Volver a ver la mejor película de la historia.

Si de "peliculas que volverías a ver" se trata, ciertamente es una chance de hablar de una de las mejores películas de toda la historia del cine.

Es hipnótica. Y sencillamente, y sin ser tímido en los elogios, una de las mejores películas de la historia del cine. No es fácil hablar de la descomunal Apocalypse Now en pocas palabras. Todo invita a ser titánico, caótico y desmesurado como la propia película.

Basada en el libro El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, cuenta la misión de un capitán del ejército que debe atravesar Camboya para encontrar y asesinar al oficial Kurtz.

Masterclass definitiva de Francis Ford Coppola, es un film que desde el minuto cero atrapa por lo visual, con una secuencia de apertura moderna musicalizada con la canción The End, de The Doors. En ella convergen los dos tonos y ritmos que tendrá la película: el del delirio frenético de la guerra y la visual abrumadora, y el de una poética mucho más silente, introspectiva y minimalista. Coppola tiene la habilidad, el pulso y la sensibilidad para entrar y salir de esos tonos una y otra vez durante todo el film, según la necesidad narrativa y emocional.

Personalmente me atrapa más el camino del delirio y la espectacularidad. El de la celebración de una misa en el medio del fuego. El del capitán que se entusiasma por conocer a un surfista en pleno ataque, y que luego elige una zona de navegación peligrosa solo porque allí, le dicen, hay buenas olas para surfear. El del ataque del tigre. El de las chicas playboy llegando en helicóptero. El de la música sinfónica para la destrucción. El de “adoro el olor de napalm por la mañana”. El de las luces a cámara que enceguecen en lo oscuro. En él, Coppola crea un universo visual caótico de bengalas, viento, humo… pero estéticamente bellísimo. Los colores de la guerra nunca fueron, en el cine, tan hermosos como en Apocalypse Now.

No obstante, el camino introspectivo me cautiva. Desde la lírica del audio inicial de Kurtz (“vi un caracol arrastrarse por el filo de una navaja”) y cómo se detiene todo por la potencia de la voz de Marlon Brando, a los atardeceres después del caos, o la narrativa en off de Willard como hilo conductor del film. Coppola hace uso perfecto de estos elementos para desacelerar, para volver a la condición humana del individuo. Concentrarse en el soldado, y no en la guerra.

De allí se desprenden la aparición del perro, la bengala violeta que mueve Limpio, el audio del cassette en esa escena, el ritmo del film al desembarcar en la selva de Kurtz, la iluminación intermitente para mostrar y no mostrar a este personaje... Coppola encuentra poesía en el medio del peligro y la guerra... y esa poesía es el caracol que se arrastra por el filo de la navaja.

No menos interesante es el hecho que Apocalypse now iba a ser una producción de bajo presupuesto, y dirigida por George Lucas. Pero cuando Lucas se bajó del proyecto para hacer una peli llamada… Star wars… Coppola tomó las riendas y convirtió la película en una superproducción. Para lo cual hipotecó su casa, y aumentó el presupuesto convirtiendo el film en el más costoso de la historia hasta entonces.

De la producción independiente a la superproducción, el rodaje fue tan caótico que duro 238 días, y tuvo desde huracanes que destrozaron los sets de Filipinas, a un director que sufria ataques epilépticos y ataques de nervios en el rodaje, y un actor protagónico que se negaba a trabajar durante la tarde y a pelarse –como lo requeria el rol-. Y más desmesura: el material filmado llegaba a 370 horas, por lo que el montaje final fue una verdadera odisea. De ahí se desprenden que haya 3 versiones de la película: la original de 1979 con 150 minutos, la Redux de 2001 con 196 minutos, y la versión Final Cut con 181 minutos.

Apocalypse Now es desmesura. Es un film de personajes y de locura colectiva, es arte cinematográfico en cada uno de sus planos. Y esa complejidad maravillosamente ejecutada la vuelve una obra maestra de las que ya no abundan en el cine actual.