos. Los tiburones no restringidos por el océano. Los tiburones fugitivos de proyectos muy secretos del gobierno. Aparentemente, las películas se estrenaban a diario y las personas no se cansaban. No solo el objeto de sus miedos era obvio y claro, sino que ahora existían en el agua, en montañas de esquí, la playa, el cielo, el espacio exterior e incluso en la tierra y a las personas las llamaba su fascinación sobre qué idea podría existir después

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