Eres un niño, curioso, perdido, queriendo conocer el mundo y las maravillas que este te deparan, pero creces y te das cuenta de lo limitado que es tu mundo, y sigues soñando con tus deseos cuando, con el paso del tiempo, sientes que se alejan más de ti, y solo te queda seguir fantaseando con la persona que quieres llegar a ser.
Esa era la historia de Po, un panda hijo adoptivo del señor Ping, un ganso dueño de una humilde tienda de fideos en El Valle de la Paz, quien, en su deber de padre, solo quiere lo mejor para él, intentando dirigir sus objetivos hacia la realidad, cuando el panda soñaba todos los días con ser un guerrero de Kung-fu y defender el Valle junto a sus héroes, los 5 furiosos; algo aparentemente imposible para un Panda glotón, sin ningún tipo de entrenamiento, y con un presente insatisfactorio. Ese era el día a día de Po, hasta que un conjunto de casualidades (o tal vez no), cambiarían su vida.
Un día, tras la premonición sobre el escape y venganza de Tai Lung, un formidable guerrero que fue encarcelado por intentar arrasar con El Valle de la Paz, Oogway y Shifu, honorables maestros, deciden que es hora de encontrar al guerrero dragón, alguien destinado a cambiar los caminos del kung-fu. Así fue como un día se realizó la ceremonia en la que el maestro Oogway, como sabio, decidiría quién de los 5 furiosos sería el guerrero dragón, instancia en la que Po, en sus intentos de presenciar la ceremonia, terminaría cayendo en frente del maestro, y más que verlo como un error torpe, el maestro acepa esto como un mensaje del destino, y para sorpresa de todos, nombró a Po como el guerrero dragón.

Esta elección causaría el desconcierto de los espectadores, de los 5 furiosos, y del maestro Shifu, quien sin faltarle el respeto a su maestro demuestra su inconformidad en diversas ocasiones, pues este era mucho más estricto y cascarrabias, creyendo fielmente en la superación y el mérito como recompensas directas de la perfección del carácter como artista marcial, mientras Oogway era mucho más calmado, no por ende, de voluntad frágil.
Los dos maestros manejaban filosofías distintas; donde Shifu estaba enfrascado en la idea del control, Oogway era un maestro con valores taoístas, aceptando todo lo que sucede a su alrededor como parte de un destino, y su rol, como las cosas que solo él puede hacer en relación a lo que lo rodea. Es por esto que Oogway es mucho más sereno, lento, y paciente, pues no se mortifica pensando en lo que deba o no deba hacer, en lo que pueda o no pueda pasar, en qué le depara el futuro o lo que debió haber hecho en determinada ocasión; el maestro vive el presente como un regalo del universo, pues es el momento que vives, que sientes, y en el que actúas, todo lo demás es consecuencia del mismo, y condicionado por factores que escapan de tu control, así que, viviendo para lo que estás destinado a ser, no hay mejor animal que represente estos valores que la tortuga.
Shifu en un inicio no compartía esa manera de pensar, por lo que buscaba todos los medios necesarios para hacer que Po se rindiera, para demostrar que él tenía razón, pero sin importar todos sus intentos, Po nunca se rindió. El panda siguió adelante pese a todos los golpes e insultos porque su lucha interna era mucho más grande que los desafíos que tenía en frente; viviendo en una constante restricción e incomprensión, deseando ser tan fuerte como sus héroes cuando el mundo no dejaba de recordarle lo débil y limitado que era.

Po no se quedó en el palacio de Jade porque fuera masoquista, o porque las acciones del maestro Shifu y de los cinco furiosos no le afectaran; se quedó porque nada de lo anterior podía llegar a dañarlo más que el dolor que le ocasionaría ceder ante su circunstancia; dejar de luchar por demostrar que los demás se equivocan; demostrar que las personas que admira pueden ayudarlo a ser algo diferente a lo que es.
Con este pensamiento, vemos el paralelismo entre el maestro Shifu y Po, pues ambos perciben el Kung-fu como la perfección del cuerpo, la disciplina, y el carácter, por un lado, para dominarlo, y por otro, para crecer, y esta visión sesgada y parcial de lo que el kung-fu representa alimentaban sus propios demonios. Claro que fortalecer el cuerpo y el carácter es importante, pero solo es la mitad del camino. El kung-fu es un arte marcial que explora el crecimiento físico, mental, y espiritual, siendo el pináculo de esto el maestro Oogway, mientras que su principal discípulo, es un maestro que se quedó a mitad de camino por las heridas que le dejaron las consecuencias de su orgullo.

De ese modo el paralelismo es cada vez más notorio, hasta que el maestro Oogway se despide de su discípulo, no sin antes darle una importante lección “Jamás cumplirás con su destino hasta que dejes la ilusión del control”, refiriéndose al futuro del panda, pero haciendo énfasis en las acciones de Shifu como las catalizadoras para que este se cumpla; puesto en otras palabras, si maestro y alumno no aceptan sus circunstancias como partes de sí mismos, abordándose como el material sobre el que trabajar y no como debilidades, ninguno logrará crecer, y el paso más importante para que esto se cumpla es creer que es posible.
Puede que día a día sangremos, sudemos, y lloremos para alcanzar lo que nos proponemos, pero mucho de este esfuerzo no tiene un fin claro, tal vez lo hagamos para cumplir expectativas, o para alcanzar sueños, cuando estos no representan deseos o generan satisfacción genuina; puede que al final del sendero el reconocimiento nos sea negado, como es el caso de Tai Lung, llenándose de rencor: así como puede que logremos nuestro cometido, y aquello que obtengamos en realidad no era como lo imaginábamos, obteniendo un sentimiento vacío como recompensa.
La clave para evitar lo anterior se encuentra en no pasar tanto tiempo pensando en el futuro, y, como dice Oogway, vivir el hoy como un presente. Para eso debes conocerte, entender quién eres para poder crecer constantemente, libre de ataduras y de sesgos, aceptando el camino que te ha tocado recorrer para fluir con el mismo, logrando estar en sintonía en cuerpo y en alma, con lo que quieres, tienes, y debes hacer.
No fue hasta que Shifu entendió esto que pudo ser un mejor maestro para Po, logrando extraer todo el potencial del mismo a través del entendimiento, sin forzarlo a ser alguien que no es, y enseñándole a ser la mejor versión de sí, lección que reforzaría el panda comprendiendo la verdadera naturaleza de la profecía del guerrero dragón, alguien capaz de encontrar todas las respuestas que busca a través de su reflejo.
El crecimiento de Po como personaje es uno de los más completos en la industria de la animación, explorando diferentes capas de sí mismo en sus tres primeras películas. Sin abandonar la esencia de su ser, logra demostrar una línea orgánica en el camino para alcanzar armonía en cuerpo, mente, y espíritu, empezando como un panda grande y gordo que vivía soñando despierto, y terminando como un panda grande y gordo, viviendo para lo que tiene que ser y para lo que tiene que estar, siendo la mejor versión de lo que fue, es, y será, Po el guerrero dragón.

Kung fu panda es una película bastante encantadora y llena de carisma, que cautivó y emocionó a las personas que la vieron por primera vez, o que deciden revisitarla para apreciar nuevamente una joyita de la animación. El diseño de personajes es muy llamativo y coherente con el entorno, desde la selección de animales para representar aspectos de la personalidad de los mismos, hasta la vestimenta y el uso de colores; del mismo modo visualmente es bellísima, con unos planos espectaculares, una animación bastante fluida y repleta de acción, fondos vivos y localizaciones que magnifican aspectos característicos de la antigua arquitectura china, y los detalles como el cuidado en el pelaje, el realismo del fuego y el reflejo de las luces, hacen que siempre encuentres cosas nuevas que detallar en el filme.
La dirección está muy bien cuidada, teniendo muy buen manejo del ritmo, explorando todo lo que quiere abarcar sin dejar nada de lado, y tomándose el tiempo que la película necesita para exponer todas sus tramas y vincularlas a las problemáticas de los personajes, su posterior desarrollo, y el mensaje que hay detrás. Todo acompañado de un excelente guion, y una igual de majestuosa banda sonora que no pudo haber sido dirigida por nadie más que Hans Zimmer.
Sin duda una de mis películas favoritas para recomendar, y que me encanta compartir con más personas. Así que cuéntenme, ¿qué opinan?, leo sus comentarios. Espero que les haya gustado mi reflexión y muy breve reseña sobre la película, y si les gustó no duden en darle “me gusta” para subir más contenido. Sin más nada que decir, nos vemos.
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