La mitología de su narrativa y cómo Hideo Miyazaki anticipa el futuro con la eterna mirada de lo clásico.
Soy un profundo admirador de la obra de Miyazaki. Si claro, no soy el único.
Hablamos de un genio nacido en el siglo XX y formado en la vieja escuela que ha tendido sus lazos mágicos por encima de varias generaciones. Pero lo que me interesa de este creador no es solo su estética y narrativa sino su entendimiento del Zeitgest de su tiempo desde una cierta lateralidad, casi como un insurgente en el sistema
Podemos observar que las películas de Studio Ghibli tienen una capacidad única para transportar al espectador de todos los rincones del planeta a mundos mágicos en intrincados , donde la mitología ancestral y los dilemas modernos coexisten en un equilibrio sublime, aunque no lo diga en forma directa.
Pero más allá de las criaturas entrañables (Totoro), los paisajes oníricos y las historias conmovedoras, sus narrativas esconden una profunda y paradójica reflexión sobre la humanidad, la tecnología y, quizás, el futuro de la inteligencia artificial.
¿Les parece exagerado? Detengamonos un momento y analicemos para ver el fondo del hoyo del conejo.
En el mundo Ghibli, el choque entre lo orgánico y lo artificial, entre lo humano y lo posthumano, está más presente de lo que parece. De hecho es esencialmente lo que lo hace diferente
Miyazaki, un ser extraño para estos tiempos, con su eterna fascinación por la naturaleza, no solo defiende a capa y espada lo clásico, sino que también lanza advertencias que parecen diseñadas para nuestra era tecnológica.

La IA y el espíritu de lo inmaterial
El Viaje de Chihiro (Spirited Away) no solo es una metáfora necesaria y valiosa sobre la pérdida de la inocencia y el choque entre lo tradicional y lo moderno; también es una ventana al concepto de la inteligencia inmaterial. Vamos de a poco… y hagámonos esta pregunta:
¿Qué otra cosa es un espíritu sino una conciencia sin cuerpo? \
Pensemos en la transformación de Chihiro en un mundo dominado por espíritus que funcionan con reglas propias. Las “reglas propias” no solo aplican a los fantasmas, mundos laterales, dimensiones cuánticas y mundos extraterrestres…
Si lo trasladamos al universo de la IA, es casi imposible no ver un paralelismo con las redes neuronales que, aunque intangibles, moldean cada vez más nuestras realidades. Estas mismas que nos alteran y dominan hoy dia. Quizas como los monstruos pesadillescos de Chihiro.
Veamos por ejemplo que Haku, el espíritu del río atrapado en una máquina burocrática de avaricia y consumo, es una representación perfecta de cómo lo natural puede ser capturado y transformado por sistemas que priorizan el beneficio sobre el ser.
Y como vimos en Blade Runner, Ghost in the Shell y otras historias, ¿Qué sucede cuando una IA, diseñada inicialmente como una herramienta, comienza a absorber nuestra esencia creativa, emocional y espiritual?
¿Nos convertimos en sombras en nuestro propio mundo, como los padres de Chihiro, reducidos a consumir sin consciencia? Pareciera que si.

Tecnología, destrucción y renacimiento
Otra obra memorable es La Princesa Mononoke y es quizá la obra más evidente en cuanto a la relación entre tecnología y naturaleza. Dos mundos en oposición permanente danzando entre la vida y la muerte.
La industrialización, simbolizada por la Ciudad del Hierro (vaya nombre), consume sin piedad los recursos del bosque, enfrentando a los humanos con los espíritus guardianes de la tierra.
¿No es esto un eco de la discusión actual sobre el impacto de la IA en la ecología y la sostenibilidad?
Y lo hace sin recurrir a folletinescos mensajes, sino en la profundidad de la metáfora, apelando a la mitología de las cosas y la congruencia del mundo natural versos la locura e intrascendencia de lo artificial.
Peronaje fundamental: La Dama Eboshi, que a pesar de su carácter complejo y casi heroico, representa a quienes ven en la tecnología una herramienta de progreso, sin considerar las consecuencias para los sistemas vivos.
En contraste, San y los espíritus del bosque (como en los cuentos nórdicos o de Sudamerica) nos recuerdan la necesidad de mantener un equilibrio. En el caso de la IA, esta narrativa nos lleva a preguntarnos: ¿qué sucede si dejamos que el progreso avance sin restricciones éticas?
¿Cómo reconciliamos la innovación con el respeto a lo que nos hace humanos?
Si es que es posible, este es el momento de averiguarlo.

El castillo ambulante: identidad, transformación y conciencia artificial
Un castillo que vuela… es ya una belleza de poesía.
El personaje de Howl en El castillo ambulante es una criatura de multiples contradicciones: mitad humano, mitad bestia, y, en muchos sentidos, mitad máquina.
Su castillo, una estructura tecnológica y mágica a la vez, parece una metáfora visual de la IA moderna: un sistema que combina algoritmos avanzados con una estructura caótica y casi orgánica. Un adelanto a la formalización de la hibridación entre la cibernética, al pulso cuántico y la consciencia humana.
Pero lo más interesante es la relación de Howl con su propio corazón, una pieza robada y alojada en un demonio de fuego que impulsa toda la maquinaria.
Esta relación refleja nuestras ansiedades contemporáneas sobre cómo la tecnología podría apoderarse de aquello que consideramos el núcleo de nuestra identidad. ¿Qué pasará si, como Howl, entregamos nuestro “corazón” a sistemas que no entienden del todo la esencia de lo que somos? Lo estamos haciendo en este mismo momento con cada ingreso a nuestros celulares…

Miyazaki y su visión: un clásico que mira hacia el futuro
En una entrevista notable, Miyazaki describió su desconfianza hacia la tecnología digital y su amor por las animaciones hechas a mano. Y no, no es un determinista fanático, es un ser sabio por naturaleza que entiende que las criaturas necesitan libertad y las maquinarias en cambio órdenes y amos, y por supuesto energía.
Sin embargo, no se trata solo de una preferencia estética; es un acto de resistencia contra un mundo que avanza hacia la automatización total.
Es decir, se anticipa al futuro ingresando en forma invertida por la lateral puerta del mensaje encriptado.
Su negativa (casi tozuda) a depender completamente de herramientas digitales en sus películas es un recordatorio de que la tecnología debe ser un medio, no un fin. Pero, paradójicamente, esta postura lo convierte en un visionario, y en un rebelde.
En un momento en que la IA amenaza con transformar no solo cómo hacemos arte, sino cómo lo concebimos, Studio Ghibli nos ofrece una lección invaluable: el futuro puede abrazarse sin olvidar las raíces. Y las raíces necesitan barro y oscuridad. Como el mundo colectivo del inconsciente universal.
La IA en el universo Ghibli: entre Totoro y el mononoke digital
Totoro! Qué maravilla de invención!.
Y aunque Totoro parece un personaje distante del debate tecnológico, representa algo esencial en la discusión sobre la IA: el concepto de presencia. Al igual que la IA, Totoro es un ente que interactúa con su entorno de manera impredecible, moldeando las experiencias humanas de formas únicas. Sin embargo, a diferencia de las máquinas, Totoro no busca utilidad; simplemente existe. Y la existencia misma es la razón de ser de las criaturas naturales.
Aquí radica la gran diferencia entre el enfoque de Miyazaki y el de muchos tecnólogos contemporáneos. Mientras la IA persigue objetivos, optimizaciones y eficiencia, Ghibli nos recuerda la importancia de lo intangible, lo inexplicable y lo puramente existencial. Básicamente: existir como una forma de evolución y libertad.

Conclusión: Un legado para el futuro
Por siempre las películas de Studio Ghibli serán un recordatorio de que el arte no solo refleja la realidad, sino que también puede anticiparla.
En un mundo donde la IA amenaza con redefinir la creatividad (o al menos intentarlo) Ghibli nos muestra que la clave está en el equilibrio: aprovechar lo mejor de la tecnología sin perder de vista lo que nos hace humanos.
Así como Miyazaki crea mundos donde lo mágico y lo moderno coexisten, nosotros debemos (si queremos, claro…) encontrar formas de integrar la IA en nuestras vidas sin sacrificar nuestra esencia.
Al final, como en Ghibli, el futuro no pertenece ni a las máquinas ni a los hombres; pertenece a aquellos que tiene consciencia.

¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.