Que pasa después del "y vivieron felices para siempre" .... Complejo. La relatividad del todo en todo momento....

Los cuentos de hadas nos enseñaron que el amor vence a los dragones, que la valentía derrota a las brujas y que, tras el caos, siempre llega un "y vivieron felices para siempre". Pero ¿qué ocurre cuando el telón se cierra, la música calla y la realidad reclama su espacio? La verdadera pregunta no es cómo alcanzar un final feliz, sino cómo vivir después de él.

La ilusión del punto final
Culturas enteras han construido mitos sobre la culminación: el héroe descansa, el conflicto se apaga, la paz impera. Sin embargo, esta narrativa es una trampa sutil. La vida no tiene créditos finales. Incluso en la literatura, algunos autores rebeldes —como Kazuo Ishiguro en *Los inconsolables* o Margaret Atwood en sus finales abiertos— nos recuerdan que los personajes siguen respirando tras la última página. El "final feliz" no es un destino, sino un respiro.

La paradoja de la perfección lograda
Imagina escalar una montaña durante años y, al llegar a la cima, descubrir que el aire es demasiado delgado para celebrar. Psicólogos como Carl Jung hablaban de la "crisis del éxito": alcanzar una meta anhelada puede generar vacío, porque la identidad se forja en la lucha, no en la victoria. Después de ganar el premio, salvar el reino o cerrar el negocio soñado, surge la pregunta incómoda: *¿Y ahora qué?*

Aquí, la felicidad revela su verdadero rostro: no es un estado estático, sino una brújula. El filósofo griego Heráclito decía: *"Nadie se baña dos veces en el mismo río"*. Del mismo modo, ningún final feliz es idéntico a sí mismo: se transforma en el punto de partida de algo nuevo.

El renacer en lo cotidiano
Tras el clímax, la trama real se desarrolla en detalles mínimos. ¿Cómo gestionar las deudas después de la boda de ensueño? ¿Cómo mantener la pasión cuando el hechizo inicial se desvanece? La autora Vivian Gornick argumenta que la verdadera madurez emocional surge al aprender a amar *"las grietas en el yeso"* de lo ordinario.

La ciencia ofrece una metáfora brillante: las estrellas fugaces solo brillan al quemarse en la atmósfera. De igual forma, los momentos culminantes son efímeros, pero su legado perdura en lo que construimos después. La filantropía de un empresario retirado, el arte de un músico que ya no busca fama, o la tranquilidad de quien aprende a escuchar sin urgencia: he ahí la felicidad reinventada.

El mito de Sísifo revisitado
Albert Camus imaginó a Sísifo condenado a empujar una roca cuesta arriba por la eternidad, pero concluyó: *"Hay que imaginarse a Sísifo feliz"*. La clave no está en la meta, sino en hallar significado en el esfuerzo constante. Después del final feliz, la roca sigue rodando, pero ya no es una maldición: es una elección.

Conclusión: Escribir el capítulo invisible
La vida después del "felices para siempre" no es un epílogo, sino un borrador en blanco. Invita a crear sin la presión del arco narrativo, a priorizar el crecimiento sobre el triunfo, y a entender que la felicidad no es un puerto, sino una forma de navegar. Como escribió la poeta Wisława Szymborska: *"Toda supervivencia es una forma de arte"*.

Ganar un concurso, como vivir, no se trata de cerrar historias, sino de mantenerlas abiertas con inteligencia y curiosidad. Después de todo, el mejor final feliz es aquel que nunca termina.

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