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En las ciudades de la furia

La razón empalidece y deja lugar a las emociones más primordiales. Furiosa es un asiento en primera fila para asistir al circo más grande del mundo. Y para eso propone su propio mundo, postapocalíptico, rockero y cool, pero que finamente se parece bastante al nuestro.

Me verás volver

Esa Wasteland en dónde todo ocurre está constituida por vastos desiertos sin ley y tres localidades que producen todo lo que el capitalismo precisa para subsistir: alimentos, combustible y balas. La lucha por el control de este sistema es el marco de fondo. Pero en el frente solo importa lo que ocurra con Furiosa cuando es arrebatada de su idílico origen y de su férrea voluntad de seguir adelante pese a todo.

Gas Town

El personaje secundario de la última Mad Max (con un desarrollo y profundidad mayor que el propio protagonista) tiene finalmente su historia de origen, una historia predecible de venganza, de destino de furia que persiste, pero está claro que el cómo es lo que realmente importa, la pura forma cinematográfica. Y esto se hace palpable ya desde la notable escena inicial con secuestro y persecución, y también en una escena central con un consabido asalto a un camión que reinventa el cine de piratas. Lo dicho, las ideas no son nuevas pero lo que importa es el abordaje.

Ningún otro personaje está a la altura de Furiosa, ni el villano siempre al borde de la parodia que compone Liam Hemwsworth (es fácil imaginar que disfrutó mucho este papel que lo desencasilla), ni el potencial interés romántico y suerte de alter ego de Mad Max que encarna el gran Tom Burke, muy en segundo plano. Todo gira en torno al personaje principal, no solo a cargo de Anya Taylor-Joy y de sus ojos XL, sino también de la joven Alyla Browne en buena parte de la película. Los demás personajes aportan colorido (mucho) y regresan algunos de los presentados en el film del 2015, empezando por el despótico Inmortan Joe y sus dos hijos con pocas luces (habría que hacer pronto un especial sobre villanos).

Furiosa también es rápida

En ese reino de violencia estilizada donde todo es tan bello como cruel no hay que hacerse muchos planteos que involucren algún grado de realismo. Lo que sí se respeta es la física, más allá del alto grado de producción se percibe que sigue habiendo un componente artesanal. También es interesante que en cada enfrentamiento los rivales esgriman virtudes y defectos y todos tengan un truco más a mano. La puesta en escena es la que manda, mucho más que Inmortan Joe. El espectáculo está servido. Es sólo cuestión de dejarse deslumbrar.

Sobre el director

George Miller nació en Chinchilla, una localidad rural del estado de Queensland, Australia, el 3 de marzo de 1945. Su no tan nutrida filmografía se compone de trece largometrajes. Entre ellos se destaca su icónica saga de Mad Max (se ocupó de dirigir cada uno de los episodios). Pero además cuenta con otros títulos interesantes que suelen no estar tan asociados a su nombre. Vamos a analizarlos por separado, dejando para el final su obra más conocida. El éxito ha acompañado a la gran mayoría de sus emprendimientos.

Tras sus inicios con Mad Max y una participación en films colectivos llegaría, en 1987, Las brujas de Eastwick, que probablemente merezca una revisión (tuvo su momento de furor en el video hogareño) una comedia inusual con grandes estrellas, Susan Sarandon, Michelle Pfeiffer, Cher y un diabólico Jack Nicholson.

Tras ese fugaz paso por la comedia, un también fugaz paso por el drama con Un milagro para Lorenzo (1992), otra vez con Susan Sarandon y Nick Nolte. Otro título que merece una revisión. Llegaría entonces otro paso fugaz, esta vez por el documental con 40.000 años de sueños (1997), bello título para un film sobre el cine australiano casi desconocido fuera de su país. En 1998 aportaría humor negro a la secuela de Babe con Un chanchito en la ciudad. Ese vínculo con el público infantil se expandiría con dos exitosos films de animación de Happy Feet , estrenados en el 2006 y el 2011.

Su último film estrenado fue 3.000 años esperándote (2022), también conocido como Erase una vez un genio, una curiosa, bella, imaginativa y por momentos desconcertante acumulación de historias fantásticas narradas por un genio que debe conceder tres deseos para liberarse. A pesar de su premisa está mucho más orientada a un público adulto que a uno infantil y generó críticas mixtas, aunque su vuelo visual no se discute. Remite en cierta forma al cine de Terry Guilliam, que también era cuestionado.

La saga de Mad Max

Su film debut fue Mad Max (1979) protagonizada por un completamente desconocido actorcito australiano llamado Mel Gibson. Una película sencilla en su concepción y modesta en su realización pero sin dudas germinal y recordada por su violencia, que en Argentina pudo verse con asiduidad en VHS en los años '80. No tuvo en su momento mucha repercusión internacional. Su trama es elemental, una típica historia de venganza al estilo Charles Bronson con el twist de estar situada en un futuro postnuclear que apenas se vislumbra en pantalla y que aterrorizaba como posibilidad en esos años.

Con Mad Max 2 (1981), también conocida como El guerrero del camino (ya que tuvo un gran suceso internacional, pero no se conocía una primera parte) ocurrió un milagro. La trama es aún más elemental que la de la primera, y campea el espíritu de western. Este film sentó las bases de cómo imaginamos el futuro desde los ochenta, si es postapocalíptico, si es desierto, si rockero, o, digámoslo, punk, y la escasez de recursos no incluye el cuero, es gracias a esta película, pura inception instalada cómodamente en el inconsciente colectivo. Su éxito además impulsó la revisión de la primera parte.

Postal de Wasteland

Mad Max 3 (1985) es probablemente la más floja, apenas más de lo mismo, una nota al pie. Es Tina Turner recordándonos que siempre necesitaremos otro héroe. Pero el vuelo visual de Miller nunca descansa y sus ocurrencias siempre se disfrutan. Pasarían 30 años antes de tener nuevas noticias de Max.

Mad Max, Fury Road (2015) es un reboot en dónde todo lo que podía salir mal sale bien. Tiene física, tiene química, y un director veterano que en vez de facturar con un ejercicio nostálgico se reinventa y entrega la que, para mí, es la mejor obra de toda la saga. Segundo milagro con una trama aún más elemental que aquella segunda parte reseñada, en donde todo se reduce a un grupo de héroes que se ven obligados a ir de un punto A a un punto B con serios obstáculos en el camino que remite por cinefilia intravenosa a La dirigencia de John Ford (quizás, el mejor de todos), de 1939. No hay nada más, pero alcanza y sobra.

Furiosa, A Mad Max Saga (2024) se suma cómodamente a este legado, buscando (como casi siempre en Miller) reinventarse para no ser más de lo mismo, aunque tendiendo al recargado en lugar de ir a lo básico y con mayor presencia digital que la pura física previa. Aún así está por completo a la altura de su herencia.

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