Pedro Páramo: el arte de manipular el tiempo y el espacio

Como los habitantes más antiguos del continente americano, los indígenas construyeron la magnífica civilización americana antigua en unos pocos milenios. Después de que los colonizadores españoles pusieran pie en suelo americano en el siglo XV, destruyeron innumerables mitos e historias registradas. Sin embargo, muchos conceptos profundamente arraigados que encapsulan la esencia de la cultura tradicional nativa se transmitieron, incluyendo, sin limitarse al animismo, la inmortalidad de las almas y la retribución kármica. Estos elementos influyeron en la literatura, el cine y la televisión latinoamericanos posteriores, donde los creadores integrarían creencias y conceptos tradicionales en sus obras de forma directa o indirecta.

En las películas de realismo mágico, la creencia tradicional más icónica es el alma inmortal y el énfasis en la coexistencia entre humanos y espíritus. Las leyendas aztecas revelan que las personas que cometieron malas acciones y pecados durante sus vidas no podían ascender al cielo después de la muerte y solo podían vagar sin rumbo en la Tierra para siempre, sin encontrar paz. Las películas de realismo mágico minimizan las diferencias gráficas entre humanos y espíritus, e incluso difuminan las diferencias entre los dos haciendo eco del concepto central de las leyendas aztecas sobre la coexistencia de humanos y almas en la Tierra. Esta es también la diferencia entre las películas de realismo mágico y las películas de fantasía que se centran en la representación única de los fantasmas.

La película Pedro Páramo del año 1967 fue adaptada de la novela homónima del famoso escritor Juan Rulfo, con Carlos Velo como director y el mundialmente aclamado cinematógrafo Gabriel Figueroa detrás de la cámara. Limitadas por su duración, las películas no pueden desarrollar el trasfondo de cada personaje como en sus obras literarias. Por lo tanto, las películas tienden a tener narrativas paralelas, así como protagonistas y líneas de tiempo duales, que entrelazan ambas para avanzar en la trama. Lo mismo ocurre con Pedro Páramo. La historia en tiempo presente trata sobre el viaje de Juan, el hijo de Páramo, de regreso al pueblo de Comala para encontrar a su padre, mientras que la historia en tiempo pasado trata sobre la vida de su padre Pedro y su viaje hacia el abismo del pecado. En el presente, Juan forma una imagen más clara de su padre basada en historias que escucha de su madre fantasmal y recuerdos de otras personas. Cuando finalmente aprende la historia de su padre, Juan también llega al final de su vida. La película no termina después de que la tumba se abre y se traga a Juan, sino que cambia al pasado nuevamente, poniendo fin a esta compleja y sofisticada estructura narrativa con la muerte de su padre, Pedro.

La película usa un modelo narrativo de múltiples personas similar al de El ciudadano Kane para crear un protagonista completo, tridimensional y complejo. Pedro Páramo es retratado como este terrateniente estereotípico: es elocuente, astuto y capaz, pero también es despiadado y codicioso. Los habitantes del pueblo lo aman y lo odian. Temen su autoridad y el poder absoluto que ejerce sobre ellos. Al mismo tiempo, también es imposible que renuncien a los beneficios materiales que ofrece. La tumultuosa Revolución Mexicana que terminó con la dictadura militar también acabó con la vida de Pedro. Lo que vale la pena reflexionar es que, al igual que la Comala dilapidada que muestra la película, las vidas de los mexicanos no mejoraron solo porque la revolución tuvo éxito. La escena previa a la muerte de Pedro es significativa, ya que un hombre borracho que afirma ser hijo de Pedro lo apuñala. En una toma larga desde arriba, Pedro parece un vaquero que muere luchando en una película del Oeste, tendido en un charco de sangre bajo el cielo lleno de arena. En esta toma, Pedro no parece un villano, sino un héroe que lucha hasta el final, lo que destaca la actitud compleja del creador hacia los terratenientes y los tiempos en que vivieron.

En correlación con la crítica de la película a la realidad, las técnicas de expresión reflejan los artificios únicos del cine como medio. Según el famoso estudioso del cine David Bordwell, los artificios y la maestría de una película son importantes y se manifiestan en los matices de la narrativa y el imaginario de la película. Pedro Páramo rompe las fronteras entre la vida y la muerte y entre humanos y fantasmas: Juan trata con fantasmas de principio a fin, y la audiencia, al igual que el protagonista, no se da cuenta de esto hasta el último momento. Sin embargo, la película incluye algunos presagios antes. Comala es un pueblo fantasma en ruinas y las casas están en riesgo de colapsar en cualquier momento. Es completamente inhabitable para cualquier persona normal. Cuando Abundio, el primer aldeano que Juan conoce, aparece por primera vez, hay nubes de humo que salen detrás de él. Y cuando se va, el humo aparece nuevamente. Cuando Juan le presenta a Abundio la criada de su madre, Dyada, ella dice que él ha muerto hace mucho tiempo. Más tarde, luego de escuchar el grito de Dyada, Juan pasa por un pasillo lleno de objetos antiguos. El espacio está lleno de los murmullos de innumerables personas relacionadas con el padre de Juan. De la misma manera que Juan conoce a los fantasmas encarnados, su madre también lo acompaña como una voz, que responde constantemente a las preguntas de Juan sobre el pasado. La voz fantasmal de su madre acompaña a Juan a lo largo de su viaje en Comala y lo llama de vuelta a ella al final de su vida. Juan va a la tumba de su madre y abraza la tierra con afecto hasta que es tragado por ella, llegando al final de la coexistencia entre hombre y fantasma.

Para lograr una transición suave de la realidad a lo mágico, mientras se destacan las diferencias entre los dos, la película usa técnicas como la imaginería, la música y los efectos de sonido. También corta a escenas similares para crear un efecto fantástico y usa medios audiovisuales para recordar a la audiencia el salto temporal que está a punto de ocurrir. Al principio de la película, antes de que Juan conozca a Abundio, los aullidos del viento acompañan la aparición de la niebla. Tal escena es una de las imaginerías típicas empleadas en la película. Abundio sale lentamente de la niebla, abriendo el espacio mágico de Comala. La niebla y los fuertes vientos oscurecen la línea de visión del protagonista y la audiencia, ocultando cada secreto detrás de ella y convirtiéndose en la frontera y la puerta de entrada entre la realidad y el reino mágico. El momento más emocionante se da a mitad de la película, cuando Juan conoce a Anita vestida como monja. Ella comienza a recordar su triste pasado con el otro hijo de Pedro, Miguel. La audiencia, como Anita, siempre puede escuchar el ruido de los cascos de un caballo fuera de la pantalla, pero Juan no oye nada. Anita dice que es el caballo de Miguel buscando a su dueño. Cuando el debilitado Juan yace en la cama, el ruido de los cascos fuera de la pantalla suena una vez más fuerte y Anita se levanta. Cuando está a punto de llegar a la ventana, la pantalla se vuelve completamente negra. Cuando Anita emerge de la oscuridad, su ropa cambia y le recuerda a la audiencia que ha entrado en otro reino. Cabe destacar que Anita no solo ha viajado al pasado, sino más bien a un tiempo y espacio ficticio que había imaginado. Porque en este tiempo y espacio, el Miguel muerto y Anita se miran a través de la ventana, señalando la despedida de Anita a Miguel a través de su ojo mental.

En resumen, los creadores de Pedro Páramo usaron efectos de sonido fuera de pantalla, edición sin fisuras, técnicas de encuadre y otros medios para hacer que tales transiciones a través del tiempo y el espacio parezcan suaves, naturales e imperceptibles al ocultar con éxito los artificios de la película bajo las narrativas de los personajes. Como tal, desde esta perspectiva, el realismo mágico es una simple serie de técnicas, manifestadas en la exquisita manipulación de las narrativas de tiempo y espacio.