Elena y sus amigos se habían ido de vacaciones por una semana, alejándose del bullicioso, estresante y melancólico de la ciudad, además de dejar a un lado sus responsabilidades como lo era la escuela de medicina.
Los cinco amigos disfrutaban de un largo camino en carretera, escuchando a buen volumen en el auto su música favorita. Todos iban entusiasmados por sus pequeñas vacaciones. Porque además de ello, no habría padres vigilando las locuras que harían en cuanto llegarían a su destino.
Fue entonces cuando el motor del auto Jeep chisporroteó y murió en medio del camino de manera imprevista, dejando a los cinco amigos atrapados entre la neblina densa del bosque. Misteriosamente, el GPS ha dejado de funcionar hacía kilómetros, y la única luz que los ayudaba a ver su camino provenía de los faros que iluminaban un cartel de madera podrida que indicaba con letras casi borradas: “Cabaña del Bosque Hollow - A 2 KM”
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Luis, golpeando el volante. Sintiendo la piel ponerse de gallina.
—Supongo que caminar —respondió Valeria, su novia, mirando el sendero cubierto de maleza y de camino despejado que no tenía fin cercano —. No podemos quedarnos aquí toda la noche. A esperar a que milagrosamente llegue alguien a salvarnos sin conocer el lugar. ¿O sí?
Sin muchas opciones, comenzaron a caminar en grupo, sin intención alguna de alejarse los unos de los otros.
La neblina se arremolinaba a su alrededor como si tuviera vida propia, y los árboles torcidos parecían sombras acechantes en la oscuridad. El silencio en medio de ellos era perturbador. Las chicas comenzaban a asustarse, los chicos también, pero debían mantener la compostura, alguien del grupo debía tener la cordura todavía puesta en caso de que fueran a necesitarla.
—Esto se siente mal… —susurró Sofía, la más callada del grupo.
—Ya casi llegamos —la animó Rodrigo, el bromista del grupo, y el chico que estaba enamorado de ella en secreto, aunque ella también lo estaba de él, y aquel momento de suspenso, parecía haberlos unido más, porque ella le tomó de la mano sin su permiso, y él no protestó, al contrario, se sintió afortunado de que ella lo hubiera buscado en un momento como este, y encendiendo su linterna y alumbrando la silueta de la cabaña al final del sendero, los chicos siguieron avanzando su camino con la esperanza de llegar pronto.
Pero la cabaña estaba lejos de ser acogedora.
Tal parece, el Airbnb les había estafado, y en lugar de haber encontrado para ellos un lugar encantador para descansar esas vacaciones, les había dado un lugar de pesadilla de terror.
Las paredes de madera de la cabaña estaban podridas, la puerta colgaba de un solo clavo, y la única ventana que quedaba tenía cristales rotos.
—Vamos, es solo por esta semana —dijo Luis, empujando la puerta y entrando, cuando vio que las chicas miraban con desagrado y desacuerdo a la cabaña.
Adentro, la cabaña estaba llena de polvo y telarañas. Olía a viejo y a humedad.
Un viejo sillón desfondado descansaba frente a una chimenea llena de cenizas negras.
En la pared colgaban herramientas de caza: un hacha, cuchillos oxidados y un machete enorme, todo se veía sacado de una buena película de terror Slasher.
—Bien, esto es... espeluznante —comentó Sofía con resignación y desilusión.
—Mañana buscaremos ayuda. No creo que este sea nuestro lugar de descanso como lo habíamos reservado en Airbnb —Valeria trató de sonreír y ver el lado positivo al asunto como siempre hacía cuando algo les salía mal —. Solo intentemos descansar.
Pero entonces se escuchó un golpe seco.
Los chicos brincaron del horror.
El ruido venía de la puerta de entrada de la horrorosa cabaña.
Nota de Autor: Buenas noches, espero que les guste este cuento. Cada día de por medio iré actualizando la historia en la plataforma. Todo depende de si ustedes me ayudan comentando que quieren que la siga, apoyándome con un like, y siendo lectores leales. Amo el terror, amo escribir, y quiero crear una comunidad de fans que adoran el terror en todos sus aspectos.
¡Nos leemos pronto y gracias por su apoyo!
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