Hace tres años en la batalla de Genosha, en un acto de heroísmo, Gambito se sacrifica para destruir al Centinela Supremo, salvando a Rogue y dejando un legado de valentía. Su cuerpo, perdido en la explosión, es encontrado por Elixir, quien secretamente lo sana y le otorga la capacidad de regenerarse, haciéndolo indestructible. Mientras tanto, Rogue forma una alianza incómoda con Magneto, intentando llenar el vacío dejado por Gambito. Tres años después, Gambito, revitalizado y más fuerte que nunca, decide buscar a Rogue, dispuesto a reclamar el amor que nunca dejó de sentir.
En el presente...
El viento gélido cortaba como cuchillas mientras Rogue lideraba al equipo de X-Men en una misión para destruir los cuarteles secretos de los Centinelas. Sus pensamientos, sin embargo, estaban a kilómetros de distancia, anclados en los recuerdos de Gambito. Cada rincón de su mente albergaba una imagen de él, y cada latido era un eco de su amor perdido.
Mientras preparaban la emboscada, una figura conocida emergió de las sombras. Con una sonrisa torcida y una carta encendida en la mano, Gambito apareció ante Rogue.
—Chérie —dijo Gambito, su voz un susurro cargado de emoción—, ¿me extrañaste?
Rogue quedó paralizada. Su corazón latía con fuerza, y el mundo pareció detenerse. Los X-Men, atónitos, observaban el reencuentro.
—Remy, pensé que... pensé que habías muerto —susurró Rogue, sus ojos llenos de lágrimas.
Gambito se acercó, su mirada fija en ella, y extendió una mano temblorosa. —Josh me salvó, y ahora soy más fuerte, más resistente. He vuelto para ti, Rogue.
Antes de que Rogue pudiera responder, una explosión sacudió el suelo. Los Centinelas habían descubierto su plan. Sin tiempo para más palabras, los X-Men se lanzaron a la batalla, pero Rogue y Gambito permanecieron juntos, luchando codo a codo como en los viejos tiempos.
Después de la batalla, mientras el polvo se asentaba y la victoria era suya, Gambito y Rogue se encontraron en un rincón apartado del cuartel destruido. El fuego de la batalla seguía ardiendo en sus ojos, pero ahora había algo más, una chispa de esperanza y redención.
—Remy, no sabes cuánto te extrañé —dijo Rogue, sus manos temblorosas acariciando el rostro de Gambito.
—Lo sé, chérie. No hay un solo día en que no haya pensado en ti —respondió Gambito, su voz suave.
Rogue se acercó más, pero justo antes de que sus labios rozaran los de Gambito, se detuvo. —Remy, ¿cómo es que puedo tocarte sin lastimarte?
Gambito sonrió, acariciando suavemente la mejilla de Rogue. —Después de que Elixir me sanó, algo en mí cambió. Ahora tengo una capacidad de regeneración que contrarresta tus poderes. Podemos estar juntos, chérie, sin miedo.
Al escuchar esas palabras, las lágrimas de Rogue se convirtieron en una sonrisa de alivio. Y en ese momento, todas las barreras cayeron. Se besaron con pasión y desesperación, como si el tiempo mismo hubiera conspirado para mantenerlos separados y ahora, por fin, los reunía.
—Prométeme que nunca volverás a dejarme —susurró Rogue, sus ojos brillando con lágrimas de alivio.
—Te lo prometo, Rogue. Nunca más.
Y así, entre los escombros de la guerra, encontraron un refugio en el amor que siempre les había pertenecido. Unidos por el destino, se juraron amor eterno, listos para enfrentar cualquier adversidad, siempre juntos.
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