LECTER Y PUNTO!

Popularmente hablando, el concepto de villano casi siempre suele aparecer dentro del terreno de la ficción como aquel personaje malvado que simplemente se opone al héroe.

A la mente nos llegan muchas figuras pintorescas desde personajes de caricaturas, actores (mayormente actrices) de novelas de esas que ven nuestras tías y obras literarias que se encuentran hasta en supermercados, pero quise dejar el cine de último porque pienso que existen pocos villanos tan carismáticos y a quienes se les han dedicado tantos minutos de grabación como a Hannibal Lecter, el personaje que bajo ningún concepto se puede reducir a que solo sale del libro del escritor Thomas Harris quien (se dice) se basó en la historia del doctor Mexicano Alfredo Ballí (quien mataba y desmembraba a sus pacientes, entrevistado por el mismo Harris), y entonces lo moldeó como simplemente un doctor quien mataba y se comía a sus pacientes, no.

No sé si fue por alineación cósmica o por una genialidad del guionista Thomas Sally combinada con los excepcionales dotes actorales de Sir A. Hopkins, tal vez todas las anteriores, pero de lo que sí estoy seguro es que aquel día de 1991, quienes nos sentamos a ver en el cine Silence of The Lambs, fuimos testigos de una completamente nueva forma de abordar ese estilo de personaje que dejó al de Buffalo Bill como un paleto de quinta. De allá para acá 4 Actores le han dado vida, en 2 géneros fílmicos distintos: Brian Cox (Película Manhunter que lo introduce tímidamente como el Dr. Lecktor), Sir Anthony Hopkins (películas: The Silence of the Lambs, Hannibal y Red Dragon como el Dr. Hannibal Lecter en aparente y merecida simplificación gramatical de su apellido), el modelo y actor francés Gaspard Thomas Ulliel (película: Hannibal Rising) y el super versátil actorazo Danés Mads Mikkelsen quien en 3 temporadas de la magnífica adaptación a serie televisiva hace un constante, extraordinario y deslumbrante despliegue de fínesse, clase mundial, modales victorianos y buen gusto que adornan una retorcida y a la vez hermosa trama en la que la idea de la muerte truculenta se eleva maravillosamente al nivel de obras de arte y poesía visual, otorgándole calidades de alta cocina a las vísceras humanas presentadas a la mejor manera de Auguste Escoffier. No, no estoy demente, mi madre me llevó a revisar.

La razón de por qué este personaje ha dado para tanto, se intuye en cuanto salen los créditos finales de The Silence of the Lambs. Uno simplemente se queda con todas las ganas de seguir descubriendo capas de ese siniestramente encantador personaje demasiado complejo como para dejárselo a esa sola película con 5 Oscars. Digo “esa sola”, porque debo reconocer que el Lecktor de Mindhunter no estaba tan exquisitamente depurado.

Y es que Hannibal Lecter no es el típico psicópata asesino porque las razones para matar solamente están en su retorcida cabeza y ya. Hannibal es capaz de casi convencernos con argumentos enormemente inteligentes y sarcásticos de que por ejemplo, para él, era necesario eliminar y comerse las mollejas (al jerez) del flautista de la filarmónica de Baltimore, a la sazón, paciente de su consulta psicológica, porque su bajo desempeño dañaba la deliciosa armonía de semejante orquesta. Pocas veces escuchamos razones tan hermosamente bizarras desde el punto de vista del guión como las que nos ha brindado Hannibal Lecter en todas sus entregas, salvo tal vez en sus años mozos, cuando crecía como personaje, en la obligada saga que precisamente se llama así: Hannibal Rising, sin embargo, allí podemos tener una idea más clara de por qué adoptó ese modelo de vida y sobre todo, de dónde surgió ese canibalismo envuelto en una fina manta de seda aristocrática.

El personaje de Lecter es tan bueno que llega a ocupar posiciones hasta de mentoría y no defrauda, como sucede en Red Dragon (una apuesta a rehacer el concepto de Mindhunter), o en otra ocasión puede liberar a la detective que le cae bien de su odioso jefe a quien lo pone a probar sus propios sesos, estando aun consciente, mientras nos da clases de Neurocirugía y Neuroanatomía básica.

En fin, tratar de psicoanalizar a Hannibal Lecter sería un ejercicio inútil porque de lo que se trata aquí es de retratar la quintaesencia de un personaje como ningún otro, uno que elevó la vara para los otros copycats, fundador de una clase aparte, la del villano de quien queremos siempre ver mucho más mientras disfrutamos un plato de hígado con habas y un buen Chianti.

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