Si bien esta película no es navideña en sentido estricto ya que la trama no se enfoca específicamente en qué es la navidad o en cómo salvarla, la atmósfera de esta época especial del año está presente en este cuento así que, sin problemas, puede entrar en la lista de cualquier espectador que lo desee. Además el mensaje es más profundo de lo que recordamos, pero ya vamos a llegar a eso:
El joven manos de tijera es una película del año 1990 escrita y dirigida por el gran Tim Burton protagonizada por Johnny Depp y Winona Ryder. Nos cuenta la historia de un inventor (Vincent Price) que de forma repentina fallece dejando desamparado a su mas entrañable invento: Edward, Un hombre artificial que en lugar de manos tiene tijeras que hiere todo lo que toca. Una vendedora de cosméticos, Peg Boggs (Dianne Wiest), llega hasta el castillo aislado donde está Edward. En un acto de generosidad al verlo tan vulnerable y solo decide llevárselo a vivir con ella y su familia. Es entonces cuando Edward conoce un mundo nuevo, una comunidad donde le costará ajustarse a sus reglas e intentará encontrar su lugar en ella.

La película nos habla del deseo de pertenecer a un entorno determinado y de cómo alguien, al romper con ciertos patrones de una estructura, es querido y aceptado en cierto modo, para luego ser rechazado y expulsado de él.
Los vecinos del suburbio representan a la sociedad, encerrada en un mundo dominado exclusivamente por la superficialidad, donde nadie se atreve a mostrarse tal cual es. Los tonos pasteles de los autos, casas y vestuario de los personajes, los patios perfectamente cuidados donde nada parece fuera de su lugar, encubren las intenciones muchas veces oscuras y los malos deseos de quienes fácilmente se adaptan a un entorno donde abunda la hipocresía.
En contraste con el castillo lleno de sombras donde Edward vivía con su inventor; oscuro, inhóspito, apartado. Una arquitectura estilo gótico que sobresale más allá del vecindario. Un lugar donde los colores se desvanecen y apenas se percibe un poco de luz natural.
En una ocasión, explicó Tim Burton que el personaje de Edward Sciccsorhands nace de un dibujo que había hecho. En él concentra lo que él sentía en su adolescencia al verse desconectado de las demás personas y viéndose así mismo muy diferente al resto. Por lo que es una de sus obras más personales. En palabras de él, dijo: "Siempre sentí que el mundo suburbano esconde mucha oscuridad detrás de sus fachadas perfectas. Quería mostrar cómo una comunidad puede primero celebrar lo único y luego rechazarlo cuando deja de serles conveniente."
En medio de tantas tensiones, la película demuestra que siempre puede haber un rayo de luz que acompañe nuestras sombras. Así como Peg se conmueve al verlo a Edward por primera vez y le abre las puertas de su hogar, al igual que Kim vence a los prejuicios sociales y le confiesa su amor a Edward, puede haber un poco de calidez en nosotros si dejamos de darle importancia a las diferencias, mirando lo bueno que cada uno tiene en su interior. Aunque nuestro protagonista casi no habla, en su silencio nos comunica sobre su personalidad, la integridad y la inocencia en su ser, las obras que él hace nos transmiten la belleza de su alma y nos invita a empatizar con él y su mundo, y quizás a identificarnos con él. ¿Alguna vez te has sentido así?

La mágica escena de la nieve ¿cómo olvidarnos del momento más icónico? Este escenario se me quedó en la memoria desde mi niñez, cuando vi por primera vez esta película, la sensación de estar en otro mundo por unos momentos y de conectar con tan maravilloso cuento lleno de aires nostálgicos y de sueños, sin dudas es una excusa perfecta para volver a verla en esta navidad.

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