John Doe: Un villano más que perfecto.

Cuando «Se7en» se estrenó en la gran pantalla yo apenas tenía 20 años. Recuerdo haber entrado al cine con pocas expectativas, a ver una película de la que, por aquel tiempo carente de redes e internet, poco se había escrito o divulgado. Salvo que la protagonizaban dos íconos del cine de esos años (y de la actualidad también), no había mayor atractivo para que alguien como yo, que para ese momento no le daba importancia a quién dirigía una u otra película, deseara en demasía ir a ver esta cinta.

El inicio fue impactante. Los primeros minutos me sumergieron, casi sin aire, en profundidades que a mis 20 eran completamente inexploradas. Recuerdo haberme metido de cabeza en la historia, en la trama que poco a poco se iba hilando y yo ahí, expectante. No fue sino hasta casi la mitad del metraje cuándo me dije: ¿y cuándo vamos a ver el villano de esta historia?

Había pasado tanto y no teníamos un rostro a quién odiar, una cara a la cual ponerle la etiqueta. Todo era apenas una idea, una hipótesis policíaca. Y eso me pareció brillante, excitante. Ya sabíamos qué iba a suceder porque entendimos aquello de los 7 pecados capitales, pero el no tener claro el cómo y a quién, nos mantenía pegados a la pantalla como gatos a una pared de alfombra.

Y de pronto sucedió, cuando menos lo esperábamos. Tan sorprendidos como los agentes Somerset y Mills, nos percatamos de la precencia del villano, del que no sabíamos absolutamente nada, interpretado por un actor conocido pero no estaba en los créditos iniciales. ¿Se puede esconder mejor un giro de tuercas en una película? Lo dudo.

John Doe, el personaje interpretado por un impecable Kevin Spacey, había llevado mucho del peso de la historia y con su aparición en la pantalla su participación aumentó y pasó a ser magnífica. Nos tocaba adentrarnos en la mente de uno de los villanos más enigmáticos y perfectos que el cine nos ha regalado. Un tipo con una mente retorcida, paciente como ninguno, manipulador, inteligente y, sí, enfermo hasta la locura.

Andrew Kevin Walker guionista y David Fincher director, nos estaban dando la que, sin dudas, estaba destinada a convertirse en una película de culto. Y durante los años que sucedieron después de «Se7en», Andrew y David siguieron colaborándose en obras buenísimas como «The Killer» y un episodio muy interesante en "Love, death & robots», la serie animada de Netflix.

La historia de «Se7en» no podía tener un final de lugar común. El sabor amargo de su desenlace, el conflicto final del protagonista, la decisión que debió tomar y las consecuencias, sellaron con lacre rojo escarlata una historia de final cerrado y triunfo para el mal. Y lo demás sucedió en nuestras mentes, cuando rebobinamos una y otra vez la historia, volviendo a ver la pélicula en la memoria para que no se borrara nunca más.

Hace poco me di el placer de volver a ver «Se7en», después de muchos años. Decir que la disfruté es decir poco, porque incluso me dejé sorprender por escenas que mi memoria había olvidado en sus detalles, capté la intención de Fincher en muchas de las secuencias y vi los cameos intencionales de Kevin Spacey en un par de escenas antes de su aparición magistral. ¡Joya!

Ya te di unas cuantas razones por las que considero a John Doe como el villano más icónico y maravilloso de la gran pantalla, y «Se7en» una verdadera obra de arte del cine de suspenso y policíaco. ¿Coincides conmigo?