Segunda temporada de Severance: Los recuerdos no se separan, pero mi idealismo sí 

Cuando vi Severance (2022) por primera vez, todavía estaba estudiando el posgrado. Veía la serie con toda la emoción de alguien que todavía no se había adentrado en la fuerza laboral. Mi idealismo estaba por las nubes y creía firmemente que nunca caería en la trampa de ser consumida por una máquina corporativa. Pero hoy, mientras veo la segunda temporada (2025), algo cambió, no solo en la serie, sino también en mí. Dos ajetreados años de trabajo en el "mundo real" alteraron fundamentalmente mi perspectiva. Mientras que la serie sigue siendo tan cautivante como siempre, ahora se siente como un espejo que refleja una realidad que ya acepté incómodamente.

El sentimiento inmediato que experimento mientras veo la segunda temporada ya no es la emoción, sino un sentido de fatiga abrumadora, como si ya hubiera trabajado un día entero. ¿Por qué debería tener que experimentar ese mismo sentimiento otra vez en la serie?

Severance

Este cambio es lo que más me sorprende de la segunda temporada de Severance. Se ha escrito mucho sobre la serie y sus temas, su genialidad estética y su asombrosa habilidad para hacer que una distopía corporativa aparentemente sencilla se sienta real y escalofriante. Sin embargo, para mí, la parte más intrigante sobre esta segunda temporada no es solo la revelación continúa de los secretos más oscuros de Lumen Industries, sino cómo la serie representa la separación entre la vida laboral y el trauma que causa. Parece menos una crítica radical y más una representación precisa del mismo sistema en el que estuve viviendo.

La segunda temporada retoma el final de la primera: los personajes regresan a Lumen, una entidad totalitaria que te succiona el alma, en donde se divide y manipula la identidad para asegurar que la máquina funcione sin problemas. Y el daño psicológico de la separación de sus "intus" (personalidad laboral) y "exus" (personalidad privada) es más claro que nunca. Mark (Adam Scott) regresa luego de su despertar, pero en lugar de obtener respuestas, encuentra más preguntas. Por más que su exabrupto hace que Helly, Owen y Dylan también despierten, le impacta encontrar que Helly ha regresado como su ser "laboral", lo que complica aún más las cosas. Mientras tanto, Milchick, el supervisor de la temporada anterior, ha reemplazado a la jefa, Harmony Cobel, y su asistente es una niña, no mucho más grande que una adolescente. La idea de que incluso los niños se transforman en herramientas laborales es muy inquietante.

Severance

Cuando vi la primera temporada, la consideré una advertencia sobre cómo el capitalismo deshumaniza a los trabajadores. Fue fácil ver la crítica de la serie a la alineación corporativa a través del lente de una estudiante idealista entusiasmada por encontrar significado en el mundo del que todavía no era parte. Ahora, como alguien que es parte de la fuerza laboral desde hace casi dos años, veo Severance con otros ojos. La premisa de la serie (la idea de que una persona puede separarse completamente de su personalidad laboral, lo que le permite dividir su identidad) ya no es tan sorprendente. De hecho, ahora hasta parece algo deseable.

La verdad a la que me enfrenté es que, para muchos, el trabajo es una tarea que succiona el alma. No son solo las horas que nos drenan, sino el daño emocional y mental que nos causa. Nos enseñaron a creer que, una vez que se termina el día laboral, tenemos tiempo para nosotros, para recargar energías y satisfacer nuestros deseos personales. ¿Pero a quién queremos engañar? Para cuando el día laboral llega a su fin, ya gasté tanta energía que lo mejor que puedo hacer es navegar inconscientemente por TikTok o realizar la actividad que requiera el menor esfuerzo mental posible. No me queda mucho para las tareas creativas o la expresión personal significativa. La "libertad" luego del trabajo es una ilusión. Luchamos por tiempo que no esté consumido por el trabajo, solo para darnos cuenta de que los límites entre el trabajo y la vida son cada vez más borrosos.

Y lo que llegué a descubrir es que el día laboral de ocho horas (que, en mi experiencia, con frecuencia se extiende hasta diez horas y, a veces, incluso más) no está diseñado para proteger a los trabajadores, sino para mantener a la máquina capitalista y asegurar que el ciclo nunca pare.

Para ser más directa: desde que comencé a trabajar, casi no escribo novelas. Y esto ciertamente no es porque no quiera o no tenga ganas.

Severance

Ahora, no puedo evitar pensar: si hubiera una versión real del procedimiento de "separación", ¿lo probaría? Para ser honesta, se me hace muy tentador. El pensamiento de poder dejar el trabajo atrás y separarme del daño emocional y mental que genera parece interesante. Pero la serie deja en claro que no es una solución simple. Si los "intus" y "exus" se separaran completamente, sería extremadamente peligroso, perdería mucho de mí misma en el proceso.

Sin embargo, un mundo en el que realmente hubiera una técnica que haga que mi trabajo funcione por sí mismo sin arrastrar mi vida personal y, al mismo tiempo, asegure que esa parte personal no sea afectada por el daño emocional del trabajo durante mi descanso, bueno, eso suena como una fantasía que consideraría explorar.

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