Podríamos pensar que esta película se compone mediante los cuatro elementos; tierra donde Gary mantiene sus pies, fuego aquel que se transmite cada vez que Alana y Gary se miran el mundo se detiene, aire aquel que choca con su rostro mientras corren sin destino alguno y agua, aquella que llenan las camas de los soñadores.
Tras cinco años de impasse, Paul Thomas anderson nos volvió a deleitar con un nuevo título, estamos ante la novena película del director, su primer coming of age, y la primera película con dos protagonistas que hacen su debut actoral. Quizás el cocktail mas explosivo de los últimos años, por fuera de la mega producciones con cast estelares.

Esta es la historia de Alana Kane (Alana Haim) y Gary Valentine (Cooper Hoffman), de cómo crecen juntos, salen y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.
Licorice Pizza, como mencione es la novena película del director, y con ella trae nuevamente un soundtrack que sonará nuestra memoria por mucho tiempo, con canciones desde The doors, David Bowie hasta James Gang, y Donovan Leitch. Canciones que nos permiten meternos en la atmósfera californiana acompañando las aventuras de sus protagonistas y sentirnos eternamente jóvenes.
Anderson explicó el titulo de la película “Si hay dos palabras que me hacen tener una respuesta pavloviana y un recuerdo de ser un niño y correr, son ‘regaliz’ y ‘pizza’…me lleva instantáneamente a esa época», por otro lado también se comprende que el título hace mención a las viejas disquerías que solo vendian vinilos, mas conocidos como discos en forma de pizza.
Existe un grado de nostalgia que recorre nuestras vidas como pieza de jazz en el aire, como si la simpleza de la vida consiste en sentir plenamente, como si los límites no existieran. Esa nostalgia que impacta a través de sus colores y su mirada cubierta por un reflejo de juventud y libertad. Una libertad que caracteriza a estos dos protagonistas, novatos pero con mucha gracia y encanto que se desenvuelve en las alturas y las grandes estrellas Gary y Alana que corren durante todo el metraje en direcciones opuestas pero que llevan a sí mismo un lugar. Dos protagonistas fuertemente emocionales joviales e impulsivos, tan impulsivos como una corriente de viento que impacta en nuestro rostro, personajes que no se caracterizan por tener decisiones concretas sobre la vida porque recién la están atravesando, personajes que se reinventan como el mejor artista, personajes que buscan la aprobación y buscan la aventura; un personaje que busca crecer y uno que prefiere rodearse de adolescentes para evadir eso, se encuentran y comienzan a crecer a la par pero de forma singular, aunque ellos no lo saben se necesitan, se necesitan como un vinilo y un tocadiscos, como el regaliz y la pizza, como nosotros y el cine.
La película puede ser romántica pero ante todo es un coming of age que retrata el Valle de San Fernando de una forma sublime, naturalista y juvenil; es que quizás entre el juegos, la historia o los celos y el descubrimiento, el despertar de ambos qué hay detrás de una ciudad que sigue sus aventuras y los encandila como el del letrero de una tienda de 24 horas.
El mundo en el que viven sus personajes es el mismo que el de inherent vice, Boogie nights o Magnolia, pero aquí tiene un aire melancólico que rodeado de azules nos transporta en el tiempo para abrirnos la magia de la Juventud y la ironía de la vida en una época en donde la música era la representación más noble y certera de la pasión, el vínculo y la amistad entre los jóvenes.

Aquel azul que supo representar la melancolía y la tristeza en su filmografía, hoy se ve despojado del dolor para representar un estado onírico en donde sus protagonistas viven en un completo sueño, donde aprender a crecer y tomar decisiones de grandes, por que el azul también representa la libertad, lealtad, armonía, verdad y seriedad.
Desde otro lado, también el naranja es el opuesto fundamental en la narrativa visual, porque Alana y Gary son opuestos pero se complementan, y esto es lo primero que vemos al conocer a los personajes y al descubrir la puesta en escena.
Recrear los años setenta no es tarea fácil, sobre todo teniendo en cuenta que muchos objetos de la época se han perdido, para Florencia Martin, la diseñadora de producción o como conocemos acá, directora de arte, fue un verdadero desafío. Todo fue filmado en locaciones reales, que con el paso del tiempo fueron modernizadas y modificadas, por lo que resulto muy complicado de encontrar. Encontraron un tramo intacto de negocios en Chatsworth, que se convirtió en el bloque donde el personaje principal Gary Valentine (Cooper Hoffman) abre una tienda de camas de agua y luego un palacio de pinball (lo que requirió encontrar docenas de máquinas en funcionamiento anteriores a 1975). Para la mansión propiedad del productor Jon Peters (Bradley Cooper), consiguieron que un actor famoso, cuyo nombre permanece en el anonimato, les dejara usar una casa que estaba remodelando; reconstruyeron un par de habitaciones, filmaron las escenas y luego quitaron su trabajo manual, ya que el actor no estaba particularmente interesado en la alfombra de lana marrón y el empapelado de damasco dorado.


“El color de la luz es realmente importante, y estábamos viendo películas para estudiar el color de las luces de vapor de mercurio de la década de 1970”.
A Paul Thomas Anderson no se le escapa nada, y para lograr que cada área de su equipo cumpla con la creacion de dicha atmosfera tuvo que realizar una exhaustiva búsqueda de campo.
Los sentimientos es material característico de las obras de Paul Thomas Anderson desde la ira y la angustia hasta esperanza y esa sensación descolocante que produce el amor que lo hemos visto retratado en películas como «Punch drunk love» o «There Will Be Blood» pero a diferencia de sus antecesoras estos personajes se caracterizan por desbordar una locura inminente, simplemente son jóvenes viviendo la vida a quienes no les importa nada de lo que sucede a su alrededor, es por eso que Gary no comprende lo que sucede a su alrededor o alana por momentos se siente que no pertenece al mundo.
San Fernando elixir de grandeza San Fernando aventura y destreza. un Valle condenado a la música la alegría, el amor y la aventura.
Detrás de la nostalgia visual que despliega la película convive el recuerdo de Philip seymour Hoffman reflejado en la gestualidad y mirada a su hijo que lleva el apellido a lo más alto y entre las paredes de un set se rodea de una familia como la de Anderson que supo llevar al actor a la cúspide de su carrera, estamos quizás ante una glorificación misma en vida de lo que fue su padre, y un recuerdo de que muchas veces el talento y encanto natural se lleva en la sangre. A Cooper aun le falta un largo camino por recorrer pero teniendo la figura de su padre presente, solo nos queda esperar por lo que vendra.
Por su parte, Alana Haim, tiene un encanto natural arriba del escenario junto a sus hermanas y frente a la cámara, sus ojos y sonrisa despliegan un dulzura única, mientras que sus rasgos muestran ser una mujer diferente pero con muchas convicciones. Como dijo ella una vez, es como la versión humana de Goofy, ese personaje que no es el protagonista en un mundo estereotipado pero que tiene mas humanidad y brillo que cualquier otro. Alana como Alana misma, representa los problemas de las veinteañeras de forma real, no exagera sus decisiones y es impulsiva como cualquiera a su edad.
Los personajes secundarios si bien no terminan de cerrar sus historias, aportan lo necesario para que los caminos de Alana y Gary se encuentren en todo momento.
Si la juventud perdurará con la misma frescura que la película entonces no ya no existirían los problemas, y todo seria como reproducir nuestra canción favorita por primera vez. Licorice Pizza produce exactamente eso, un estado de completo estasis que recorre nuestro cuerpo para producir serotonina que nos indunda, y no permite reflexionar justamente sobre la vida y la juventud.
Aquel estado onírico es representado mediante la atmósfera que crea Johnny greenwood con su banda sonora, capaz de teletransportar al espectador a aquel valle, capaz de erizar la piel y desear con fuerza haber vivido aquel momento, capaz de permitirnos disfrutar de nuestra juventud que no perdurara para siempre. Las notas elegidas por Greenwood comparten un mismo universo con su cinematografía, pues todos sabemos que el sonido y la imagen son indivisibles por mas que se quiera y estos conforman lo que llamamos objeto audiovisual. Lo que vemos y oímos es un mismo cosmos.
Los recursos narrativos de Anderson siguen siendo el fuerte mas grande en una industria caracterizada por el uso desmedido de la pantalla verde, porque esta historia no se basa solo en tener un gran guión, también influyen otras áreas como el montaje, la dirección de arte o la iluminación.
Anderson y Michael bowman que comparten crédito de director de fotografía, filmaron Licorice Pizza en una película 35 mm utilizando lentes más antiguos para crear la textura de de película de los años 70, trabajo nada sencillo dado el costo en producción que esto demanda. Si bien la película fue rodada en 35mm, en casi todos los cines su proyección se dio en 70mm, no antes sin la aprobación del mismo director. Cada escena fue rodada con diferentes materiales, y se termino la película con 3 lentes de 50mm con distintas características según las imágenes que se deseaban, se filmo principalmente con una serie C, que es un anamorfismo de la vieja escuela.
«necesitamos degradar un poco la imagen, hagámoslo para que tenga algo de textura, para que tengan más conexión con la audiencia. Entonces de ahí es donde viene el uso de la lente»
Sin el uso del fílmico es muy probable que la atmosfera californiana de los setenta no exista como tal.
Podemos relacionar visualmente muchas películas a Licorice Pizza, pero el propio director de fotografia dijo que usaron como referencia American Graffiti, y Manhattan , sobre todo para usarlos como referencia en cuanto al movimiento y eje de acción de los personajes con respecto a la cámara.

Indicaciones de como operar un tocadiscos
Podríamos pensar en la estructura de la película de la misma manera en la que operamos un tocadiscos por primera vez, porque aquella sensación de sorpresa también se despliega al presenciar una proyección del film.
- Levanta la cubierta protectora del tocadiscos
Levantar la tapa funciona como la presentación del espacio y de sus personajes, la primera escena ya nos mete en atmósfera y conocemos la base que pondrá en funcionamiento todo; la escuela en donde se conocen por primera vez Alana y Gary, podría ser un simple espacio pero es un factor imprescindible dado que proviene de una anécdota que usó el mismo Paul Thomas Anderson para escribir el guión de la película. Es el centro de acción, y el conector entre sus protagonistas, es aquel interruptor que pone en marcha el relato, el primer acto.
2. Retira la cubierta protectora del plato
El plato es la plataforma circular sobre la que colocarás el disco de vinilo. Con total certeza podemos plantear que el primer gesto de conexión entre ellos funciona como si retiraramos el plato de la plataforma, aquella frase que exclamó Gary completamente flechado por Alana es la que elimina completamente su entorno para enfocarse en ella: «I met the girl I’m going to marry one day». La conexión ya está lista para que comience la magia.
3. Asegúrate de que el tocadiscos no esté girando
Para accionar hay que asegurarse de que el mundo este girando y comprender ello. Nosotros como protagonistas de nuestra historia queremos ir mucho más lejos, mucho más rápido y haciendo mucho más ruido del que se permite. Así es Gary, aquel joven de 16 años que tiene la impulsividad de la adolescencia, y la desenvoltura de la adultez. Un joven que no se quiere bajar del mundo, pero que quiere recorrerlo a su manera.
4. Coloca el disco en el plato.
Nuevamente, el plato es la plataforma redonda sobre la que el disco de vinilo descansa durante la reproducción. Colocar el vinilo sobre le plato, es poner a sus personajes en acción, es que la historia transcurra a través de ellos, de su sentir, sus golpes y sus lágrimas, es prepararlos para que sean la estrella que encienda la disquería y el cartel que titile en la entrada. Aquí es donde sucede la acción, es el momento en donde sucede el nudo, el acto del medio, el segundo acto antes del final, los personajes se conocen, viven y se desviven.
5. Pon el plato en movimiento.
Poner el plato en movimiento puede ser pensado de dos maneras diferentes; la principal es cuando el espectador llega a la sala, se sienta y comienzan los títulos. Desde el lado técnico, es cuando se desencadena el conflicto de la película, principalmente se suele dar tras el primer bloque, en Licorice Pizza el conflicto son las diferencias que poseen sus protagonistas que los mueven durante todo el metraje. Así como el vinilo necesita del plato para moverse, este necesita una razón para hacerlo, de lo contrario quedaría inmóvil
6. Levanta o coloca el brazo de lectura en posición
Acciones. Sin acciones la juventud no se mueve, y sin colocar el brazo donde se debe, el disco tampoco. Las elecciones de Gary, Alana o sus amigos trazan un sendero, se mueven de forma singular para dibujar y contar una historia única, una historia que levanta y enaltece a la juventud, el estar enamorado y vivir la vida, con errores y virtudes.
7. Disfruta de la canción
El inicio de una película es como un acto de magia, impacta y motiva, te mete dentro de ese universo y no te deja salir hasta el minuto final, en donde buscas correr como Alana y Gary. Esa magia se suele dar pocas veces, pero cuando sucede es como estar enamorado y ver la cara de la persona que amas iluminada por la imagen de la película que están mirando junto a mil extraños.
Licorice Pizza es esa pieza que queremos reproducir en nuestros mejores momentos, y también en los peores para sentir el impulso de ir por mas.

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