En su ensayo "El caballo de Ezra Pound", Erik Bullot analiza la película One Week (1920) de Buster Keaton a través de una perspectiva novedosa y que me pareció muy interesante para entender el lenguaje incipiente del cine, antes de que la mayoría de la academia tipificase y describiera el lenguaje del cine. Bullot, vincula al cine con el ideograma, obviamente hoy entendemos que también es un lenguaje y que este puede ser poético. Pero particularmente deteniéndose en el ideograma, la aproximación de Bullot se enmarca en una reflexión sobre la naturaleza misma del cine, y básicamente lo plantea como una forma de escritura visual que por su particularidad todo sucede de manera simultánea, que desafía las estructuras narrativas convencionales y abre nuevas posibilidades expresivas.
Desde una óptica de la teoría clásica que vino después, el cine de Hollywood se sustentó en un relato lineal, con un conflicto claro, un protagonista y un antagonista definidos, y una progresión causal que guía al espectador a través de la historia. David Bordwell, en su análisis sobre la narrativa clásica de Hollywood, sostiene que este estilo se caracteriza por presentar individuos psicológicamente definidos que buscan resolver un problema claramente identificado o alcanzar objetivos específicos. Durante este proceso, el personaje enfrenta conflictos con otros o con circunstancias externas. La estructura narrativa típica incluye una situación inicial estable, una perturbación que altera ese equilibrio, la lucha por superar dicha perturbación y, finalmente, la resolución que restablece el orden. Además, Bordwell señala que la narrativa clásica de Hollywood se basa en una cadena de causa y efecto, donde los personajes actúan como agentes causales motivados psicológicamente. Las acciones y eventos en la trama no ocurren al azar, sino que están interconectados de manera lógica y coherente, guiando al espectador a través de una progresión lineal y comprensible de la historia. Sin embargo, Keaton subvierte esta lógica al plantear una narración basada en la casualidad más que en la causalidad. La historia de "One Week", que sigue a una pareja de recién casados intentando construir su hogar con un kit prefabricado que ha sido saboteado, despliega una serie de eventos que parecen suceder sin una motivación clara, dejando que el azar y la mecánica del slapstick estructuren la progresión del relato.
Un ejemplo claro de esta inversión narrativa se encuentra en la escena donde Keaton corta un retazo de alfombra sin que se entienda inmediatamente su propósito. En una estructura narrativa clásica, el acto de cortar la alfombra estaría motivado explícitamente dentro de la lógica causal del relato, con una razón inmediata y clara. Sin embargo, en "One Week", este gesto parece arbitrario hasta que más adelante descubrimos su función dentro del gag: la alfombra ha sido cortada con precisión para ajustarse a la caótica disposición de la casa, revelando que la aparente casualidad del momento tenía, en realidad, una finalidad cómica y estructural. Este tipo de construcción subraya cómo Keaton juega con la percepción del espectador, retrasando la resolución de la acción para generar sorpresa y reforzar el impacto humorístico.
Bullot vincula esta inversión narrativa con las ideas de Ezra Pound sobre la escritura china como medio poético. Pound argumentaba que la escritura ideogramática permitía condensar múltiples significados en una sola imagen, evitando la linealidad del lenguaje occidental. De manera similar, Keaton utiliza la simultaneidad visual y la composición del encuadre para expresar ideas complejas sin necesidad de recurrir al montaje explicativo o al diálogo. Cada gag en "One Week" no solo genera risa, sino que también condensa información narrativa y emocional en un solo golpe de vista. Para Bullot, esta cualidad del cine de Keaton lo acerca a una forma de escritura verbo-visual, donde la imagen no solo representa, sino que también actúa como signo y acción simultáneamente. Esta concepción se distancia del cine clásico posterior, que sistematizó el montaje como un proceso de continuidad temporal y espacial, priorizando la claridad expositiva. En contraste, "One Week" y el cine de Keaton en general exploran el cine como un lenguaje autónomo, donde el gesto y la composición son suficientes para construir significado.
Uno de los aspectos clave en la lectura de Bullot es la emoción en el cine de Keaton. El autor identifica tres niveles de emoción en "One Week": la risa, la catástrofe y el deslumbramiento. La risa surge del slapstick, de la mecánica de los cuerpos en movimiento y del absurdo de las situaciones. La catástrofe aparece como una constante, dado que la película se estructura en torno a la destrucción progresiva de la casa y la lucha infructuosa de los personajes por mantener el control. Finalmente, el deslumbramiento proviene del ingenio visual y la precisión con la que Keaton orquesta los acontecimientos, convirtiendo el desastre en una coreografía matemática. Esta triple dimensión emocional resuena con la teoría estética de Diderot sobre la relación entre el espectador y la obra de arte. En su "Carta sobre los sordos y los mudos", Diderot argumenta que la emoción en el arte no es una experiencia unitaria, sino una interacción entre diferentes niveles de percepción y respuesta. Keaton, al igual que Pound en la poesía, juega con esta multiplicidad al proponer un cine donde la emoción no es unívoca, sino que oscila entre la sorpresa y la confirmación de una intuición previa. No se trata solo de ver un cuerpo cayendo, sino de anticipar esa caída y disfrutar el momento en que finalmente ocurre.
El cine de Keaton, entonces, puede entenderse como un sistema ideogramático donde la imagen no es meramente ilustrativa, sino que funciona de manera autónoma para transmitir significados múltiples y simultáneos. Bullot enfatiza que el gesto cinematográfico en Keaton no es secuencial, como en el cine narrativo convencional, sino que se construye a través de la simultaneidad. Cada plano en One Week es un microcosmos de información visual que condensa el gag, la emoción y la lógica del mundo físico en un solo momento. Esta idea de simultaneidad conecta también con la noción de cine como lenguaje universal.
Al igual que el ideograma, el gesto en Keaton trasciende todas las barreras lingüísticas y culturales, permitiendo que el espectador acceda directamente al significado sin necesidad de mediaciones del lenguaje verbal. Esto refuerza la idea del cine como un medio autónomo de expresión, cuya esencia no radica en la narración lineal, sino en la capacidad de construir significado a través de la imagen en movimiento.
En conclusión, Bullot propone en "El caballo de Ezra Pound" una relectura de "One Week" desde una perspectiva que combina teoría cinematográfica, lingüística y poesía visual. Su análisis resalta cómo Keaton subvierte la estructura causal del cine clásico, explorando una lógica basada en la casualidad y en la simultaneidad del gesto. Además, la película se inscribe dentro de una tradición ideogramática donde la imagen funciona como un signo cargado de múltiples niveles de significado. A través de la risa, la catástrofe y el deslumbramiento, Keaton no solo construye un cine innovador en términos formales, sino que también redefine la relación entre el espectador y la emoción cinematográfica. En última instancia, "One Week" no es solo una comedia, sino una demostración de cómo el cine puede ser una forma de escritura visual que desafía las convenciones narrativas y abre nuevas posibilidades expresivas.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.