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Podré ser un villano pero jamás un Monstruo...

Spoilers

Mi nombre es Arthur, dentro de unos días cumpliré 32 años, mi sueño en la vida es ser un gran comediante, desde niño solo pienso en eso porque mamá siempre me decía, “Tu propósito en la vida es causar dicha y alegría en este mundo frío y oscuro.” Así que me dediqué a trabajar en una agencia de payasos para distintos negocios y eventos, mientras escribo mis rutinas de comedia que espero me conviertan en alguien famoso algún día, siempre he trabajado desde que tengo memoria porque mi padre nos abandonó y yo debo ser el hombre de la casa. Aunque a veces me pasan cosas malas, el otro día un grupo de jóvenes me robó el cartel de mi trabajo y me dieron una golpiza cuando los perseguí, a causa de eso mi jefe me descontó parte de mi salario, son cosas que pasan, así que aprendí a agachar la cabeza y no quejarme nunca, incluso cuando voy a terapia pocas veces lo menciono, imagino que en esta vida eres de los que están arriba y triunfan o están abajo y son pisados, soy más de lo segundo supongo, en las noches siento cómo mi medicamento se hace cada vez menos efectivo, tomo 7 pastillas por día y no es suficiente, debo buscar una solución a esto pero el mundo es una locura hoy en día y aprendí a vivir menos en el mundo y más en mi cabeza, además tengo que cargar una cruz, como todos creo, una condición médica que me impide desarrollarme socialmente, no puedo dejar de reír en momentos tensos y para mi mala suerte estas semanas han sido demasiadas tensas, fui a trabajar al hospital de niños como payaso para darles alegría a los pobrecitos, amaba ese trabajo, era el payaso Carnaval, pero por accidente se me cayó un revólver que un amigo me había dado para mi protección, intenté justificarlo pero mi jefe me despidió, joder, eso sí me afectó, la sonrisa de un niño enfermo, de un alma inocente que no tiene nada más en la vida que reír, es la sonrisa más sincera de todas, es ese pequeño destello de sol entre toda esta oscuridad de Ciudad Gótica.

Resignado y casi rendido a mi triste existencia tomé el tren a casa y la suerte me volvió a tocar, un grupo de hombres ebrios molestaban una señorita, empecé a reírme por mi maldita condición y ellos se enojaron conmigo, me empezaron a golpear y me tumbaron en el suelo para patearme, ¿La primera vez que asesiné una persona? Ni siquiera lo sentí, fue intuitivo, fue ahí, cogí el revólver que tan mala suerte me había dado y solo la usé, el calor en mis dedos, el latido fuerte de mi corazón, el shock en mi cerebro, todo al mismo tiempo mientras por segunda vez apretaba el gatillo sin saberlo y una tercera y cuarta y quinta, ya no recuerdo cuántas balas solté, solo pude volver cuando vi al tercer sujeto salir del tren, no dudé en perseguirlo, verlo arrastrarse de espaldas, pidiendo perdón, veía en él a toda la sociedad, al mundo que me daba la espalda, que me pisoteaba cada vez que podía, a los jóvenes que me robaron y golpearon, a todo lo malo… Y descargué mi arma, disparé todo lo que tenía y me quedé mirando, una parte de mí había muerto con este desconocido, sabía que ya no volvería a ser el mismo.

Luego me enteré que eran hombres de negocios y sin querer me hice muy popular como “El payaso justiciero”, me causaba gracia, aunque no me importaba, solo quería sentarme cada noche a ver el programa de Murray con mamá, mientras proyectaba mi vida perfecta, siendo el hijo perfecto, sentado como público en el programa perfecto, a veces suelo hacer eso, escapar del mundo, imaginar lo bonito de la vida que supongo algún día me tocará…

Escribo esta carta para quien sea que la encuentre dentro de mi cuaderno de apuntes (que se supone debía ser mi diario de terapia jajaja), estoy ahora en los camerinos de mi programa favorito, saldré en unos minutos con Murray en vivo, es una larga historia cómo terminé acá, tenía planeado dispararme luego de contar mi segundo chiste y terminar así con esta triste condena a la que yo le llamo VIDA, pero en estos últimos días, ciertos acontecimientos cambiaron mi perspectiva del mundo, verás, una noche que llevé a mamá a su cuarto a descansar decidí abrir una de las tantas cartas que a diario le escribía a Tomas Wayne (el hombre más rico de la ciudad), en ella, solo una línea bastó para quebrar la esfera de cristal que mi mente había creado de pequeño para protegerme de la humanidad y su infinita maldad: “Tomas, tu hijo y yo necesitamos tu ayuda.”

Honestamente no supe bien cómo reaccionar, ¿Ahora arriba era abajo y abajo era arriba? ¿Es ésta otra broma del destino? ¿Toda mi vida fui un perro pateado por la gente con la cabeza agachada y resulta que siempre fui el hijo del hombre más rico y poderoso? Mi mente no lo soportaba, algo dentro de mí quemaba; rabia, dolor, alegría, ¿Qué era esto nuevo que sentía? Corrí al cuarto de mamá a despertarla e increparle esta noticia, se encerró en el baño huyendo de mí creyendo que le haría daño por mentirme toda mi vida, ya calmados me contó todo, fue la amante de un hombre rico y me tuvo en secreto… Mi madre había sido otra víctima más de esta sociedad y sus caretas e hipocresía, decidí entonces recuperar lo que por derecho era mío, y no hablo del dinero, eso no me importaba, solo quería un abrazo del hombre que me dio la vida, un te quiero, lo necesitaba, por todos los años de estar arrastrándome por las calles siendo humillado y golpeado, no, ¡Lo merecía! Merecía el cariño y mucho más, merecía todo de aquel hombre, así que fui a buscarlo a su mansión, solo encontré un pequeño que me dijo se llamaba Bruce, Bruce Wayne, mi pequeño hermano, tan inocente de toda la avaricia, mentira y maldad de tus padres, espero que seas un hombre diferente pequeño Bruce y solo tomes lo bueno de este mundo y lo protejas.

Vino el guardaespaldas y me dijo que conocía a mi madre y se atrevió a insultar su honra, así que enfurecido no descansaría hasta encarar a mi padre, aproveché los disturbios afuera de un evento social para colarme al salón donde sabía se encontraba Tomas, vi que fue al baño y tuve esos 5 minutos para decirle todo lo que pensaba, Dios, era tan difícil, tenerlo frente a mí, recordar todo lo que sufrí, todo lo que viví, recordar a mamá siempre preocupada siempre hablándome bien de este hombre a pesar de todo, ¿Qué decirle? ¿Cómo ser un hombre frente a la persona que te dejó siendo un niño? “Soy tu hijo, mamá me lo contó todo.” Fue lo único que alcancé a decir entre titubeos, nervioso y aliviado al mismo tiempo…

-Tú no eres mi hijo- No, cállate. -Tu madre era una mujer enferma- Cállate, ¡Cállate! (en mi mente seguía repitiendo la misma palabra mientras él hablaba) -Tu madre te adoptó cuando trabajaba para mí pero siempre te maltrataba.-Por favor, cállate, cállate, por favor solo cállate y dime que lo sientes...(repetía una y otra vez en mi cabeza)-Te mintió sobre mí, estuvo internada, es una enferma mental.

-jajaja, jajajaja, jajajajajaja… No paraba de reírme, no podía dejar de reí, no puedo, maldita condición, maldita vida, maldito destino, maldita mi madre que me mintió.

-¿Te ríes de tu madre?- Me dijo bastante enojado mientras su puño se estrellaba con mi nariz tumbándome al suelo de inmediato. -No vuelvas a acercarte a mí o mi familia… Fueron ésas las últimas palabras que escucharía de la boca de Tomas Wayne.

Empeñado en encontrar la verdad ingresé al área de archivos del Hospital Arkham, ahí pregunté por el historial de mi madre: ¿Alguna vez sentiste la quemadura del hielo en la piel? como decirlo, fue exactamente lo mismo pero dentro de mi cabeza, en lo más profundo, mis recuerdos salían como trozos de hielo que quemaban mi mente, recordaba todo, los abusos, los novios de mi mamá, los golpes con cables, palos, lo que tenga a la mano, los días de hambre y frío amarrado a un radiador solo por haber cometido el terrible crimen de nacer, ahora recordaba quién era, ahora recordaba por qué no puedo dejar de reír, por qué aunque sufra o esté triste no pueda mostrarlo en mi cara. Me lo arrebataron todo, hasta mis expresiones y ahora solo puedo reír. Pues bien, ella me lo había arrebatado todo, decidí devolverle el favor, visité a mi madre por última vez, hablamos de la verdad, ella me dijo que siempre me vio feliz, sonriendo, tomé la almohada y con suavidad la puse sobre su rostro mientras le confesaba “No he sido feliz ni un puto segundo de mi vida.”Y mientras su vida se apagaba veía extinguirse mi rabia, mi dolor, veía derrumbarse el muro que me aprisionaba todos estos años, todo el tiempo pensé que algo estaba mal en mí, pero no es cierto, éste siempre he sido yo.

Ahora me preparo para salir en el programa más visto de la televisión nacional, me preparé un traje y maquillaje especial con un plan diferente y pedí que me presenten como El Joker porque antes creía que mi vida era una tragedia pero ahora veo que siempre fue una comedia, no busco levantar un movimiento ni revolución y es lo que le diré al viejo Murray Franklin en su programa, la hipocresía de esta sociedad y lo podrido de este sistema, lo diré todo, que las personas son borregos y se ríen de lo que les dicen que es gracioso y que estoy harto de fingir que no y para terminar mi acto guardo una gran sorpresa, no sé cómo termine mi historia y solo espero que mi muerte valga más que mi vida, pero quiero que sepas, quienquiera que lea esto, que solo buscaba ser feliz y darle dicha y alegría a este mundo frío y oscuro, y aunque sé que no lo entenderías, podré ser un villano pero jamás un monstruo…

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