KAUFMAN, UN NO COMEDIANTE

He visto el filme “Man on the Moon” (1999) que aborda la vida del controvertido comediante y actor estadounidense Andy Kaufman (nacido el 17 de enero en Nueva York y fallecido el 16 de mayo de 1984 en Cedars Sinaí, Los Ángeles), conocido por su humor absurdo y surrealista; y también por sus polémicas actuaciones en "Saturday Night Live" y "Taxi" entre los años 70 y 80 que –por su estilo provocador, irreverente y absolutamente anti convencional- le ganaron la no aceptación unánime del público en general y el desprecio de no pocos “enemigos” en el mundillo del espectáculo. En efecto, muchos colegas del rubro veían en Kaufman a un tipo que denostaba al oficio. Aquellos no comprendían el estilo innovador y desafiante de Andy que lo convertían en alguien distinto y, como ya sabe estimado lector, lo distinto al común de todos los mortales, asusta… ¿Y por qué razón? Quizá porque el comediante en cuestión (magistralmente estelarizado por Jim Carrey) fue el espejo de ese público que no se quería ver reflejado en él. Efectivamente: la generalidad de las personas tenemos algo de controversial, irreverente e inconformista pero que sabemos ocultar por temor a no encajar en el conjunto. Sin embargo, Kaufman no era de esos:

Él fue un fuera de órbita

Andy Kaufman te gustaba o simplemente no te gustaba su forma de hacer humor. Interpretaba una variedad de personajes, como el grosero y desagradable Tony Clifton que a menudo provocaba reacciones negativas y confusas en la audiencia, más habituada a la comedia de situación; incomodaba y desorientaba manteniendo una expresión seria, incluso durante los momentos más absurdos o cómicos, lo que añadía desconcierto a sus actuaciones: Nunca se sabía lo que iba a hacer (tuvo tantos seguidores y admiradores como enemigos y detractores; es que hay público para todo en la viña del Señor…). Ciertamente, me pregunto si acaso Andy hacia humor para sí mismo o para el público; ¿quería entretenerse o entretener? Como sea, no encajaba del todo ya que el entretenimiento predecible nunca fue lo suyo. Jamás hizo uso de un chiste tradicional pero sí abusaba de las situaciones absurdas y desconcertantes: eran su sello personal. Ciertamente, entre esas situaciones se ubica su memorable “pelea” en el ring con el luchador Jerry Lawler que generó mucha controversia y atención que era –justamente- lo que Kaufman buscaba ya que se deleitaba en crear incertidumbre y confusión en el espectador. Sus actuaciones, caóticas e improvisadas, en realidad eran meticulosamente preparadas, planificadas al detalle (baste con recordar la escena del supuesto televisor descompuesto). No te concedía la certeza de saber si estaba bromeando o si era serio lo que decía o hacía en el escenario. Desafiaba a su audiencia para que dejaran de ser meros espectadores pasivos. Les exigía pensar, participar.

Sin embargo, no necesitaba ser comprendido para sentirse realizado; y siempre fue auténtico consigo mismo; tenía una forma diferente de procesar el mundo; veía la vida como una “ilusión”, tal como la define en la escena final. En definitiva, Andy Kaufman fue un artista con una visión de la vida diferente al común de la sociedad de su tiempo: eso lo convirtió en un GENIO INCOMPRENDIDO.

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