Cuando pienso en Fragmentado (Split, 2016), la imagen que se forma en mi cabeza no es la de un thriller convencional. Es más bien un viaje inquietante, como adentrarse en un laberinto donde cada giro te lleva a una nueva sorpresa. M. Night Shyamalan volvió a demostrar su capacidad para desorientarnos, pero esta vez, en lugar de un gran giro final que redefine la trama, nos dio una historia que juega con nuestras expectativas desde el principio. Sin embargo, lo que realmente sostiene la película, lo que la eleva por encima de muchas otras del género, es el impresionante trabajo de James McAvoy, y por qué no decirlo, la famosa frase “Yo no fuí, fue Patricia”
La trama, a simple vista, es sencilla: tres adolescentes son secuestradas por Kevin Wendell Crumb, un hombre con trastorno de identidad disociativo (TID), y pronto descubren que dentro de él habitan no una, ni dos, sino 23 personalidades diferentes. Algunas son inofensivas, incluso infantiles, pero otras… otras son escalofriantes. Y entre todas ellas, se insinúa una entidad aún más aterradora: La Bestia. Desde el primer momento, supe que no estaba viendo una película común.

Fragmentado no es un filme de terror al uso. Aunque hay momentos de pura tensión y algunas escenas que rozan lo perturbador, su verdadera fuerza reside en el suspense psicológico. A medida que conocemos a Kevin y a las personalidades que lo habitan, la sensación de peligro se vuelve más palpable. No es solo el miedo a lo que pueda hacer, sino la inquietante idea de no saber qué rostro mostrará en cada momento. Shyamalan juega con el espacio reducido de los escenarios, principalmente el sótano donde están encerradas las chicas, para crear una atmósfera claustrofóbica. Pero lo que más me fascinó fue cómo convirtió la mente de Kevin en el escenario principal de la película. Cada interacción con una de sus personalidades nos ofrece un vistazo a ese complejo rompecabezas psicológico que es su trastorno. Aunque hay cierta controversia sobre la representación del TID en el cine (y con razón, pues a menudo se caricaturiza o se usa como un recurso sensacionalista), Fragmentado no busca ser un documental. Es un thriller que utiliza el trastorno como un vehículo para explorar temas más amplios: la fragilidad humana, el trauma y la posibilidad de la redención.
Hablar de Fragmentado sin mencionar a James McAvoy sería un despropósito. Desde que lo vi aparecer por primera vez en pantalla, me di cuenta de que estaba ante una actuación excepcional. Interpretar a un personaje con múltiples identidades no solo requiere talento actoral, sino también un compromiso absoluto con cada una de esas facetas. Y McAvoy lo hace con una fluidez que roza lo sobrenatural.
Lo impresionante no es solo que cambia de un personaje a otro, sino cómo lo hace. Hay un momento, quizás el más emblemático, donde vemos a Kevin transformarse frente a nuestros ojos. Sin necesidad de maquillaje o efectos especiales, McAvoy altera su postura, su tono de voz, incluso la expresión de sus ojos, y de repente ya no es Kevin, sino Patricia, una mujer autoritaria con un aire maternal perturbador. O Hedwig, un niño de nueve años que mezcla inocencia con una pizca de malicia.

Se sabe que McAvoy realizó una intensa preparación para este papel. Estudió diferentes trastornos psicológicos y trabajó con especialistas para entender las complejidades del TID. Pero lo que más me sorprende es cómo logró darles vida a estas personalidades de manera tan única. Cada una tiene su propia cadencia al hablar, su forma de moverse, incluso sus pequeñas manías. Es un despliegue actoral que pocos podrían igualar, y que eleva la película a otro nivel. Hay algo casi hipnótico en verlo actuar. Me encontraba esperando cada aparición de una nueva personalidad, no solo por lo que implicaba para la trama, sino por el puro deleite de ver a McAvoy transformarse una y otra vez. Su trabajo es el corazón de Fragmentado, y sin él, creo que la película habría perdido gran parte de su impacto.
Trauma y supervivencia

Más allá del thriller psicológico, Fragmentado es una historia sobre el trauma. Tanto Kevin como Casey (Anya Taylor-Joy), la protagonista femenina, son personajes marcados por un pasado doloroso. Kevin, como descubrimos, desarrolló su trastorno debido a los abusos sufridos en su infancia. Su mente fragmentada es su manera de lidiar con ese dolor, creando personalidades que le ofrecieran protección o control.
Por otro lado, Casey también lleva sus propias cicatrices. Sus interacciones con Kevin son algunas de las partes más interesantes de la película, porque son dos personas rotas que, de formas opuestas, buscan sobrevivir. Mientras que Kevin se refugia en sus múltiples identidades, Casey utiliza su calma y su inteligencia para intentar escapar. La relación entre ambos personajes me hizo reflexionar sobre cómo enfrentamos el sufrimiento. ¿Nos definimos por las heridas que cargamos, o por cómo decidimos enfrentarlas? Es una pregunta que la película deja abierta, y creo que ahí reside parte de su poder.
Shyamalan y su toque distintivo
Uno de los mayores logros de Shyamalan en Fragmentado es cómo equilibra lo extraordinario con lo humano. Aunque la película tiene elementos fantásticos, especialmente hacia el final, cuando La Bestia se revela como algo más que una simple personalidad, nunca pierde de vista el núcleo emocional de sus personajes.
El director utiliza un estilo visual sobrio, casi minimalista, que contrasta con el contenido emocionalmente intenso de la historia. No hay grandes alardes técnicos ni efectos visuales exagerados. Todo está al servicio de la narrativa, lo cual me parece un acierto. Y luego está el giro final, que conecta Fragmentado con el universo de El protegido. Admito que no lo vi venir. Fue un momento emocionante, no solo porque cambia la perspectiva de la película, sino porque nos recuerda que Shyamalan aún tiene la capacidad de sorprendernos.

¿Es Fragmentado una película perfecta?
Definitivamente no. Hay momentos en los que la trama se siente algo predecible, especialmente en las interacciones entre las chicas secuestradas. Algunas decisiones narrativas también me parecieron un tanto forzadas, como ciertos momentos que enfatizan demasiado la inminente llegada de La Bestia. Pero estos detalles no opacan lo que hace a Fragmentado una experiencia memorable: su capacidad para sumergirnos en la mente fracturada de Kevin y la actuación magistral de McAvoy.
Cuando pienso en Fragmentado, lo que más me impacta no es su trama ni su giro final, sino la idea que subyace en todo: la fragilidad de la mente humana y su capacidad para adaptarse al trauma. Kevin es un personaje trágico, aterrador no por ser un monstruo, sino porque refleja cómo el dolor puede moldearnos de formas que ni siquiera comprendemos. Y al final, quizás eso sea lo que hace a Fragmentado tan poderosa. No es solo un thriller psicológico, es un recordatorio de que, en nuestra complejidad, todos llevamos algo dentro que puede ser hermoso o aterrador, dependiendo de cómo decidamos enfrentarlo.
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