sólo sabe ver amenazas en aquello que no conoce. El caso es que, finalmente, descubrimos que los extraterrestres han venido a nuestro planeta para enseñarnos su lenguaje, el heptápodo, un método de comunicación que, una vez aprendido, permite olvidar la percepción lineal del tiempo (una construcción humana) y, a la práctica, poder recordar acontecimientos de nuestro futuro que aún no han ocurrido. Es como si toda nuestra biografía quedara desplegada en nuestra memoria, una herramienta que los alienígenas creen que debemos poseer para que en el futuro, 3.000 años después de los hechos acontecidos en el film, podamos ayudarles con un problema que nunca acabamos de conocer.
El guionista Eric Heisserer reconoce que uno de los aspectos del relato original más complicados de plasmar en la película fue la representación del lenguaje de los extraterrestres. Se decantó por una imagen circular porque transmite, de algún modo, la idea de que la comunicación y el tiempo son como un lazo, y que no debemos esperar a que las palabras salgan de la boca para completar una frase, o un pensamiento. Abbott y Costello (el apodo que los personajes de Amy Adams y Jeremy Renner les ponen a los dos extraterrestres con lo que entablan contacto), dibujan en el cielo con una especie de tinta algo así como una conversación circular completa, por lo que aprender a traducir heptápodo supone entenderlo todo de golpe. Al final de ‘La llegada’ descubrimos que esta forma de comunicación se ha acabado instaurando en todo el planeta.
Conocer el heptápodo no permite tener conciencia de la línea temporal de toda la existencia humana, sino únicamente de aquellos acontecimientos que uno ha vivido (o va a vivir) en primera persona. Por ello, el encuentro de Louise con el General Shang en esa recepción oficial, en el que el militar chino le susurra al oído su número de teléfono privado y las últimas palabras que le dijo su mujer antes de morir, es tan relevante. Esto ocurre 18 meses después de los acontecimientos que narra la película, por lo que en ese futuro Chang sabe lo importante que es que Louise conozca esa información en ese futuro diegético para poder salvar a la Tierra en “el presente”. Cuando pasa a formar parte de las vivencias de Louise, ésta puede utilizar esos datos para llamar por teléfono a Chang y evitar que se decida a atacar militarmente a las naves alienígenas, lo que podría haber sido fatal para el planeta.
He aquí la mayor controversia, en el plano filosófico o metafísico, de ‘La llegada’. Se nos da a entender que Louise, al conocer toda su biografía, y en particular lo que va a ocurrir con su hija, elige volver a pasar exactamente por todo lo necesario para que las cosas transcurran “como ya está escrito”. Pero el futuro, por naturaleza, debe ser un ente fluido y susceptible al cambio, porque si tenemos libre albedrío podemos actuar de un modo distinto y, en consecuencia, las cosas ocurrirán de otro modo o, simplemente, no ocurrirán. El heptápodo, en principio, nos ofrecería sólo una de las múltiples versiones posibles de una biografía, pero tal y como lo plantea el film, parece que todo está predeterminado y que esa versión no puede modificarse. Y si alguien, en algún punto del planeta, descubre una cura para la enfermedad de la hija de Louise? ¿Cambiaría eso el desenlace de la historia, o este forma parte de un inmutable guión de hierro?
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