undefined_peliplat

"El hilo fantasma: elegancia claustrofóbica”

A primera vista, por los tráilers y el material promocional, "El hilo fantasma" parece ser otra tierna historia ambientada en las altas esferas de la sociedad occidental, otra historia de romance individualista desvinculado de las normas culturales. En muchos sentidos, se trata de un romance entre un hombre mayor y su musa, una narración que parece casi un cliché. Sin embargo, esta película transforma un marco convencional en una obra cinematográfica cautivadora, que sobresale por su arte, ritmo, profundidad conceptual e interpretaciones. Después de todo, supone la colaboración de Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis tras su monumental trabajo en "Petróleo sangriento".

Los personajes de Paul Thomas Anderson suelen encarnar una fuerza cínica y rebelde: pensemos en el despiadado magnate del petróleo en “Petróleo sangriento”, el extravagante playboy de "Juegos de placer”, el líder antisocial de "The Master" y el protagonista socialmente torpe de "Embriagado de amor”. Desde el principio, anticipé el carácter subversivo de Anderson y cierta alteración del retrato que hace la película de la pretenciosidad de la burguesía occidental. Fiel a su estilo, Anderson no decepciona. Tras 30 minutos de preparación, la película se sumerge en su núcleo narrativo y, en esta ocasión, el director crea otra figura social poco convencional.

Daniel Day-Lewis interpreta a Reynolds Woodcock, un diseñador de moda pasivo, retraído, egocéntrico y adicto al trabajo, prácticamente un rey dentro de su reino de la moda. La historia lo aísla de las perturbaciones externas, pintando la imagen de un célebre diseñador venerado por los medios de comunicación, respetado por su círculo cercano y atendido por leales sirvientes.

Curiosamente, el guión está inspirado por un incidente en el que la mujer de Anderson lo tuvo que cuidar. En ese momento, estaba muy enfermo, y eso lo llevó a contemplar una dinámica de relación que le hizo recordar al síndrome de Munchausen. En consecuencia, la película se aleja del enfoque habitual de Anderson sobre la interacción entre los personajes y su entorno. En su lugar, se centra en la dinámica psicológica entre Woodcock y Alma, desplazando el conflicto de la oposición social a una intensa lucha personal sobre el amor, el trabajo, la obsesión y la posesión.

La intrincada dinámica emocional y la masculinidad tóxica exploradas en la película han sido objeto de numerosos análisis, y con razón: son temas ricos, dramáticos y socialmente pertinentes. Sin embargo, el aspecto más sorprendente de la película es su omnipresente sensación de claustrofobia. "The New York Times" la describió acertadamente como "Elegancia claustrofóbica".

Para empezar, la elegancia puede ser intrínsecamente intimidatoria. La película tiene como telón de fondo la Gran Bretaña de los años 50, cuando florecía la industria de la moda. Los cambios de posguerra en el papel de la mujer y las influencias del rock and roll y Hollywood impulsaron una tendencia hacia la elegancia lujosa y asertiva. El auge de la moda aristocrática durante esta época hizo que la alta costura fuera casi agresivamente refinada.

En la narración, la ropa trasciende la mera elegancia artística y material, convirtiéndose en una forma de autoridad acreditada. Por ejemplo, el arrebato de Woodcock cuando le quita por la fuerza el vestido de noche verde a Barbara Rose, disgustado por su falta de sofisticación, ilustra cómo sus creaciones simbolizan un mérito aristocrático particular: confianza, gracia y encanto. Cuando Rose no encarna estas cualidades, su fachada es rápidamente desmontada. Este derecho a la memoria, esta dominación masculina sobre la belleza y la decencia femeninas, se encapsula en la moda de Woodcock: una hegemonía privada, culturalmente respaldada y revestida de elegancia.

Los modales prepotentes y los gustos caros de la clase alta acentúan aún más esta sensación de asfixia. La exasperación de Alma ante el comportamiento refinado pero distante de Woodcock culmina en su arrebato: "¡Estoy harta de tu juego!". La excelente respuesta de Woodcock: "¿Qué juego? ¿Cuál es precisamente la naturaleza de mi juego?" ejemplifica un ethos aristocrático inconsciente e irreversible que lleva a la gente a la locura. La refinada sensibilidad, como el hábito de Woodcock de coser etiquetas ocultas en sus prendas, es invisible pero omnipresente, lo que fomenta una sensación de inseguridad en Alma. Esta presión de clase envuelve al público, creando una inconfundible sensación de claustrofobia y miedo.

Desde una perspectiva cinematográfica, esta sensación claustrofóbica no es un mero subproducto de la elegancia, sino también del estilo visual y auditivo de la película. El uso frecuente de primeros planos, ya sea de rostros o de objetos, estrecha el enfoque del espectador, excluyendo el mundo exterior. En el cine, el encuadre suele invitar al espectador a imaginar lo que hay más allá de los bordes de la pantalla. Los primeros planos amplios restringen esta libertad, confinando al espectador a un espacio pequeño y sofocante. Esta sensación inherente de incomodidad encaja perfectamente con el estilo de la película, reflejando el amor controlador y posesivo descrito, un amor que aprisiona. El contenido temático y los primeros planos contribuyen a esta sensación general de claustrofobia.

A menudo, la película adopta el silencio en las escenas del desayuno o en los primeros planos. Este silencio actúa como violencia, sumergiendo al espectador en una quietud aislante, separándolo del mundo exterior. Evoca una sensación de asfixia y miedo; escapar parece imposible a medida que los implacables primeros planos acercan cada vez más al espectador al mundo de los personajes. El enfrentamiento final en la mesa de la cena, marcado por un diálogo mínimo y con un telón de fondo de intensas miradas y música, lleva la tensión a su punto álgido. La sensación de liberación es palpable cuando Woodcock rompe finalmente el silencio con una de las frases más memorables de la película. La manipulación magistral del espacio y el sonido por parte de Anderson subraya la elegancia claustrofóbica de la película, demostrando su incomparable destreza como director.

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

1
0
0