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Enamorarse no es un PRIVILEGIO de CLASE.

De una manera hostil y vacía termine de ver una de las obras más conocidas de Carlos Cuarón, en donde el lenguaje altisonante se volvió parte de mi en los 85 minutos de película, un melodrama escrito por el mismo guionista que nos trajo a la pantalla junto a su hermano ‘Y tú mamá también’ la cual fue galardonada con el Ariel a mejor guion y en la misma categoría pero en el Festival de Venecia.

Un filme el cual podemos notar la incertidumbre de dos niños viviendo en condiciones deplorables para ellos, condiciones en donde triunfa la tristeza y el amor se entierra tres metros sobre tierra. Que con un toque de comedia vemos la ficción provocativa para aquel público que se sentaba a ver una película infantil, no una tragedia infantil.

‘Besos de Azúcar’ es una de esas películas que presentan un amorío de la vieja escuela, un Romeo y Julieta presentado en los barrios tepiteños de la Ciudad de México, en donde el valiente Romeo (Nacho) lucha por el amor de su Julieta (Mayra), en donde el impedimento principal de la historia es la clase social mexicana. Nacho es un infante más que busca el entretenimiento de cada día, la oveja negra de la familia por la toma de decisiones que fluyen dentro de su subconsciente infantil que para sus padres no es más que “burradas” o “ñoñadas” por ponerle un adjetivo menos intenso a esta reseña. En cambio tenemos a Mayra, una niña dulce de clase privilegiada; escuela privada, vivienda fuera del terruño y claro, un teléfono celular aunque, para no delatar ciertos spoilers, todos aquellos lujos no son de cierta manera conseguidos éticamente.


La película sabe abordar el tema de la diferencias de clases y los diferentes ambientes existentes en la Ciudad de México, que como un pueblerino veracruzano puedo argumentar que son enormes y diferentes a un solo par de estaciones. ¿Desde cuando fue un impedimento el dinero para poder salir con alguien? Es lo que se pregunta nuestro pequeño Romero ante las adversidades colocadas para conquistar el corazón de su prometida, con esa mano pegajosa por el dulce de anillo de caramelo que se derrite por la ola de calor existente en la ciudad.

Cuando vi la película tuve un sentimiento presente de nostalgia, aquel amor de manita sudada que tuve en aquellos años de primaria en donde por un momento dejaba de pensar si Goku podia derrotar a Freezer a pensar en aquellos ojos azules de los cuales me enamore por primera vez. Algo parecido suele suceder en el amorío prematuro de estos dos infantes los cuales simplemente no saben cómo desarrollar una simple oración de amor que no sea de las que vieron en las películas del canal 5, presenciar magia entre los chicos es presenciar el amor por primera vez, ese amor honesto que tal vez jamas vuelves a ver en la vida, pero que se queda en tu corazón de una manera romántica y linda para siempre.

Tal vez no sea una película sumamente recordada o incluso no es una de las mejores películas hechas en la república mexicana, sin embargo como ciudadano mexicano me resulta grato poder hablar acerca del cine mexicano en general y no de las que solo se sienten orgullosos los falsos patriotas que muestra el tik tok. ‘Besos de Azúcar’ es la clásica historia de amor vista desde la perspectiva infantil, con unos niños que demuestran sus sentimientos, inseguridades y miedos sin temor de que el otro se sienta abrumado o con la necesidad de pensar en una famosa ‘red flag’.

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