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"Buen y mal político" La locuras del emperador (2000)

Spoilers

¿Qué hubiese pasado si el emperador Julio César hubiera cambiado su forma física a la de una llama? ¿Hubiese sido capaz de recapacitar frente a sus actitudes personales y políticas? César fue una persona ambiciosa y despiadada, intentó proclamar un régimen autocrático en Roma, detestaba las leyes, el poder estaba concentrado solamente en él, pasaba por encima del senado y las decisiones políticas eran tomadas pura y exclusivamente por su persona. La historia termina con Julio César siendo asesinado en una conspiración llevada a cabo justamente por los miembros de su propio senado, quienes ya estaban hartos de sus despreciables formas de saltarse las leyes a su merced. ¿Si Kuzco no hubiese pasado por la experiencia que pasó, hubiese sufrido las mismas consecuencias que sufrió Julio César?

Kuzco es un tirano ejerciendo el poder en pos de su propio bienestar y de sus propios intereses. Las reglas las pone él mismo, no necesita a nadie más que su propia persona y sus beneficios personales. No le interesa que otros sufran para conseguir lo que quiere, es despectivo, burlón y egocéntrico. Además, considero que tiene tanta carga de simpatía que resulta siendo tediosa y despreciable, porque justamente dispone de esa simpatía para ejercer el mal. De hecho, su consejera Yzma realiza un plan para así acabar con la vida de Kuzco, lo cual me recuerda a la historia de Julio César. Además, el propio Kuzco es el narrador de la historia, hasta se da el lujo de romper las reglas espacio-temporales haciendo lo que le plazca, como por ejemplo, parando la película, marcando cosas con un fibra y hasta recordándole al espectador que la historia siempre gira en torno a él.

Todas estas maneras de ejercer el poder consolidan a Kuzco como una pésima persona y por ende, un mal político. Un mal político es quien no conoce los intereses del pueblo, quien no los representa o peor aún, quien no tiene interés en representarlos. El político debe siempre estar a merced de su gente y no buscando consolidar su poder mediante decisiones que solo lo beneficien a él. Ejemplos sobran, hubo y hay muchos niños mimados y nacidos en cuna de oro que llegaron al poder con intereses completamente opuestos al del pueblo. Kuzco es ese tipo de político. De este modo, Kuzco siempre fue un animal por dentro y un humano por fuera, su transformación en una llama solo evidencia su verdadero ser. De hecho, algunos sinónimos de animal son, por ejemplo, ignorante, bruto, bestia, las cuales son palabras para referirse también a una persona que no sabe ni entiende nada, tal cual es el caso del político aristócrata diciendo justamente animaladas cuando da un discurso. Una llama es un animal intrascendente y prácticamente nada especial que abunda y es típico en la zona del altiplano de Los Andes, ni siquiera en eso Kuzco es especial.

Pacha sí es una persona que representa al pueblo, de hecho, es el líder de la aldea. Es una persona humilde y trabajadora que quiere hacer el bien, él comprende sus necesidades y también las de otros. Pero, no hace falta haberse criado en el barro para ser buena persona, ser un buen político y entender los intereses del pueblo. Lo más importante es tener un sentido de la moral y de la ética en pos del beneficio de todos, cosa que Pacha tiene y que Kuzco no, a pesar de sus distintos orígenes y posición jerárquica.

Todo cambia cuando Kuzco se da cuenta de lo intrascendente que es y que siempre fue una llama, pero esta vez busca a su ser humano interior mediante la redención. Cuando el narrador Kuzco intenta interceder en la narración, el Kuzco bajo la lluvia lo manda a callar, ya no se soporta ni a sí mismo. Cuando intenta naturalizar que va a ser una llama por siempre, no puede pastar debido a que su ser humano interior despertó de su largo sueño negándole vivir de esa forma. Y nuevamente Pacha, ese ser misericordioso que siempre busca el bien, entiende que los intereses de Kuzco han cambiado y lo ayuda a volver a su cuerpo humano.

Al final, Kuzco se convierte en una buena persona y en un buen político a pesar de, como dije anteriormente, su estatus jerárquico. Se redime con quien alguna vez dañó, deja de ser aquel egocéntrico que alguna vez fue y también se interesa por realizar buenos actos, hasta se da el lujo de compartir y disfrutar de los mismos intereses que el pueblo. Quizás, solo quizás, si Julio César se hubiese transformado en una llama, no hubiera sufrido ese trágico final.

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