'Duna' llegó a ocupar el trono que Star Wars dejó vacío

Cuando la primera adaptación de Duna, estrenada en 1984, resultó siendo un fracaso tanto en taquilla como en crítica, se creía que no podía existir una adaptación a la altura de la novela.

Hasta que Denis Villeneuve entró en juego.

Pero tampoco hay que culpar de todo a David Lynch, director del filme original, y su rareza ochentera que “condenó” a la película. Hay que reconocer que fue estrenada en una época algo turbulenta para el género, y eso hizo la gente esperase algo completamente diferente.

Algo más cercano a lo visto en una galaxia muy, muy lejana.

Star Wars y Duna: una historia algo complicada

Quizá muchos no lo saben, pero Duna fue una de las fuentes de inspiración primigenia para crear el universo de Star Wars a finales de los 70's.

Aunque George Lucas nunca lo ha admitido públicamente, está más que claro que ese fue el caso; especialmente considerando el impacto cultural que representó la primera novela, estrenada más de una década antes de Una Nueva Esperanza.

De hecho, George Lucas ha incluso evadido preguntas relacionadas con Duna o ha respondido con cierta desidia a las acusaciones de imitación o plagio. En una entrevista de la Associated Press en 1977, al preguntarle sobre las similitudes de su franquicia con la de Frank Herbert, respondió solamente que “ambas tienen desiertos”.

Pero, mirando más allá de lo evidente, como el hecho de que Arrakis y Tatooine son demasiado parecidos en concepto, ambas son como el agua y el aceite. No pueden distar más la una de la otra, si nos sentamos a analizarlas.

Mientras que Star Wars es una ópera espacial más orientada hacia el viaje del héroe, la historia de Duna se trata de una épica algo más adulta y oscura, con elementos que van desde el body horror y el sadismo, hasta análisis narrativos del mesianismo y un cuestionamiento de ese mismo viaje del héroe que Star Wars proclamaba.

Puesto sobre la mesa, parecería que Duna tenía todas las de ganar. Sin embargo, su estreno en 1984 se vio atropellado por el éxito masivo que en los últimos años había adquirido la trilogía original de Star Wars. Luke Skywalker era el héroe por excelencia de la década: un chico sencillo que se había hecho Jedi en su cruzada contra las fuerzas del mal, sin sucumbir nunca a la oscuridad, y había triunfado a pesar de su inexperiencia.

Frente a ese status quo, David Lynch, tan extravagante como se le conoce, decidió poner en escena un mundo menos piadoso que el de George Lucas. Uno más oscuro, complejo, y manejado por las cuerdas de un sistema imperialista intergaláctico bastante complejo.

Sin embargo, las cosas no salieron como lo esperaban.

La película fue un fracaso en taquilla. Su presupuesto, que era más grande que el de ‘Una Nueva Esperanza’ y ‘El Imperio Contraataca’ juntos, se quedó corto ante unas pobres ventas de taquilla de poco más de $30M de dólares; y la saga quedó guardada en el cajón por décadas. Duna fue considerada como un ‘wannabe’ de Star Wars, y fue olvidada por las masas frente a la fantasía de los sables de luz y el poder de la fuerza.

Luego, en los 2000, otra miniserie que intentó adaptar la primera novela se estrenó…pero justo en esa época llegaron las precuelas de Star Wars, y la historia sería casi la misma.

Los 2010', una década clave para ambas franquicias

En 2012, Disney compraría los derechos de Star Wars y pocos años después se decidiría a “revivir” la franquicia con una nueva trilogía y una sarta de series que complementarían este nuevo universo, al mando de Dave Filoni y Kathleen Kennedy.

¿Y qué tal salió? Aunque ha sido un éxito en términos económicos, es un importante fracaso a nivel de crítica y aceptación del público en general. A excepción de algunas anomalías, claro, como The Mandalorian, y la última temporada de The Clone Wars. Pero no digamos mentiras: estos productos son solo para los fanáticos más acérrimos, no como las películas, al alcance de un público más grande.

Incapaces de alcanzar la epicidad de las anteriores seis películas, el público ha perdido poco a poco su interés en el conflicto intergaláctico más importante de la cultura pop. En 2019, con el estreno de ‘El Ascenso de Skywalker’, que para muchos es una película casi sacrílega, se puso el que podría considerarse como el clavo en el ataúd de la franquicia, que lleva varios años en cuidados intensivos.

Curiosamente, ese mismo año, a miles de kilómetros de Hollywood, Warner Bros emprendía en medio oriente la grabación de un proyecto arriesgado que se convertiría en un éxito como ningún otro. Un clásico instantáneo que será recordado por generaciones.

El fin de Star Wars solo podía significar el ascenso de Duna.

El ascenso de los Atreides

La gente estaba hambrienta de una nueva aventura épica espacial capaz de conquistar sus corazones. Querían una historia compleja, visualmente cautivadora y con una narrativa que se alejara de las infantilidades y obviedades en las que Star Wars había caído recientemente.

En 2021, tras una complicada pandemia, llegó eso que tanto anhelaba el público. La primera parte de Duna fue estrenada, y se convirtió en un clásico instantáneo. Adorada por crítica y público, se posicionó rápidamente como un filme casi universalmente amado.

‘Duna’ no pudo haber llegado en un mejor momento, contrario a su antecesor de 1984. La gente ahora quería ir a cine a disfrutar de experiencias espectaculares, y con un presupuesto millonario, tomas imposibles, y un diseño de sonido exquisito, lo consiguieron.

Era imposible que la gente no amara Duna. Era una puesta en escena perfecta, una adaptación idónea de la novela de Frank Herbert, que los amantes de los libros esperaron por más de medio siglo. Por fin había llegado y, lo mejor, es que lo había hecho en partida doble.

La película de 2021 era nada más que un epílogo al épico desenlace de la historia de Paul Atreides en el desierto de Arrakis. Tres años después, llegaría 'Duna: Parte Dos', para completar el círculo y crear el que, posiblemente, sea la saga de ficción espacial más importante de esta década y, posiblemente, de las próximas.

¿Qué hace a Duna tan especial?

Aunque he tenido que responder a esta pregunta muchas veces, cuando recomiendo las películas, todavía no sé por donde empezar. Es, quizá, la pregunta más difícil de responder sobre esta saga, porque hace tantas cosas bien que todas destacan. Pero, si tuviera que elegir, diría que son tres cosas las que me han hecho enamorar de esta saga.

• Una historia como ninguna otra

La historia de Duna no es la misma a la que nos ha acostumbrado Hollywood durante años. En lo absoluto.

No es la historia del héroe, mucho menos la del salvador blanco. De hecho, toda la trama del primer libro (y en parte sus secuelas) es una profunda reflexión sobre el mesianismo, los sistemas de creencias y la fe de los pueblos, además del peligro de la concentración del poder.

Todo eso se despliega a través del exilio de los vestigios de la Casa Atreides al desierto de Arrakis, y su búsqueda no solo de respuestas e identidad, sino también de venganza.

La aventura de Paul no es la del héroe que, al final, simplemente vence a los malos. Su camino está lleno de sacrificios y la constante disputa entre lo es, y lo que la sociedad le exige ser.

¿Vale la pena sacrificarlo todo por la venganza? ¿Incluso a aquellos a los que decimos amar?

Paul no es ‘el bueno’ de la historia. No es el chico bueno de fantasía como Luke Skywalker y, por eso, se convierte en un personaje como ningún otro. No es el héroe que merecía la galaxia, y mucho menos el que necesitaban.

• Una puesta en escena deslumbrante

Coreografías épicas, batallas que quedan por siempre en la memoria, y efectos especiales que cualquier producción quisiera tener.

Todos esos son solo algunos de los detalles que hacen que, visualmente, Duna sea un viaje como ningún otro. Los gigantescos desiertos, junto con los imponentes gusanos de arena, hacen de esta una experiencia visual inolvidable.

Las dunas de Arrakis son impactantes a la vista, y una paleta de colores que cada vez es más cálida y caótica, representa el fuego y el caos que va consumiendo poco a poco a la galaxia. Una narrativa visual como ninguna otra.

Pero todos estos elementos solo tienen sentido con el minucioso detalle y la construcción de universo que hacen. Desde los destiltrajes, hasta las radiantes armaduras de los soldados imperiales y los extravagantes atuendos de la Bene Geserit; todos ellos se juntan en un collage que destaca a la vista y que tiene un carácter visual que cualquier universo quisiera tener.

• Sonidos para recordar

Y el diseño de sonido, ¿qué queda por decir? Ningún paraje desértico tendría sentido sin la mística sonora que los acompaña, producida por la mente maestra de Hans Zimmer.

No solo se inventaron instrumentos para emular los sonidos del desierto, sino que se inspiraron en la música local de Jordania y Babilonia, donde fue rodada gran parte de la película, para llevar a cabo gran parte de los soliloquios vocales que se reproducen en las áridas tomas en el desierto.

Un trabajo artístico de principio a fin, y que complementa a la perfección la experiencia de esta épica aventura.

Duna y la historia por hacer

Duna ya hizo historia, pero aún le queda muchísima historia por hacer. Puedo decir con certeza que es el evento cinematográfico de la década y, posiblemente, lo sea por muchos años más.

Ahora que parece que su casa productora está comprometida con el proyecto, y hay una base de fanáticos interesados en el universo, se anunció una serie para Max que busca expandir el universo. Se espera además que, en un futuro, se exploren los demás libros a través de nuevas películas. Un deleite para los fanáticos del universo.

Con eso, sumado a la cancelación de Lando, una serie spin-off de Star Wars protagonizada por Donald Glover, y un futuro incierto en cuanto a los eventos cinematográficos que se vienen para esa galaxia muy, muy lejana…

La puerta queda abierta para que Paul Atreides se siente en el trono que, quizá, siempre le perteneció, protagonizando la saga vigente de ciencia ficción espacial favorita del público.