Paula Hernández y su Viento que Arrasa 

La increíble directora argentina Paula Hernández (Buenos Aires, 1969) estrenó el año pasado en festivales una película deslumbrante que merece seguir siendo hablada. Se trata de El viento que arrasa (2023), adaptación de la novela homónima de la escritora Selva Almada, que Hernández transformó en un largometraje inusual y emotivo, el cual se destacó entre todos los estrenos de la región, ganando premios en distintos Festivales locales e Internacionales. Esta mujer que además se desempeña como productora y guionista, posee una carrera destacable que pone a la figura femenina como protagonista. Desde Herencia (2002) y Lluvia (2008), pasando por Malasangre (2010) y Amor (2011) llegando a sus largometrajes acaso más conocidos, que la convirtieron en una autora de renombre: Los sonámbulos (2020) y Las siamesas (2020), con mujeres fuertes a la cabeza, sin soslayar las temáticas que al parecer insisten en su cine, como son las relaciones familiares, los encuentros, la intimidad y el malentendido.

Las siamesas, de Paula Hernández, competirá por el Goya
La realizadora Paula Hernández

Bien sabemos que adaptar una novela a la pantalla es una tarea harto complejísima, más si se trata de un nombre propio como el de Selva Almada, una escritora tan leída y aclamada. Traducir de un soporte a otro para poder pasar de lo escrito al terreno audiovisual, es un desafío que tiene más riesgos que ganancias. Sin embargo, Hernández logra crear una atmósfera que le es fiel al escrito de Almada, imprimiendo un sello propio y ofreciendo, desde la imagen en movimiento, una perspectiva singular a tamaño relato. El viento que arrasa es una genuina road movie que nos introduce en la vida de Leni, una joven que acompaña a su padre, el Reverendo Pearson, en distintos viajes por el país en una misión evangelizadora. En una de esas tantas ocasiones que van de pueblo en pueblo, el vehículo en el que se desplazan se avería, abriendo una serie de problemáticas que estaban allí, latentes, aguardando a ser dichas. Este tipo de películas que se despliegan lentamente son las más tentadoras e inciertas. Particularmente, este trabajo de Paula Hernández marca desde el inicio este ritmo de pausa y de incertidumbre.Paula Hernández revela los secretos detrás de su película El viento que  arrasa

Esta ficción, tenebrosa y dramática, despliega la ambigüedad desde la primera imagen que vemos en pantalla. Aunque la sinopsis antes de verla nos indique una trama en particular, la película misma irá poniendo en duda la afirmación que hemos leído, instaurando un clima de incomprensión ante aquello que estamos mirando. Las primeras imágenes, como decíamos, son totalmente decisivas: Leni, la joven interpretada por Almudena González, espía con sus ojos, desde una rendija entre maderas, a un hombre predicando las palabras del Señor. La mirada de esta joven, Leni, marcará la parcialidad y el equívoco de la vida, de su complejidad y de las formas plurales de ver el mundo. Con el lenguaje audiovisual que muchas veces dice sin palabras, marca una distancia abismal entre el personaje de Leni y el resto del mundo o, mejor dicho, el modo en que ella ve el mundo y el modo en que su padre lo moldea para ella. Paula Hernández sugiere, da pequeños indicios, de esta relación entre esta joven y este hombre a quien ella mira, mas se torna opaco discernir qué clase de vínculo tienen al comienzo. La mirada continúa designando aspectos borrosos de lo humano. Algunas escenas de cuidado de él hacia ella dan precisión sobre estos dos personajes, que, a medida que van apareciendo nuevos sujetos en escena, entenderemos (o no) un poco más. En este punto, vuelvo a ligar esta película con otra que tiene el sello de la misma productora, La noche Adentro (2024) que utiliza la indecibilidad entre parentescos para agregar más tensión a la trama.

El viento que arrasa, de exorcismos, fe y la relación de padres opresivos

Es entonces la aparición de un tercero, casi siempre desconocido, el que en estas dos películas viene a determinar el parentesco que los personajes protagonistas tienen. Algo que en un comienzo se muestra nublado, luego tiene su punto de explicitación, pero no es sino cuando alguien de afuera viene a nominar dicha relación. Ese paso de la endogamia de dos a un mundo múltiple e indescifrable acontece a partir de un auto averiado, auto que transporta a este hombre, el reverendo Pearson y a su hija, a lo largo del país para poder compartir su fe. De algún modo, esta fe se pone constantemente en duda en esa mirada juvenil de Leni, que insinúa pero no se atreve a decir, hasta que el llanto tiene lugar.

A partir de esa angustia bien delimitada por la directora, veremos el paso de Leni hacia su propio descubrimiento como mujer. Es un detalle no menor que ella sea el único personaje femenino que aparece en toda la película, siendo que Hernández les ha dado un vasto lugar a las figuras femeninas en su cine. Acaso la sola presencia de Leni sea suficiente para poder hablar de las dificultades de ser mujer en este mundo, cuestión que se aprecia con detalle y originalidad en esta ficción escrita por Almada. La pregunta por la feminidad se irá abriendo paso a partir de diferentes escenas que no dejan indiferente a la protagonista, sin embargo permanece en una encrucijada ante esta realidad tan ajena que su padre, el Reverendo, postula.

CINE: EL VIENTO QUE ARRASA | El Espectador Compulsivo

Este padre, por su parte, abre otro camino dentro de la trama, que comienza a tener aristas múltiples. Es entonces el auto averiado como síntoma el que habilita diálogos y la apertura de preguntas que no habían sido hechas hasta entonces entre este padre y esta hija. Ellos llegan a un mecánico que, en la espera para encontrar el repuesto del vehículo y solucionarles el problema para que sigan camino, también abre su mundo y relata sus problemas. Allí, nuevamente la religión se hace lugar, y el reverendo siente el impulso de solucionarle el mundo a este mecánico apodado El Gringo y su hijo Tapioca, un joven de la edad de Leni que posee una malformación en su rostro.

Ficha técnica, trailer, imágenes, noticias y más información de la película  El viento que arrasa - cinenacional.com

En este viaje por el Chaco, el padre busca una clase de redención para otros, una redención que quizás no llega a permitirse a sí mismo. Está allí, entre esta especie de salvación, el fantasma de la madre de Leni, de la que se habla poco o se dice a medias. En este punto, Hernández toma distancia de Almada, quien le brinda una dimensión más potente a este conflicto. Entre ambas duplas, Leni y el Reverendo Pearson por un lado y El Gringo y Tapioca por el otro, se genera una noche de tensión, de idas y venidas entre esta llegada de dos extraños con sus problemas y el intento de solucionar problemas ajenos que no habían sido percibidos como tales. La directora configura así un clima entre la intimidad y la ajenidad extrema, entre la tensión y la pasión que se despliega lentamente, dando paso a una ficción compleja aunque cautivante, asfixiante y sin embargo liberadora.

Por estos punteos y por tantas otras cosas más, podríamos decir que vale la pena detenerse en películas como El viento que arrasa. En escenarios como estos que hoy nos atraviesan, donde se desprestigia y se pone en duda la necesidad e importancia de tener un cine financiado por el Estado, un cine público, parte del patrimonio identitario y del acervo cultural de nuestra Nación, Paula Hernández viene a reivindicar la pregnancia de este reclamo. Con El viento que arrasa, da cuenta del excelentísimo nivel de nuestro cine argentino.

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