La famosa novela y film de glamour distópico "A Clockwork Orange" (La naranja mecánica), el opus magnum de Stanley Kubrick, quien trae del papel al fotograma las palabras de Anthony Burgess, un escritor contemporáneo del aclamado director, adapta 20 de los 21 capítulos de esta obra, siendo justamente el vigésimo primer capítulo en el que reside la esencia del camino a la redención de nuestro protagonista (el cual es un punto focal en el mensaje de esta obra). La novela escandalizó al público inglés durante la estrafalaria ola del punk y la psicodelia en Inglaterra en los años setenta.La naranja mecánica se ha convertido en una cause ceebre en la cinematografía mundial: grotesca, sublime, sensacional. Un tour de force visual y sonoro que mezcla violencia, estetica y la ambiguedad de la naturaleza humana, creando una experiencia atemporal que sigue impactando al dia de hoy .
Durante sus más de dos horas de proyección vemos al joven criminal y amante de la música clásica, "Alexander DeLarge" (interpretado por un joven Malcolm McDowell), disfrutando sin arrepentimiento de lo que él mismo llama “ultraviolencia”, dopado no solo con el ellocet o drencrom, sino con el placer desenfrenado que le brinda el ejercer esta ultraviolencia en otros… al hacerlo sin padecer consecuencias. Pues es ahí donde encontramos el predicamento en esta obra. Durante una de sus travesuras, Alex es atrapado y encarcelado, pues fue traicionado por quienes siempre estuvieron durante estas aventuras nocturnas: nadie menos que sus tres "droogs", Georgie, Dim y Pete. Cansados de sus constantes abusos y provocaciones, decidieron poner un alto a la situación, traicionando a su amigo y líder, entregando su destino a manos de la policía.
Hallado culpable de su crimen, el cual fue el violento homicidio de una anciana mujer, Alex es sentenciado a 14 años, convicto en la penitenciaría y numerado como el recluso “655321”. Alex era ahora uno más de los jóvenes reclusos, ovejas descarriadas del sendero que han obrado mal y están pagando su penitencia. La suerte de Alex parece cambiar cuando es reclutado para un novedoso tratamiento psiquiátrico: la técnica Ludovico, que usaría el serum 114 para inducir malestares varios en el paciente durante una legítima tortura psicológica, utilizando control mental y lavado cerebral para hacer a Alex odiar lo que más ama: la música y la violencia.
Decidido a perder su voluntad y prácticamente su humanidad para librarse de su penitencia, nuestro añorado protagonista hace lo impensable para demostrar su obediencia y su completa falta de libre albedrío al ser inducido a horribles malestares solo con pensar en ejercer violencia. Libre después de tan solo dos años y tras el más inesperado giro de acontecimientos en el que Alex se reencuentra con Pete y Georgie, quienes son ahora policías —“un trabajo para dos y dos en edad para trabajar”—, dispuestos a colocar la cereza del pastel sobre el discutiblemente merecido castigo que está recibiendo, lo golpean y humillan una vez más., aunque la verdad sobre el tratamiento Ludovico sale a la luz gracias a la presión mediática. En un giro político, el funcionario que aprobó el tratamiento, involucrado en una campaña de reelección, decide "reparar lo dañado" y ofrecerle a Alex una nueva oportunidad en la sociedad. Le otorgan un empleo en el gobierno y la promesa de una vida estable y feliz.
Sin embargo, en la película queda claro que Alex nunca se arrepintió de sus crímenes. El tratamiento solo le ha inducido a asociar la violencia con el malestar físico, pero su espíritu sigue siendo el mismo. Su historia refleja la lucha entre el libre albedrío y las fuerzas de control y reformación, un tema central de la obra. La omisión del vigésimo primer capítulo, que en el libro revela la evolución del personaje hacia la madurez y el arrepentimiento, deja en el film una visión más pesimista: Alex nunca fue curado. En lugar de encontrar la redención, se convierte en una víctima más del sistema que lo usa para tapar sus propios errores.
En última instancia, La naranja mecánica es una reflexión sobre el poder, el control y la libertad individual. Alex, ahora una "naranja mecánica", es un ser humano reducido a una máquina sin voluntad, un organismo biológico atrapado en la forma de un sistema que lo despoja de su humanidad. La película, al igual que la novela, nos deja con una inquietante pregunta sobre la verdadera naturaleza humana y su relacion con la condicionalidad y la libertad
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