Las cosas hermosas no andan llamando la atención.
Sean O’Connell
Hoy en día celebro la navidad, pero de pequeñito creía en ella porque era una época donde todo parecía posible. Este film, dirigido y protagonizado por Ben Stiller, que se estrenó cerca de esa fecha festiva en USA y en Argentina llego cuando el 2014 apenas comenzaba, me devolvió por un rato esa ilusión, de que el mundo está ahí, esperándonos.
Se sintió como un regalo inesperado.

Walter… Mitty es un tipo común y corriente, tapado de responsabilidades con su familia y su trabajo y no tiene tiempo para nada más, vive tan sumido en una rutina solitaria que suele escaparse de la realidad imaginando escenarios estrambóticos y ridículos donde él siempre es el héroe. Hasta que un día la realidad le da un empuje inesperado, su trabajo peligra, su familia enfrenta serios problemas y su gran oportunidad en el amor pende de un hilo, todo se resolvería si encuentra una foto perdida que no responde a las lógicas digitales y practicas del mundo actual. Entonces, emprende la búsqueda de ese tesoro analógico, haciendo un viaje que le cambiara la vida por completo, o mejor dicho, lo empujara a vivir plenamente de una vez por todas.
La vida secreta de Walter Mitty tiene algo de comedia, algo de cuentito de hadas y, obviamente, mucho de viaje iniciático.
Aunque sea una película de hace apenas una década atrás, parece algo más lejano, como de otra época, de hecho, el periplo de su protagonista lo lleva primero al viejo mundo de Europa y luego a explorar territorios asiáticos aún más remotos, donde todo parece estar detenido en el tiempo.
Es una enorme travesía para encontrarse consigo mismo, siempre lidiando con las inoportunas interrupciones de la tecnología y las redes sociales.

“La mayoría de los directores se limitan a explorar los paisajes como telón de fondo de lo que ocurren en primer plano, y esta es una de las razones por la que me gustan tanto algunos trabajos de John Ford. Jamás utilizo el Monument Valley como una vista panorámica; más bien se valió de el para expresar el espíritu de sus personajes.” Dijo hace ya unos cuantos años el gran Werner Herzog, reflexionando sobre otro grande.
No estoy comparando al Ben Stiller cineasta con estos gigantes del séptimo arte, pero hay algo de su enfoque que lo emparenta, al menos en sus intenciones, ya que el entorno define al personaje de Walter una y otra vez, de la gris y opresiva ciudad al colorido, amplio y peligroso exterior casi salvaje.
Es curioso, porque el film combina espectaculares vistas exteriores con algunas escenas de acción plagadas de CGI y pantalla verde que podrían estar en una de superhéroes y a la vez, su protagonista es un hombre común frente a una circunstancia extraordinaria, algo que hoy en día ya no se estila tanto.
Es una historia atravesada por la dicotomía de vivir conectado por la tecnología y completamente desconectado con los vínculos humanos que realmente importan.
Echando mano a un viejo dicho popular, Walter descubre que lo importante es el viaje, no tanto el destino.
Es verdad que algunos gags del comienzo quizás desvían un poco la historia, pero es menos de media hora, luego de eso la película se libera por completo y explota en colores, recursos visuales, paisajes y felicidad pura. Claro que hay mucho product placement con marcas comerciales y esas cosas, pero Náufrago de Zemeckis y Hanks también lo tenía y no creo que eso empañase la experiencia para nada.
Además, La vida secreta de Walter Mitty tiene una de las versiones más lindas de uno de los temas más bellos de David Bowie y por ende de la música toda del mundo mundial.
¿Y saben qué? un cd de Bowie y una copia en dvd de este film, o sea, el objeto físico en sí, que combina lo digital y analógico, serian un regalo navideño genial.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.