Si hay una película que da miedo por lo acertada que es, esa es Idiocracia. Cuando la vi por primera vez en 2006, pensaba que era solo una sátira ridícula sobre cómo la humanidad podría acabar convertida en un montón de idiotas, pero hoy, más de 15 años después, creo que estamos viviendo la primera fase de esa distopía, y no de una forma tan exagerada como la película lo hacía ver.
La historia es simple: un tipo promedio, Joe Bauers, se congela para ser parte de un experimento militar, y al despertar 500 años después se da cuenta de que la sociedad está tan estúpida que nadie puede hacer una simple conversación sin que se hable de un videojuego, un reality show o una marca de refrescos. Los políticos son idiotas, los medios de comunicación son aún más idiotas, y la gente vive buscando "likes" como si esa fuera la medida de la inteligencia. A lo largo de la película, te ríes porque es todo tan exagerado que parece un chiste de mal gusto, pero ahora que miro a mi alrededor, la verdad es que se siente un poco menos gracioso y más real.
Lo que en su momento parecía una broma, hoy ya está metido en la vida diaria. Desde las discusiones vacías en redes sociales, donde la mayoría parece más preocupada por cómo se ve en su selfie que por las noticias que realmente importan, hasta la política, donde lo importante es gritar más fuerte y tener un buen eslogan. Ahora, la gente prefiere consumir entretenimiento vacío, como si eso fuera lo único que importa en la vida. ¿Educación? Un lujo que nadie parece tener tiempo para disfrutar. ¿Pensamiento crítico? Mejor un buen meme que se vuelva viral. La película no era solo una crítica, era una profecía que nos está pasando por encima.
A mí, personalmente, Idiocracia me llegó de manera más cruda cuando empecé a darme cuenta de que la gente, a pesar de tener acceso a toda la información del mundo, prefiere lo fácil. Es como si nos hubieran enseñado que pensar demasiado es aburrido, y al final, vivimos en una sociedad donde la gente se alimenta de chismes, drama y consumo rápido. Y no estoy diciendo que sea culpa de las personas, sino que el sistema lo ha hecho así. ¿Quién necesita leer libros cuando puedes ver un video de 30 segundos que te dice lo que quieres escuchar, no lo que necesitas saber?
¿Y qué pasaría si Idiocracia tuviera una secuela, 20 años después? Imaginen esto: Joe Bauers regresa, pero no es el mismo. Ahora es el único tipo que queda con algo de sentido común en un mundo que ha caído aún más en la superficialidad. El mundo es todavía más estúpido. Las redes sociales son el único medio de comunicación. Los gobiernos son manejados por influencers y todos votan por quién tiene el mejor número de seguidores en Twitter. Joe intenta abrir los ojos de la gente, pero todo lo que consigue es que lo miren como si fuera un extraterrestre. Para ellos, leer un libro ya es un acto subversivo. Y cuando intenta dar un discurso serio, el público le responde con un “¡Hazlo corto, usa memes, que no tenemos tiempo para escuchar tu bla, bla!”
El clímax de la película sería una gran reunión mundial donde Joe finalmente les da a todos un buen sermón. Y mientras todos en la sala se tapan los oídos porque ya no saben cómo procesar palabras largas y complejas, Joe se queda parado, preguntándose en voz alta: "¿Cómo llegamos a esto? ¿Por qué la verdad tiene que ser tan incómoda para todos?"
Pero, claro, en el fondo lo que realmente pasa es que la película no es una sátira sobre un futuro lejano, sino una crítica a lo que estamos viviendo ahora mismo. Lo que muchos no quieren aceptar es que esa “futura” distopía no está tan lejos. Al final, Idiocracia no solo te hace reír, te hace pensar, aunque no quieras.
Así que, si algo aprendí de esta película es que el peor futuro que podríamos tener no es aquel en el que vivimos bajo un gobierno autoritario o controlado por robots, sino aquel en el que la gente ha dejado de pensar por sí misma. En el fondo, la película nos plantea una simple y cruda reflexión: ¿quiénes somos realmente cuando dejamos que la estupidez se convierta en la norma?
Y al final, la secuela no sería tan distópica después de todo. Sería más una especie de documental sobre cómo la humanidad, al final, terminó eligiendo el camino fácil, pero no sin consecuencias. El futuro será nuestro meme más grande... o quizás el último.
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