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Un bucle hipnótico, poético y plácido

Perfect Days, de Wim Wenders

"You're going to reap just what you sow". "Vas a cosechar justo lo que siembres" repite al final la legendaria canción de Lou Reed, Perfect Day.

Y Perfect Days, la última película de Wim Wenders -creador de Las alas del deseo; París, Texas, ¡Tan lejos, tan cerca!, El amigo americano, Buena Vista Social Club y Pina, entre muchas otras maravillas-, parece tomar de la canción a esta frase como mantra, a su poesía alrededor de la belleza de lo simple y los pequeños placeres como espejo y a su melancolía agridulce como parte de su banda de sonido.

Perfect Days pone en escena la cotidianeidad de Hirayama (nombre en honor a uno de los personajes de la última obra del director japonés Yasujiro Ozu de quien Wenders es profundo admirador y a quien, de hecho, dedicó una película); su rutina; su meticulosidad y perfeccionismo para ejercer su trabajo como limpiador de baños públicos en Tokio; sus placeres, gustos y aficiones y algunos encuentros que lo desvían de su vida habitual y tiran algunas ínfimas salpicaduras de su pasado.

Como si se tratara de un juego de repetición de actos pero con pequeñas alteraciones en cada nuevo aparecer: diferente luz, personajes, música, libros; en un bucle hipnótico, poético y plácido que se sostiene además por:

Pocas palabras, casi no hay diálogos en la película pero la gestualidad infinita del protagonista y la profundidad y belleza de su trama en apariencia simple nos dicen mucho más que cualquier guion cargado.

Una banda de sonido bellísima y poderosa que incluye a grandes del rock “de antes” como The Animals, The Velvet Underground, Patti Smith, The Rolling Stones, Nina Simone y el ya nombrado Lou Reed, entre otros.

Pasajes oníricos, fotografía maestra y varias metáforas.

Y un contundente manifiesto político, filosófico y espiritual. Hay aquí una mezcla de anticapitalismo, estoicismo, hedonismo, nihilismo y budismo que solo gente que sabe lo que está haciendo puede hacer bien, y sin dudas Wim Wenders es uno de ellos.

A pesar de que mucha gente le endilgó ser funcional a la romantización de la pobreza o la sobrevaloración de la austeridad, puede ser más preciso interpretar que Perfect Days nos habla sobre pequeños universos individuales que van siguiendo su curso, chocan con otros, se transforman entre sí o no y vuelven a separarse.

Sobre el respeto a la diferencia de esos universos, respeto que incluye tomar parte de ellos y guardar un poquito en el propio y dejar parte de uno en ellos, de resguardar el mundo privado sin aislarse o despreciar el colectivo.

Sobre el apego al pasado y a la identidad.

Sobre el valor de lo analógico, los contrastes de clase, la austeridad material y la riqueza espiritual.

Sobre la serenidad, la mesura, la calma, las pasiones no turbulentas, los gustos genuinos, la amabilidad, el silencio.

Sin dudas, se trata de una película para ver más de una vez y un soundtrack para escuchar en loop por días.

Invitados así a Perfect Days.

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