Rachel Green, el personaje femenino que merecía su final feliz

Nunca hay demasiados análisis y post de Friends. Es por eso, que hoy decido tomarme este espacio para hablar de quien, probablemente, sea el personaje femenino con mayor desarrollo personal del universo de las series: Rachel Karen Green.

Es como si toda mi vida toda la gente dijera: “Eres un zapato”. Bien, ¿Qué tal si no quiero ser un zapato? ¿Qué tal si quiero ser un bolso o un sombrero? No, no quiero que me compres un sombrero… ¡Es una metáfora!

Creo que no hay frase que simbolice tanto la evolución de Rachel a lo largo de toda la serie como esta. Una mujer que pasó de escaparse de su propia boda sin conocer nada del mundo real, a encontrar su pasión por la moda y trabajar duro por conseguir el trabajo de sus sueños.

En el primer episodio, Rachel es presentada como una mujer que parecía destinada a seguir el camino de niña rica y caprichosa, sin mayores preocupaciones que las que dictaba su círculo social. Sin embargo, al escapar de su boda, decide que esa no es la vida que quiere para ella, eligiendo un camino en el que puede aspirar a mas. A pesar del miedo y la incertidumbre de dejar atrás su relación de años y emanciparse económicamente de sus padres, sabiendo que no tiene nada asegurado, Rachel enfrenta todo eso desde los primeros veinte minutos de la serie.

Aunque en la dinámica grupal Rachel cumple con el rol de fashionista que disfruta de su soltería, pasando de novio en novio, su profundidad como personaje va más allá. A lo largo de todo el show, muestra una gran determinación para enfrentarse al mundo y lograr sus objetivos. Comenzando como mesera en el Central Perk, trabaja duro para ascender y, eventualmente, consigue empleo en Bloomingdales, lo que permite impulsar su carrera en la industria de la moda.

Todos los que conozco se están casando, quedando embarazadas o consiguiendo un ascenso, y yo estoy sirviendo café ¡Y ni siquiera es para mí!

Hablar de Rachel Green implica, sin dudas, hablar de su estilo, que la convierte en un icono tanto dentro como fuera de la pantalla. Además, su estilo evoluciona a la par del personaje, pasando de looks más informales, propios de su vida como mesera, a atuendos más sofisticados como faldas tableadas, blazers, vestidos elegantes y monocromáticos, reflejando su evolución profesional en la industria.

No obstante, no todo en su vida es perfecto, y su imperfección tiene nombre y apellido: Ross Geller. Su relación con él, caracterizada por las idas y vueltas, manipulaciones e infidelidades por parte de Ross (porque, claramente, tomar un “descanso” no significa salir con la primera persona que se cruza en tu camino), impide que Rachel logre el final feliz que realmente merece. No quiero decir que ella fue obligada a renunciar a sus sueños o a no subirse al avión, pero la dinámica tóxica de su relación con Ross, quien constantemente se siente inseguro y amenazado por su éxito, la lleva a renunciar a todo aquello por lo que había trabajado a lo largo de las diez temporadas.

Siempre fui y seguiré siendo creyente de que Joey fue un mejor compañero que Ross. Joey siempre se enorgulleció de ella, e incluso después del nacimiento de Emma, hizo hasta lo imposible por apoyarla. Cómo espectadora, lo que realmente me molestó no fue tanto que Rachel terminara con Ross, sino que desistiera de sus sueños y aspiraciones por él y sus inseguridades. El hecho de que ni siquiera se haya considerado la posibilidad de que fuera Ross quien se mudara, o al menos que se implementara una relación a distancia, deja la sensación de frustración. Ella merecía un final feliz, y ese final debería haberla llevado a París.

Creo que la Rachel de las primeras temporadas, la que luchaba por encontrar su lugar en el mundo y perseguir sus sueños, se sentiría decepcionada al ver que la Rachel del último episodio prefería al hombre narcisista e indeciso. El amor que Rachel pudo haber sentido por Ross, en mi opinión, nunca superó el amor que tenía por su carrera y su futuro.