Si este año pudiera pedir un deseo, sería no haber visto la remake de Speak No Evil o, tal vez, no haber visto la original. Así, la versión norteamericana no me habría generado tanta incomodidad por el sinfín de modificaciones que propone.
Hace algunas semanas se estrenó en argentina Speak no Evil, la versión dirigida por James Watkins, el director de la siempre genial Eden Lake (2008). Si bien el nuevo reparto era más que prometedor, el resultado puesto en comparación, nos llena de interrogantes. Es una sorpresa cómo una película es capaz de tomar tantas decisiones cuestionables, llevando a la destrucción el espíritu de su versión original.
Sólo con estos párrafos podrán acusarme de cierta animosidad. No voy a negarlo, porque ya lo publiqué en un artículo anterior, pero después de varias horas la desilusión aún me acompaña. Las películas nos movilizan, para bien o para mal, y el proceso de análisis se enmarca en esas emociones que el cine nos hace sentir. El sabor que deja la remake es el de la decepción porque, justamente, cumple con todos los miedos que sentimos cuando nos enteramos que existiría una nueva versión norteamericana del film que Christian Tafdrup estrenó en 2022.
Es importante resaltar que los dos films parten de la misma premisa: un matrimonio burgués de mediana edad se va de vacaciones con su pequeña hija. Allí, conocen a otro matrimonio similar que no duda en invitarlos a pasar un fin de semana en una casa alejada de la ciudad. Desde el momento que aceptan la invitación, todo se complica. Sin embargo, desde el momento en que el conflicto se evidencia, las decisiones que ambos directores toman para su resolución son diametral y culturalmente opuestas. La reversión se da sobre el final manifestando un extremo cambio de punto de vista entre una y otra historia.
James Mcavoy interpreta a Paddy, el siniestro padre de familia. Comparte junto con su esposa Ciara (Aisling Franciosi) y su “hijo” Ant (Dan Hough) un fin de semana en la granja rural a la que invitan a la familia conformada por Louise (Mackenzie Davis), su esposo Ben (Scoot McNairy) y Agnes (Alix West Lefler), su hija. De esta forma se conforma el sistema de personajes del film de Watkins, quien también incluye otros personajes secundarios que asisten a Paddy en la ejecución de su plan.
Paso a advertirles entonces que esté artículo contiene un sinfín de spoilers justamente porque es la única forma de poner en evidencia las decisiones, que en su proceso de reversión, se tomaron para “aclimatar” el mal trago del film danés al espectador norteamericano. Hecha la advertencia, los invito a un recorrido por algunos puntos de análisis donde la versión de Watkins peca de volverse apta para todo público y moralmente aceptable para el espectador más conservador.
El ritmo

Uno de los primeros cambios que se percibe es la modificación del ritmo del film original. La propuesta de Tafdrup se elabora como una preparación que requiere fuego lento. Los vínculos entre los matrimonios se desarrollan en una tensa calma marcada por la educación y la cordialidad. Esto se debe a que no son necesarias demasiadas acciones para llevarnos al final del film. El peso recae en el compartir tiempo, en el leer al otro y sus costumbres, en el descubrir los furcios y las desinformaciones para así generar en el espectador más atento una sensación de alarma dada por la falsa calma que atraviesa a la narración.
Watkins decide comprimir gran parte de las acciones centrales y desligar al espectador de la responsabilidad de detectar si el peligro al que se enfrentan es real o no. Hay un viaje, hay un encuentro y, posteriormente, un reencuentro en la granja del matrimonio interpretado por James McAvoy y Aisling Franciosi. Rápidamente, todo se sale de control poniendo en evidencia, de manera directa, los niveles de violencia que el matrimonio maneja para con su pequeño hijo Ant y el comportamiento pasivo agresivo que frecuentemente aparece con sus huéspedes. Esto responde a la necesidad de Watkins de darle mayor importancia y tiempo de pantalla a lo que podemos denominar “el encuentro final”.
Pérdida de la sutileza

Uno de los puntos centrales que la remake debía reelaborar es la cuestión cultural, columna vertebral del film de Tafdrup. El enfrentamiento entre suecos y daneses se presenta en el film de manera directa, por medio de la afinidad entre los matrimonios dada por el rechazo que, holandeses y daneses, sienten por los suecos. Si bien este comentario al pasar no tiene un desarrollo más profundo, si marca el tono desde el cual el film es visto. La habilidad de Tafdrup es ofrecer al espectador, de cualquier cultura, un pantallazo de las diferencias culturales entre estas nacionalidades, lo que nos permite comprender por qué los personajes se comportan de determinadas maneras, tomando decisiones que, vistas desde nuestra propia cultura, pueden ser problemáticas y cuestionables.
Watkins suaviza lo cultural y nos ofrece un planteo de los conflictos que esquiva las sutilezas, haciendo que los motivos de conflicto entre las parejas caigan en la obviedad. Esto opera “universalizando” los motivos del descontento. La necesidad de irse del lugar radica en la suciedad de la cama, lo precario del dormitorio de los niños, la sexualidad exacerbada del matrimonio de Ciara y Paddy. Los motivos que movilizan a los personajes son obvios y funcionan en cualquier cultura porque refieren, directamente, a situaciones asociadas al orden y la limpieza. Para una familia de clase media alta es impensado sentir comodidad en un espacio austero y sin ningún tipo de comodidad. Esta será la premisa inicial que Watkins propone para que Louise reafirme sus ganas de no estar ahí. Sin embargo, el uso de recursos evidentes por parte de Paddy y Ciara para generar culpa por sus quejas, desde la pérdida de una hija hasta la posibilidad de que Ciara sufra violencia de género, harán que se queden en la casa un tiempo más. Si en el film original las razones no le resultaban suficientes al espectador para justificar la permanencia de la familia en esa casa, en la remake se utilizan motivos que sean aceptados de manera unánime aunque vayan en detrimento del terreno sútil en el que Tafdrup decide construir el film.
Crisis existenciales

Uno de los aspectos más interesantes del film original es el de la construcción de los personajes masculinos protagónicos, que resultan tan transparentes como ambiguos en sus motivaciones. El reencuentro de las familias en las dos películas genera en el espectador un interrogante: ¿Por qué deciden viajar a la casa de unos desconocidos?. De una u otra forma, lo que sucede al segundo encuentro es la respuesta a esta pregunta. En ambas se presenta la misma dinámica: los dos padres de las familias huéspedes atraviesan una crisis. En el caso de Bjørn (Morten Burian), el encuentro con Patrick (Fedja van Huêt) será para él un espejo que refleja lo que quisiera ser. Harto de la rutina, de hacer las cosas por costumbre, de tener una familia por que es lo que “debía” hacer, encuentra en el viaje la chance de ser otro y de hacer algo distinto. Su angustia es existencial, refiere directamente a no saber quién es ni quien quiere ser, a una pérdida de su identidad.
Contrariamente, Ben decide viajar a la casa de Paddy porque necesita echar raíces en Europa. Están solos, sin ningún vínculo y atravesando una crisis matrimonial. El gran problema de Ben es haber descubierto a Louise enviándole mensajes de carácter sexual a un padre de la escuela de Agnes. A esto, se le suma una crisis laboral. El problema de Ben se asocia directamente a la puesta en crisis de su masculinidad, se siente incapaz de mantener económica y afectivamente a su familia. Este cambio respecto a la versión original modifica un sinfín de cuestiones, poniendo en primer plano el componente sexual que en el film original solo se trabajaba desde la sugerencia.
Lo que ocurre con los padres residentes es similar. Tanto Paddy como Patrick se construyen como personajes fuertes, portadores del ejercicio de la violencia, sexualmente abiertos y dominantes. Lo que los diferencia son las motivaciones. El por qué Patrick hace lo que hace queda como una incógnita que flota en un ambiente angustiante. No sabemos qué siente, qué quiere o por qué miente compulsivamente para hacerse con los hijos de las familias a las que invita. Por el contrario, Paddy se devela como un criminal y un ladrón de poca monta. Asesina porque está en su naturaleza, mata para obtener bienes y dinero que le permitan sostener su vida, rapta niños para darle a su esposa algo que maternar. Es en esta constante necesidad de sobre explicar todo lo que ocurre en el film original donde Watkins termina traicionando la esencia de un film que, necesariamente, opera sobre el terreno de lo sugerido y lo no dicho antes que en el exceso y la respuesta.
Los niños

Lo que durante muchos minutos de la versión original era un misterio, el por qué el pequeño Abel (Marius Damslev) no sólo no podía hablar sino que se comportaba como un niño ausente, Watkins decide dejarlo de lado para darle al pequeño Ant mayor protagonismo. Que los dos niños de la familia establezcan un vínculo habilita una comunicación que no existía en el film anterior. Ant es activo, busca ayuda y devela información central para el descubrimiento de la verdad, volviéndose un protagonista indispensable de la historia. Lejos de aceptar de manera pasiva el suceder de los acontecimientos, interviene e influye en el comportamiento de Ben y Louise. De alguna manera, se convierte en ese conejo indispensable para la subsistencia de Agnes, en aquello que debe ser conservado y protegido. Por ese motivo, Watkins lo ubica en el centro de la resolución de la historia. En este film, los piedrazos finales no están ausentes pero se ubican en el lado opuesto del film de Tafdrup.
Metáfora de la caza

En su intención por adentrarse en la psicología de la familia protagonista, la remake de Speak no evil representa la idea de caza por medio del comportamiento de los personajes. Paddy dedica su tiempo libre a la caza de animales, disfruta al ver en la mira de su rifle a la presa. Lo que en un principio podría ser una actividad que conecte a los dos padres de familia, rápidamente se elabora como la dinámica central del film. Lo que Watkins construye es un complejo juego del gato y el ratón donde los roles se invierten hacia el final. Quién es víctima y quién victimario será lo que defina los vínculos entre ambas familias. Esta idea, ausente en el film original, será la premisa desde la cual reelabore el final del film. Si Tafdrup anula toda posibilidad de supervivencia en la familia huésped, volviéndose un elemento más de un ciclo que se repite incansablemente, Watkins otorga la familia víctima la posibilidad de defenderse. Aquello que se presenta como la esencia del film original, la imposibilidad de hacer uso de la fuerza y luchar por vivir, en la nueva versión se exacerba al extremo de dejar en manos de los niños la victoria.
El final es una venganza

Si accedemos al film norteamericano, luego de ver la versión original, sentiremos que el gran cambio se da en la resolución de los acontecimientos. Lo más memorable de la película de Tafdrup es el final, marcado por la violencia y la desesperanza pero, sobre todo, por la incapacidad de los personajes de luchar por sus vidas. Como señalamos anteriormente, el estatismo responde a los elementos culturales que se ocupó de presentar a lo largo del film. La idea del “buen huésped” es llevada al extremo de no alzar la voz, o hacer uso de la violencia, aún cuando se avecina la muerte. Este elemento es el que los críticos encontraron conflictivo al momento de su estreno, definiendo al final del film como algo difícil de procesar por su crueldad. Evidentemente, la modificación de la resolución de la historia era necesaria a la hora de vender el film a un público mucho más amplio que exigiría una defensa activa por parte de la familia. La aceleración del ritmo de la historia, la pérdida de la sutileza, o el exceso de descripción y de violencia en determinadas secuencias responde a la necesidad de elaborar un final que conforme al público en general.
No sólo la violencia se agrava y se explicita, sino que entran en el juego otros participantes de la historia. Ben sigue siendo inútil en la defensa de su familia y Louise hace uso de sus saberes domésticos para frenar el avance de Paddy. Serán los niños quiénes lograrán poner un fin a la violencia convirtiéndose en partícipes necesarios de la resolución de la trama. Agnes con la jeringa de Ketamina y Ant vengando la muerte de sus padres con una piedra conseguirán que, ningún otro niño, engrose el ciclo criminal de Paddy y Ciara. En este sentido, podríamos decir que son los únicos que efectivamente merecen poner un fin ya que son los que sufren de manera directa la violencia ejercida por el matrimonio.
Si bien la angustia acompaña a los personajes aún cuando se saben a salvo, el espectador se siente aliviado ante el fin de la historia propuesta por Watkins. Lejos de esto, Tafdrup invierte los términos. La liberación del dolor se da en los personajes protagónicos por medio de una muerte (casi heroica) que los encuentra desnudos y abrazados en lo profundo de una cantera. El horror queda en el cuerpo de la niña que perpetúa la historia con una nueva familia. Ante esto, el espectador absorbe toda la violencia y la tensión, sintiendo en carne propia la incapacidad de torcer la historia. Watkins nos libera de todo dolor y responsabilidad, habilitando la posibilidad de salir del cine con cierta sensación de justicia.
La lista de elementos a repensar podría extenderse. Los cambios que la nueva versión propone son tan profundos y significativos que la esencia del film original se pierde en un exceso de violencia e información explícita. Es en estas ocasiones donde resultaría necesario e interesante poder acceder a las decisiones que la industria toma a la hora de seleccionar un film para realizar una nueva versión. De nuestro lado sólo quedan preguntas asociadas a la poca distancia temporal entre una y otra, la decisión de modificar el final dándole a los personajes un destino diferente o, sobre todo, por qué existe la necesidad de tomar películas de cinematografías no hegemónicas y adaptarlas a un gusto más “popular”. Con todos los recursos, el film de Tafdrup gana ampliamente una pelea que nunca debería haberse dado.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.