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The Cameraman, la última gran película de Buster Keaton

Buster Keaton (1895-1966) es considerado un genio de la comedia. En 1917, sin nunca haber participado en una obra de cine, fue invitado por el comediante Roscoe "Fatty" Arbuckle a Colony Studios para filmar una escena en su próxima película corta. Desde entonces, Keaton se enamoró del cine, y en los años siguientes, iba a experimentar un gran éxito con sus populares comedias mudas, como Our Hospitality (1923) y The Navigator (1924).

Pero en la segunda mitad de los años 20, varias de sus películas iban a resultar en fracasos comerciales, en gran parte debido al nacimiento del cine sonoro, que hacía que el cine mudo pareciera obsoleto y aburrido. Es por esto que Buster Keaton, en 1928, tuvo que firmar un contrato con MGM, con quienes iba a realizar la que por muchos es considerada su última gran película: The Cameraman.

En ella, Buster interpreta a un camarógrafo de poca monta que se enamora de una mujer que trabaja en los estudios de MGM, y busca hacer todo lo posible para salir con ella. Buster Keaton actúa como se podía esperar de él: es un hombre bajito, débil y torpe que sufre golpes y caídas, y que se expone a situaciones extraordinarias y peligrosas.

Una de esas situaciones extraordinarias y peligrosas

MGM se vio encantada con la aceptación y el éxito de la película, pero erróneamente, atribuyeron este éxito a su contrato con el actor, y no a la creatividad e ingenio del mismo. Esto llevó a que el gran control del que Buster Keaton siempre había gozado al llevar a cabo sus proyectos se viera recortado, y ahora estaba obligado a seguir los estándares y exigencias de la gigantesca MGM. Más tarde, se refirió a su decisión de firmar un contrato con ellos como "el peor error de su vida". Y cómo iba a ser de otra forma. Keaton era un comediante y actor único, que encontró el éxito haciendo lo que le gustaba. No habrá sido fácil obligarse a hacer películas bajo el estricto control de MGM sin su típica creatividad.

En la película, podemos ver cómo desplegaba todo su característico ingenio. Tenemos una escena en la que él y otro hombre deben cambiarse la ropa en un vestidor en el que apenas hay espacio para una persona, y otra escena en la que destroza su habitación intentando abrir una caja de monedas. Su genio estaba ahí, y ha envejecido muy bien. Es una película que se puede disfrutar hoy quizás tanto como cuando se estrenó por primera vez en cines en 1928. Es una película divertidísima, de ritmo rápido y una duración corta, lo que facilita el verla y reverla con el paso de los años. Es todo un ejemplo sobre cómo hacer una comedia muda.

La filmación de una de las mejores escenas de la película

The Cameraman es una película a la que siempre se tiene que volver. Es tan divertida que verla una única vez no es suficiente: es costumbre volver a ella cada cierto tiempo. Es algo que, en realidad, se puede decir de varias otras películas de Keaton, pero pocas alcanzan la excelencia de esta. Es una lástima que haya perdido su control creativo y que como resultado sus películas hayan perdido parte de esa magia que las hacía tan especiales. Hoy en día, afortunadamente, sus películas pudieron ser preservadas para que cualquiera, en cualquier parte y en cualquier momento, pueda disfrutar de ellas, una y otra vez.

Ya no hay comediantes como Buster Keaton. Él es parte de una Hollywood antigua y hay quien diría obsoleta, pero su filosofía de trabajo perfeccionista y sus arriesgadas acrobacias siempre van a tener un hueco especial en mi memoria.

¡Gracias por leer!

Por Tenedor

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