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UN DÍA DE FURIA O UNA DE LAS CARAS MÁS NOCIVAS DE LA SOCIEDAD ESTADOUNIDENSE

Spoilers

Sinopsis: En Los Ángeles, durante una jornada especialmente agobiante a causa del calor y del colapso del tráfico, un ciudadano normal se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que lo rodea

La sinopsis que acabo de insertar (no es de mi autoría) contiene un problema: el protagonista no es alguien "normal". Este calificativo implica una discusión enorme, en mi opinión inútil, plagado de subjetividad en sentido amplio. Es posible una simplificación estricta si nos centramos en "aquellos que siguen las normas sociales a rajatabla, en oposición a quienes las desprecian" (así como el acompañamiento de los contratos explícitos e implícitos para la buena convivencia), esta significación está despojada de subjetividades, es objetiva.

Entonces, a contracorriente de la normalidad en sentido sociológico, su comportamiento desmedidamente violento es en definitiva la violencia natural- inherente a la humanidad, alterada hasta el extremismo por algún trastorno mental como la sociopatía o en su defecto mayor por la psicopatía, el tipo de personalidad venenoso por antonomasia.

Sin embargo no puede clasificarse al personaje como un simple enfermo o un hijo de puta (en la película no se le detecta trastorno alguno, pero su ex mujer lo define así) sin el agregado de complejidad ideológica- cultural más dañino: el fascismo, no importa si es de izquierda o de derecha, puede ser de uno u otro espectro, pero en esta pieza de Schumacher (Batman Forever) hay grises en lugar de una dicotomía simplista. La ambiguedad que la enriquece se encuentra en que no es un psicótico- loquito en un plano de realidad paralela propia, sino un impulsivo que no está divorciado de una bronca racional, dividido entre acciones desdeñables moralmente y otras directamente justificables, a la manera de los personajes de Relatos salvajes de Szifrón, cuyo subtexto es una diatriba contra las injusticias creadas por el Estado kirchnerista. Es precisamente en esta frontera difusa entre razón e impulsividad antisocial donde se manifiesta la trampa de la empatía, apegada, claro está, al instinto de conservación innato y su mecanismo defensivo ante agresiones. Estos repetidos actos de ponerse en sus pies son provocados por el guionista Ebbe Smith, con el fin de evitar caer en una trama banal de un ignoto malnacido que atenta contra el orden legal despojado de una ética sostenida.

Por qué digo trampa de la empatía? Porque los momentos en los que el desempleado se convierte en héroe, como cuando le dispara al latino pandillero para vengarse por el apriete que sufrió por este (no es defensa propia) o cuando se defiende del comerciante de ropa nazi, liquidándolo (empero marcando con él diferencias ideológicas), se disuelven en la figura de un ex esposo de carácter despreciable, que incluso en las imágenes de VHS se exhibe como un patán con ella y su hija. Entonces el cineasta y el escritor ya estarían listos para decirnos en la cara: "fueron cómplices de un padre de familia tóxico"o desde una óptica socialista: "fueron cómplices de un comunista" (no todo dardo contra el sistema viene desde el socialismo), pero sería torpe no saber separar la paja del trigo, la inocencia de la culpabilidad.

D-fens es todo menos alguien estable: cualquier cosa lo puede irritar. Pero las causas de sus actitudes, de acuerdo al guion, aunque superficiales, se encuentran en su reciente despido de una empresa estatal del Ministerio de Defensa americano (dice haber "combatido al comunismo") y en la orden de restricción pedida por Elizabeth (Bárbara Hershey) contra él, lo que no significa que no se oculten causas de fondo.

Douglas demuestra una enorme capacidad para enfatizar tanto las pausas antes de actuar como el desenfreno brutal de sus actos. Duvall por su parte, cumple con creces el papel de policía jubilado (un tópico en la Historia del cine) al que se le prende la lamparita de la lógica profesional, evolucionando desde las actitudes pasivas-sumisas frente a su esposa a unas de sensato dominio sobre ella (no voy a aclarar el por qué, sería spoilear demasiado). No hay un típico juego de gato-ratón entre el Duvall-felino del sistema y el roedor enemigo de él, como sí sucede en la genial película Heat de Michael Mann (film muy superior a este).

Si hay una crítica tragicómica tan válida como la del negro contra el banco, es la hecha contra el puesto de fastfood (un McDonald's con otro nombre), claro que sin que el fin justifique los medios: el escándalo se suscita por el tamaño de la hamburguesa. No hace falta ser muy inteligente para percatarse de que la imagen editada de la cajita feliz es una deformación de lo que es en realidad: un vergonzoso bocadillo que no puede llenar la panza de casi nadie (salvo los que tienen estómago minúsculo).

Como es imposible saber a ciencia cierta lo que quiso comunicar el autor, me quedo con la segunda conjetura que hice (intención del espectador). Si bien no es irracional la primera hipótesis, esta puede desembocar en una peligrosa justificación del salvajismo, como la que sostienen hoy los vándalos de obras de arte disfrazados de "activistas woke", que destruyen la excelencia bajo la estupidez de que los pintores quisieron arruinar al planeta, una especie de ecologismo infame (tratada en Bellas Artes de los geniales Cohn y Duprat) o los movimientos sociales que buscan cortar a diario las calles para "dar vuelta al sistema", jodiéndole la vida a los trabajadores honestos.

La secuencia inicial del auto atrapado en un tráfico horroroso y los planos detalle que van cocinando a fuego lento la reacción de D-Fens a la sofocación son geniales, no es una película olvidable ni mediocre.

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