RAMSÉS II EN “EL PRÍNCIPE DE EGIPTO": UN FARAÓN TRÁGICO

Spoilers

El Príncipe de Egipto (1998) no es solo un clásico de la animación; es una obra maestra que combina arte visual, narrativa conmovedora y un enfoque temático ambicioso. Con su innovadora mezcla de animación tradicional y efectos digitales, una banda sonora épica que incluye el icónico "When You Believe", y una dirección artística que emula el estilo monumental del arte egipcio, la película trasciende las barreras del cine familiar para ofrecer una experiencia visual y emocional única.

Desde sus impactantes secuencias iniciales, donde los esclavos hebreos levantan las colosales estatuas bajo un cielo opresivo, hasta los planos en que el Mar Rojo se divide en una hazaña de animación digital, la película brilla en cada detalle. Pero quizás una de sus mayores fortalezas radique en la complejidad emocional de sus personajes, especialmente Ramsés.

Aunque suele ser percibido como el antagonista, Ramsés es un personaje trágico cuya historia resuena con fuerza en el espectador. Una de las mejores virtudes de este film es que no hace falta hacer un nuevo guión o generar nuevas secuencias para observar el punto de vista del villano o antagonista; basta con que cambiemos un poco nuestra propia perspectiva y así Ramsés será quien narre su tragedia:

En mis recuerdos, veo las escenas en las que compartí mi infancia con Moisés, cuando ambos éramos inseparables, luchábamos, competíamos, pero sobre todo, nos entendíamos como hermanos, como si fuéramos una sola alma en dos cuerpos. Pero el peso de mi destino estaba forjado mucho antes de que yo pudiera comprenderlo. El trono que heredé me obligaba a separarme de ese amor fraternal y tomar decisiones que me atormentaron durante años.

El peso de la corona: el arco trágico de Ramsés

La animación de la película es crucial para transmitir la dualidad de Ramsés. En las escenas iniciales, lo vemos como un joven príncipe lleno de vitalidad, cuya relación con Moisés está marcada por un amor fraternal genuino. La fluidez de los movimientos en estas escenas refleja la libertad de su juventud. Por ejemplo, en la secuencia en que ambos compiten en carreras de carros por el palacio, las líneas dinámicas y el uso de la cámara en perspectiva enfatizan la energía despreocupada de su relación.

La dirección artística usa una paleta de colores cálidos y dorados en estas escenas, reflejando no solo la riqueza de Egipto, sino también la seguridad del mundo de Ramsés antes de los conflictos. Incluso la música refuerza este tono: la melodía exuberante y percusiva durante la carrera entre los hermanos crea una sensación de júbilo compartido.

Recuerdo esos días, cuando las risas resonaban en los pasillos del palacio, cuando nada más importaba que el lazo que compartíamos. Moisés y yo éramos tan similares en esos momentos. ¿Cómo podría haber sabido entonces que ese amor entre nosotros se volvería un campo de batalla?

Sin embargo, tras el regreso de Moisés y el inicio de las plagas, la transformación emocional de Ramsés es evidente no solo en sus expresiones, sino también en cómo la animación utiliza sombras y ángulos más cerrados. Por ejemplo, en la escena donde Ramsés rechaza la primera advertencia de Moisés, los tonos dorados del trono se ven ensombrecidos por una iluminación más fría y azulada, mientras que las líneas de su postura rígida subrayan su creciente aislamiento.

El regreso de Moisés me despojó de la seguridad que creía tener. Al principio, me negué a escucharle, me negué a reconocer que el destino me estaba poniendo a prueba. ¿Cómo podría haber aceptado que un hermano al que había amado era ahora mi enemigo? La ira me cegaba, y las palabras de Moisés resonaban en mi mente como una maldición inevitable.

La música como un espejo emocional

La banda sonora de Hans Zimmer y las canciones de Stephen Schwartz son fundamentales para comunicar el arco emocional de Ramsés. En el tema "Deliver Us", que abre la película, el uso de coros hebreos y melodías disonantes establece desde el principio el contraste entre la opresión de los esclavos y la opulencia del Egipto faraónico.

Por otro lado, el leitmotiv asociado a Ramsés aparece en varias ocasiones, siempre acompañado de cuerdas graves y percusiones profundas que refuerzan su autoridad y peso emocional. Esto es especialmente impactante en la escena de la décima plaga, donde el silencio inicial de la secuencia se rompe con un lamento coral que refleja la devastación de Ramsés al encontrar a su hijo muerto. La música no solo subraya su dolor personal, sino también su derrota como líder y como figura divina.

La música, el lamento de mi pueblo, la tragedia que se desarrollaba ante mis ojos... todo era una prisión sonora que no podía escapar. El llanto de mi hijo muerto, el vacío que dejó su ausencia, se hizo eco en cada rincón de mi alma.

El uso de la paleta de colores y la composición

La película hace un uso magistral del color para contrastar el mundo de Egipto con la experiencia hebrea. En Egipto, predominan los tonos dorados, naranjas y rojos, que evocan poder, riqueza y opresión. Por el contrario, en las escenas que retratan al pueblo hebreo, la paleta cambia a marrones terrosos y azules apagados, destacando la humildad y la conexión con la tierra.

Un ejemplo destacado de composición es la secuencia en que Moisés presencia la esclavitud de su pueblo por primera vez. La animación utiliza una composición de planos bajos para enfatizar las proporciones gigantescas de las estatuas, mientras que los esclavos son representados en planos más cerrados y oscuros, creando un contraste visual y emocional entre ambos mundos.

En mi reino, el oro y la majestuosidad rodeaban mi ser, pero ¿a qué costo? A mi alrededor, Egipto era vasto, próspero, pero dentro de mí algo se desmoronaba. Ver a Moisés, ahora un hombre marcado por su pueblo, me hacía sentir cada vez más atrapado en la condena de mi propia creación.

En la escena de las plagas, el cambio en la paleta es dramático: los colores vívidos del Nilo se transforman en un rojo sangriento; las plagas de ranas y langostas llenan el espacio con movimientos caóticos, y la oscuridad que cubre Egipto se representa con tonos azulados que parecen absorber toda la luz. Esta progresión visual refleja no solo la devastación de Egipto, sino también el colapso interno de Ramsés.

Ramsés y la tragedia griega: un líder atrapado por el destino

En términos narrativos, Ramsés recuerda a los héroes de la tragedia griega. Al igual que Creonte en Antígona, Ramsés no es malvado, sino que sus decisiones están marcadas por su posición y por fuerzas más grandes que él. Su destino como faraón, “la piedra que mantendrá unido el reino”, se convierte en su condena.

En la décima plaga, la animación de su reacción al ver a su hijo muerto es un momento desgarrador. Su rostro, rígido por el orgullo durante gran parte de la película, se desmorona. El encuadre de la escena—mostrándolo solo, rodeado de sombras, con los muros del palacio aplastándolo simbólicamente—es una composición visual que lo coloca en el centro de su tragedia.

¿Qué queda de un rey cuando su propio hijo se convierte en un sacrificio?

El dolor me carcomía, y mientras miraba su rostro inerte, vi la fragilidad de todo lo que había creído. Era el precio que debía pagar por desafiar lo inquebrantable.

Un duelo de dioses y culturas

La confrontación entre Ramsés y Moisés no es solo humana, sino teológica: un enfrentamiento entre el politeísmo egipcio, lleno de símbolos y rituales, y el monoteísmo inquebrantable de Yahvé. Esta lucha se refleja en los estilos visuales: mientras que las escenas de los templos egipcios son simétricas, ornamentadas y estéticamente rígidas, las intervenciones del Dios de Moisés son caóticas y transformadoras, como el fuego que no consume en la zarza ardiente.

El duelo no es solo una cuestión de creencias, sino de representación: Ramsés, como faraón, se identifica como una divinidad viviente, mientras que Yahvé actúa como una fuerza invisible pero ineludible. Este enfrentamiento culmina en la separación del Mar Rojo, una secuencia que combina animación tradicional con efectos digitales para crear un espectáculo visual inolvidable.

La universalidad de la tragedia de Ramsés

Aunque El Príncipe de Egipto se basa en un relato bíblico, la película logra que Ramsés sea un personaje universal. Sus logros históricos, como el tratado de paz con los hititas y sus monumentos colosales, contrastan con la imagen de un hombre quebrantado.

Los monumentos que construí, las victorias que reclamé… todo eso se desvaneció cuando mi propia humanidad me alcanzó. Lo que construí con mis manos se derrumbó ante el rostro de un Dios más grande que yo. La tragedia de mi vida no fue la derrota de Egipto, sino la derrota de mi divinidad y humanidad al mismo tiempo.

Ficha técnica:

Título original: The Prince of Egypt

Año de estreno: 1998

País: Estados Unidos

Estudio: DreamWorks Animation

Dirección:

Brenda Chapman

Steve Hickner

Simon Wells


Producción:

Penney Finkelman Cox

Sandra Rabins


Guion:

Philip LaZebnik

Nicholas Meyer


Música: Hans Zimmer

Canciones originales: Stephen Schwartz

Género: Animación, Drama, Musical, Aventuras

Duración: 99 minutos

Reparto de voces (en inglés):

Val Kilmer como Moisés

Ralph Fiennes como Ramsés

Michelle Pfeiffer como Séfora

Sandra Bullock como Miriam

Jeff Goldblum como Aarón

Danny Glover como Jetró

Patrick Stewart como Seti

Helen Mirren como Tuya

Ofra Haza como Yochabel (también canta "Deliver Us")


Premios destacados:

Óscar a la Mejor Canción Original por "When You Believe" (1999).

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