Transmitzvah: una comedia tierna donde lo trans se aborda desde un registro no sufriente

El reconocido director de cine Daniel Burman (conocidos por los filmes de culto El abrazo partido, Derecho de familia, Dos hermanos y la reciente serie Iosi: el espía arrepentido) volvió a la pantalla grande con Transmitzvah, una simpática fábula donde lo trans es un pretexto para hablar del crecimiento como ser humano de una mujer en conflicto con su sentido de pertenencia religioso en su familia.

Transmitzvah es una historia de amor entre hermanos, que exponen sus heridas, intercambian las piezas que cada uno tiene del otro y completan (o inician), el proceso de reafirmación de la propia identidad. Rubén, el hijo menor de la familia Singman, desafía las normas al preparar un Bat Mitzvah en lugar de un Bar Mitzvah. Veinte años después, Rubén, ahora Mumy Singer, es una celebridad de la canción idish y regresa a su ciudad natal. Tras una tragedia familiar, Mumy pierde su voz y busca completar aquel paso postergado a la vida adulta con la ayuda de su hermano Eduardo.

Que Daniel Burman plantee la cuota queer de Transmitzvah desde una perspectiva no sufriente es realmente un hallazgo para el cine de temáticas de género, que mayormente se enfoca en historias de lucha o con cargas de dolor capaces de empañar la felicidad que puede experimentar una persona trans. Burman parte de una premisa verdadera: la diversidad es normal porque todos somos diferentes. Lo interesante es qué hacemos con nuestra vida. Y con ese tono esperanzador imagina su historia festiva, una coming of age judío-trans fresca que se aleja un poco (pero no tanto) de su clásico humor corrosivo, con el que muestra las picardías de la colectividad judía en Argentina, y presenta un relato que inaugura una nueva marca de director, más familiar y cercana a las problemáticas de un sector social relegado y con poca reivindicación positiva en el cine.

Transmitzvah. Opinión: Buena.

Dirección: Daniel Burman.

Guion: Daniel Burman y Ariel Gurevich.

Elenco: Penélope Guerrero, Juan Minujín, Alejandra Flechner, Gustavo Bassani, Alejandro Awada, Milo Burgess, Carla Quevedo, Carlos Belloso y Damián Dreizik.

Transmitzvah puede verse en cines y en Netflix a partir del 22 de noviembre.

Entrevista a Daniel Burman, director de Transmitzvah

En Transmitzvah lo trans se aborda desde una perspectiva no sufriente, a contramano de lo que se ve en muchas historias de este estilo. ¿La idea del filme estuvo siempre planteada desde este lugar?

¡Me encanta que me hagas esa pregunta! Yo tuve una primera experiencia muy importante trabajando con historias de personas trans cuando estuve involucrado en la telenovela Pequeña Victoria, donde trabajé con muchas actrices trans, y a partir de ahí quedé con la sensación de que muchas veces en las ficciones se condena a los personajes a sufrir por su pertenencia. Cada vez que uno ve en una ficción una historia de una mujer que ha transicionado parecería que toda su conflictiva va a alrededor de eso y me parece muy infantil, simplista y es una trampa para que los personajes sean utilitarios a aquello que los define. Y una mujer trans es mucho más que su identidad de género. Me parecía un gesto de modernidad y una provocación narrativa interesante plantear exactamente otro camino posible.

De hecho, en la película lo trans es el pretexto para hablar de la identidad desde otro lugar…

Absolutamente. La transición de la cual se habla es la de la infancia a la adultez y es en la que estamos todos, ahí no hay vueltas, todos somos parte de eso.

Tengo entendido que en el trabajo de guión participó Penélope Guerrero, la actriz protagonista. ¿Cómo fue este proceso?

Cuando empecé a escribir esta película quería ser muy cuidadoso en la construcción del personaje de Penélope, porque nunca pasé por una experiencia parecida a nivel personal y tampoco gente cercana -como para tener las garantías de que la posición de ese personaje no iba a estar basado de alguna manera en prejuicios o en una mirada con la perspectiva de género errada- y tampoco quería caer en la corrección política de de hacer lo que se debe hacer, sino que quería darle verdad al personaje de Penélope. El aporte de ella fue extraordinario, sin su mirada no lo podría haber logrado.

Vos sos papá, me imagino que las cuestiones de género deben haber sido tema de conversación en algún momento…

Sí, y son temas que sigo de cerca, pero tener a mis hijos como reflexión me hizo cambiar en el tiempo y me hizo ver muchas veces como padre que la cuestión identitaria de género es una parte esencial de nuestra vida, pero no lo es todo. Es un punto de partida básico en el camino de la identidad, pero no es una llegada. Y esto que parece una obviedad no lo es, porque muchas veces el foco que se ha puesto en el último tiempo -y que ha sido muy relevante para el reconocimiento de derechos- trajo como correlato no deseado cierto reduccionismo en la mirada de lo identitario. En este marco me parecía que estaba bueno mostrar la historia de un personaje que ha pasado por una transición, pero su conflicto gira en torno a qué hace ella con lo que sus padres soñaron para su vida y cuáles son sus sueños.

Eso está planteado en los primeros minutos de la película: el problema paterno no es tener una hija trans, sino una hija que no siga con el mandato religioso.

Exactamente. La perspectiva del padre es interesante porque su reticencia al deseo de su hija va más allá de su género o sexualidad; tiene que ver con el fanatismo o las ideas que a veces tenemos los padres de qué es lo mejor para nuestros hijos y, por otro lado, esa necesidad que tienen los hijos de romper con lo que tienen alrededor para construir algo nuevo.

No me parece menor que una película como Transmitzvah se estrene en un momento histórico donde se reflotan discursos violentos contra las personas LGBTIQ+, quienes están muy vulnerables…

La película parte de un concepto muy milenario: la diversidad es propia de nuestra existencia, como dice Mumi en un momento de la película, “yo no soy gluten ni lactosa para ser tolerada”. Ontológicamente somos diversos. Cuando ahora hablan tanto de la “normalidad y la biología” los invito a estudiar y que me traigan dos seres de esta humanidad idénticos.

Estamos viviendo un momento histórico muy tremendo así que sentía que tenía que haber una película donde el tema de la diversidad estuviera puesto desde un lugar no de ruego ni de lucha o aceptación, sino desde la naturalidad total porque somos diversos. Personalmente, creo que hay otro mundo posible y por eso la película tiene una estructura de fábula porque no representa el mundo que vemos hoy, pero es el mundo que me gustaría dejarle a mis hijos.

La última Daniel. En todas tus películas los protagonistas tienen aspectos no resueltos con la religiosidad. ¿Qué relación tenés con la espiritualidad?

Tengo una zona espiritual muy activa y me parece la decisión más relevante de mi vida. La religión, para mí, no tiene que ver con el cumplimiento de normas o códigos, incluso festividades. Yo creo que si existe un Dios por sobre nosotros no está vigilándonos en los detalles, me cuesta pensar en eso.

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