El más enigmático filme de Krzystof Kieslowski

La doble vida de Verónica es un filme de 1991 dirigido por a quien ya le hemos dedicado varios artículos, me refiero al director polaco Krzystoff Kieslowski. Es un filme que se encuentra antes de la famosa Trilogía de los colores y posterior a la serie televisiva El Decálogo.

Weronika (Irène Jacob) es una joven polaca que siente que no está sola en el mundo. Hay alguien más. Ese sentimiento metafísico de Weronika se debe a la presencia de su doble francesa Véronique (Irène Jacob). Se sienten mutuamente. Cierta vez, en Cracovia, se ven por segundos. En las leyendas nórdicas, ver al doble equivalía a un mal augurio. Weronika canta en un concierto y muere de un ataque cardíaco. Véronique siente angustia sin saberlo, sin saber que Weronika ha muerto y es la causa de su desdicha.

Kieslowski crea un filme enigmático. No es lo que se dice, es lo que se siente a través de las imágenes. “No está demostrado que el lenguaje de las palabras sea el mejor lenguaje posible”, diría Antonin Artaud. Esto sucede en La doble vida de Verónica. El director crea un filme ligado a sentimientos inexplicables. El espectador tiene la tarea de especular sobre la realidad que presenta el filme.

La interioridad de Véronique es presentada a lo largo de todo el filme. Recae sobre la mirada del espectador. El lugar de la cámara está puesto en sus sentimientos más íntimos. Es difícil no empatizar con el personaje. Aunque también es complicado entender su angustia, su soledad. El titiritero Alexandre Fabbri, que aparece en la vida de Véronique, intenta ser su objeto amado, pero también su nexo con Weronika.

Kieslowski, bajo el desdoblamiento de las Verónicas, nos brinda un filme enigmático en el que predominan las emociones. Un cine metafísico. Un cine que va más allá. Siempre vamos a recomendar la obra de este gran cineasta.