Empezar este texto hablando de M. Night Shyamalan como “el director de The Sixth Sense” (El sexto sentido - 1999) no es lo que más me gusta, pero me inclino por pensar que él mismo se esfuerza para que así sea, porque más allá de algunas cosas interesantes que pasaron en el medio, la que fue su tercera película fue tan buena que quedó bastante lejos del resto de su filmografía. No obstante, y a su favor, sin hacer con Trap (2024) una película brillante, podemos decir que se advierten ciertos atisbos de repunte.
En esta historia no hay elementos paranormales, más que una infancia atormentada de la que no se dice mucho, o una conflictiva relación madre-hijo que deviene en una psicosis y –sí, otra vez– la doble personalidad de un tipo. En este caso un bombero de New Jersey: Cooper Abbott (Josh Hartnett), padre de familia, esposo atento y asesino en serie. Y, por lo visto, bastante despiadado porque la prensa lo bautizó como “The Butcher” (el carnicero), aunque la película apenas lo muestre con un cuchillo.
Creo que no funciona del todo bien que los comentarios sobre él creen una figura a temer, aunque sean evocadas las imágenes o brevemente descriptos sus métodos: uno de los asesinos más feroces de los últimos tiempos, apenas empuja a alguien por una escalera, le aprieta los ojos a otro para dejarlo ciego y se carga un par de personas pero más por la necesidad de sortear un obstáculo que por el placer que le genera, según dice, asesinar.

Nuestro empático y generoso padre, lleva a su hija Riley (Ariel Donoghue) al recital de Lady Raven, una cantante pop bastante convocante de quien la niña es fanática al igual que el resto de sus pares de doce años que colman el Tanaka Arena, estadio dónde va a tocar. Ya de entrada, lo primero que advierte el padre –y Shyamalan se va a encargar de que los espectadores también– es la presencia inusitada de efectivos policiales en un mega operativo. Detenciones durante el show, FBI dando vueltas y demás cosas extrañas, empiezan a preocupar al carnicero que, a esta altura, se la ve venir y piensa por dónde escapar del evento que ya es una pantalla para la captura de alguien y promete ser exhaustivo en la búsqueda. ¿Qué hacen ahí? una persona pasó el dato de que el asesino iba a estar, el dato es real, el recibo de un ticket en una billetera o un bolsillo, da igual: tienen una pista sólida y por eso tal despliegue. Uno de los hombres adultos dentro de los tres mil que asistan al show, es el asesino más buscado del momento y todo el personal que trabaja ahí, sumados a la cantante y a su equipo, lo saben.
La película tarda apenas unos minutos en confirmarnos que es él, lo que sigue es su astucia para ver cómo salir de ahí y las preguntas de su hija por los comportamientos extraños de su padre. No voy a decir nada más porque es un director que suele dar esos giros “inesperados” en la trama. Podemos decir que es más una película de acción que un thriller –casi ATP– y que tiene buen ritmo. Shyamalan sabe hacer películas, a veces le resultan y a veces no, como a casi todos. En esta oportunidad hay cierta prudencia en la historia, un guión chato, y un tipo malo que se comporta como uno ejemplar y que hace un papel correcto.
Sobre la construcción de los personajes hay referencias inevitables como Psycho (Alfred Hitchock, 1960) y American Psycho (Mary Harron, 2000), sobre todo esta última hasta en los primeros planos del recordado Patrick Bateman, aunque –insistimos– sin una gota de sangre. El conflicto maternal irresuelto para el caso de la primera, se replica en la figura de la experta que está a cargo del operativo: la doctora Josephine Grant (Hayley Mills) que pretende oficiar de reencarnación o algo así. Aunque no será la única forma que tome la madre para aparecer porque da la impresión que todo el arco femenino (su hija, su esposa, y por supuesto, la estrella del pop que llenó el estadio) tratan de persuadir al propio Cooper por ese lado, sumado a unas visiones algo confusas que sufre el protagonista. El caso de Lady Raven resulta el más claro al tratar de ponerse en el supuesto rol de madre hablándole a Cooper como si fuera ella. La propia estrella pop es la hija del Director, Seleka Shyamalan que, a su vez, es cantante, compositora, y un calco de su padre.
Sabemos que Shyamalan tiene gente fanatizada por su cine dispersa por el mundo y este largo les va a gustar aunque siga una línea menos sobrenatural, como viene eligiendo para sus últimas películas después de las experiencias de The happening (2008) y Old (2021) que, más allá de las referencias a otras películas, son propuestas muy especiales. Como era de esperarse, también en Trap tiene su cameo y citas bastante obvias a otras de sus propias películas del tenor de “todos estamos rotos” o “no permitas que tus vidas se toquen”.
No digo que esté mal, de hecho hay que elogiarle al director su originalidad; además hizo buenas películas más allá del caso de The Sixth Sense, como Unbreakable (El protegido, 2000), The Village (La aldea, 2004) o Signs (Señales, 2002), después se envalentonó demasiado con eso de la originalidad y los casos que nombramos más arriba que para mi están lejos de ser sus mejores trabajos.
Hay algunas cosas a destacar más allá del reclamo, eso de trabajar con lo evocado en el thriller está bien resuelto aunque yo prefiero asesinos que maten, después me dicen ustedes si coinciden o no…
Hay un par de cámaras subjetivas desde el Punto de Vista de Cooper en los diálogos que no lo toman en el contraplano de igual manera, como si quisieran dejar en claro desde dónde se está contando esto, cosa que va a ser reforzada en determinadas apariciones que solo son vistas a los ojos de nuestro protagonista. También se lo suele mostrar con media cara fuera de cuadro, ubicándolo en el margen lateral y dejando ver solo una mitad de su rostro, dando lugar a esa dualidad que lo atraviesa. Esta visión parcial aparece bastante en el film, demasiado elocuente para remarcar esto de la doble vida del hombre ejemplar/asesino serial.
Hacia el final hay una serie de planos algo extraños que entorpecen un poco la visión, de seguro algo buscado pero demasiado forzado en la composición; además una pava que hierve el agua y oficia de espejo en un lento travelling que da suspenso pero solo se queda ahí.
En dos palabras: Volvió a darse una lucha más terrenal aunque el asesino no asesine. Entretiene. La cuota Shyamalan no se ve más que por uno o dos planos, la lucha interna y hasta ahí. No creo que decepcione a fanáticos aunque van a reclamarle que no está a la altura. ¿Al resto? Otro thriller que muestra como una y otra vez, el malo logra engañar a las fuerzas policiales, incluso cuando creen que tienen todo controlado.
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