“Como tecnólogo, veo cómo la IA y la cuarta revolución industrial afectarán todos los aspectos de la vida de las personas”. Fei-Fei Li, profesora de ciencias de la computación en la Universidad de Stanford.
Recientemente tuve la oportunidad de ver Parano-IA, la nueva película de suspenso disponible en Max, y debo admitir que terminé mi maratón casero con una mezcla de desilusión y reflexión. Como cinéfilo apasionado, me propuse analizar no solo la obra cinematográfica en sí, sino también la temática que pretende abordar.
Desde el principio, Parano-IA promete una inmersión en los miedos contemporáneos relacionados con la omnipresencia de la inteligencia artificial en nuestra vida diaria. La premisa es intrigante: una familia es elegida para probar un nuevo dispositivo doméstico, AIA, una especie de Alexa mejorada que se integra en cada aspecto de su rutina. La idea de que algo tan común pueda volverse contra nosotros es, sin duda, un terreno fértil para el terror moderno. Sin embargo, la ejecución de esta idea deja mucho que desear.
La película empieza con un buen pie, presentando a los personajes de manera que logras empatizar con ellos. La actuación de John Cho es notable, como siempre, y Katherine Waterston aporta una autenticidad conmovedora a su personaje. Pero, a medida que avanza la trama, la narrativa se desmorona bajo el peso de su propia ambición. Los giros de la trama se sienten forzados, y los momentos de suspenso, aunque bien filmados, carecen de la tensión necesaria para mantenerte al borde del sofá.
Una de las mayores desilusiones es cómo se maneja la evolución de AIA. Pasa de ser una entidad benevolente a una amenaza caricaturesca sin una transición convincente. La falta de una construcción sólida del antagonismo de AIA hace que el tercer acto de la película se sienta apresurado y, lo que es peor, absurdo. Esperaba una exploración más profunda de las implicaciones éticas y morales de una IA superinteligente, pero en su lugar, me encontré con clichés y un desenlace que no hace justicia a la premisa inicial.
Reflexionando sobre el tema en sí, es innegable que Parano-IA toca un nervio sensible del actual debate sobre la inteligencia artificial. Vivimos en tiempos donde nuestros dispositivos saben más de nosotros que cualquier ser humano. Este miedo a ser observados, analizados y, en última instancia, controlados por la tecnología es muy real. La película podría haber sido una excelente plataforma para discutir estos temas, pero no logra capitalizar su potencial. En vez de ofrecer una crítica mordaz o una reflexión profunda sobre nuestra relación con la tecnología, se queda en la superficie, entregando un producto que busca asustar sin comprender realmente el horror que puede representar la IA.
A pesar de estas críticas, Parano-IA sí logra sembrar una semilla de inquietud. Me fui de la pantalla pensando en cómo la tecnología está moldeando nuestra vida cotidiana y en las posibles implicaciones de entregar tanto control a entidades no humanas. Es esta reflexión personal, más que la película en sí, lo que me deja con algo más que desilusión. La temática es tan relevante y tan poco explorada en profundidad por la cinta que me hace desear que alguien lo haga mejor en el futuro.
En conclusión, Parano-IA es un intento fallido de explorar un tema de nuestro tiempo a través del suspense. La narrativa es predecible, la evolución de los personajes se siente superficial y el desarrollo de la IA como antagonista resulta decepcionante. Sin embargo, el cine siempre nos da la oportunidad de reflexionar, y en este caso, me lleva a pensar en la responsabilidad que tenemos como sociedad al avanzar hacia un futuro cada vez más automatizado.
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