Promising Young Woman: el mejor análisis de la masculinidad contemporánea

El arquetipo de personaje del “buen tipo” es algo que me fascina profundamente, y por eso le dediqué más de un episodio de mi podcast a hablar de ellos. Básicamente son personajes masculinos que buscan empedernidamente enamorarse de una chica perfecta, y están planeando el futuro con ella aunque ni la conozcan todavía. Generalmente persisten en su búsqueda aunque las chicas que les atraen no sientan lo mismo por ellos, haciendo grandes gestos para demostrar sus sentimientos e insistir en que son la mejor opción para ellas.

Hasta recientemente, este tipo de personaje se solía mostrar como inofensivo. La idea es que son insistentes pero es porque tienen buenas intenciones. Además, generalmente nos los mostraban como nerds, tímidos, sensibles. Los ejemplos más claros que dimos en el otro episodio eran Duckie de la película de 1986 Pretty in Pink, y Ted de How I Met Your Mother, una serie que estuvo al aire del 2005 al 2014.

Pero desde el 2018, más o menos, la idea del buen tipo empezó a ser más problematizada, y justamente me quiero enfocar en cómo son retratados hoy en día. Lo más interesante es que los buenos tipos empezaron a ser retratados de forma distinta, pero no es que el personaje en sí mismo haya cambiado, siguen teniendo las características de siempre. Lo que cambia es el lugar que ocupan en la trama, y lo que se espera que los espectadores sientan sobre ellos. En algún punto, empiezan a ser puestos como los villanos de la historia.
Esto es evidente en una película que no puedo enfatizar más lo buena que es, y lo interesante que es mirarla: Promising Young Woman, estrenada en 2020. Es una historia que sigue a Cassie, una joven que solía ser una muy buena estudiante de medicina hasta que un acontecimiento que involucraba a su mejor amiga truncó su carrera. En la actualidad vive con sus padres y trabaja en una cafetería, pero de noche vive una doble vida, en la que busca venganza contra hombres que se aprovechan de mujeres borrachas.

Más concretamente, la amiga de Cassie, Nina, fue víctima de un asalto sexual grupal en una fiesta universitaria. Fue tal el trauma que acabó quitándose la vida, pero los culpables no recibieron ni siquiera una reprimenda por parte de las autoridades de la universidad. Por eso Cassie decide tomar las riendas del asunto y llevar adelante un plan de venganza contra otros varones que también fingen ser “inofensivos". Su “técnica” es hacerse pasar por borracha, así ellos la llevan a sus casas. Ahí básicamente los hace asustarse al punto de que probablemente van a pensar dos veces la próxima que quieran abusar de una chica alcoholizada.

Estos varones con los que Cassie se encuentran son, en apariencia, amables, considerados, quieren ayudarla, hasta protegerla. Y quizás ellos mismos también se creen esa realidad, pero justamente el punto es que usan esta fachada para que las mujeres en ese estado de vulnerabilidad confíen en ellos y así poder aprovecharse de la situación. En este sentido vemos cómo la esencia del buen tipo (que es hacer cosas buenas para lograr algo cambio, la atención de alguna mujer o algún beneficio sexual) se muestra de forma negativa, mostrando la versión más extrema de esto.

El mayor logro de esta película en lo que respecta a retratar a este tipo de personaje es el desarrollo de un personaje en específico: Ryan. Es un ex compañero de la universidad de Cassie, que se la encuentra de casualidad en la cafetería donde trabaja. Él le confiesa que ella le gustaba cuando eran compañeros y la invita a salir. A causa de todo el trauma de lo que le pasó a su mejor amiga, Cassie es extremadamente desconfiada, pero de a poco él empieza a ganarse su confianza y forman una relación. Durante la mayor parte de la película lo vemos como el hombre perfecto. Es amable, respetuoso, divertido, no amenazante, la escucha, respeta sus tiempos y todas las cosas que se les puedan ocurrir.

Sin embargo, después nos enteramos de que Ryan estuvo la noche en la que un grupo de compañeros abusaron de Nina. Si bien no participó en el acto, en un video del momento se escucha su voz, y se está riendo. Definitivamente no estaba intentado hacer nada para parar lo que estaba pasando, ni denunció a ninguno de los culpables. Incluso seguía siendo amigo de ellos, años después.

Este giro argumental es increíble por varias razones. En primer lugar, porque pone en evidencia justamente que incluso los varones que parecen inofensivos y se venden a sí mismos como si lo fueran, pueden ser en realidad depredadores de alguna forma u otra. O pueden ser cómplices de otros varones que son depredadores.
Pero en segundo lugar, y no menos importante, por el actor que eligieron para interpretar a este personaje. Bo Burnham, quien es más conocido por ser un comediante, refleja muchas cualidades de lo que podríamos considerar una masculinidad no tóxica, básicamente lo que aparentaba ser Ryan al principio. Entonces hace todavía más impactante la revelación del verdadero carácter de este personaje.

De esta forma, la película usa las percepciones que tenemos de antemano de actores en específico para que el mensaje que transmite nos cause todavía más impresión. Hubo una intención clara de contratar actores conocidos, cuyos roles anteriores fueron recibidos positivamente. Encima, actúan de cierta forma que nos recuerda a estos personajes con los que los conocimos. Para nombrar un par de ejemplos: Adam Brody enamoró a un montón en The OC, y Max Greenfield hizo lo mismo siendo adorable en New Girl, Christopher Mintz-Plasse parecía simplemente un nerd amigable en Superbad, y Chris Lowell era súper tierno en Glow.

Estas caras conocidas y amigables, tan queridas, refuerzan el mensaje principal de la historia. Estos “buenos tipos” de buenos no tienen nada, y están en todas partes. Realmente es una película muy buena, y me gustaría volver el tiempo atrás para verla por primera vez nuevamente.