CONTIENE SPOILERS
El cine no es solo algo que se observa y se oye; también es algo que se interpreta. Desde que comenzó, el arte de la película ha empleado un lenguaje visual oculto para expresar lo que los dialogos no dicen, convirtiendo elementos comunes en portadores de secretos, presagios y advertencias. Igual que un artista oculta significados en las capas de una pintura, los cineastas colocan símbolos que crecen en la mente del público mucho tiempo después de que terminen los créditos.
En la trilogía de Francis Ford Coppola, una fruta que parece inofensiva, la naranja, se convierte en un símbolo de muerte, un indicativo visual de que en el universo de los Corleone, incluso lo más brillante oculta sombras. Este símbolo no es fortuito, ni un accidente: es un recurso narrativo tan intencionado como el propio guion. Coppola, junto con el director de arte Dean Tavoularis, eligió las naranjas no solo por su tonalidad, sino por su significado profundo. En Sicilia, la tierra natal de los Corleone, las naranjas son signos de abundancia, pero también de traición (durante la Edad Media, se ofrecían envenenadas a los adversarios). En las escrituras, el fruto prohibido del jardín del Edén ha sido tradicionalmente visto como una manzana; sin embargo, en algunas costumbres italianas, se considera una naranja: un aspecto que Coppola utiliza para construir una metáfora sobre el poder que corrompe.
De esta manera, cada vez que una naranja aparece en la pantalla—ya sea rodando por la calle después de un disparo, reluciendo en un tazon junto a una cama de hospital, o cayendo de la mano gélida de un Michael Corleone que se encuentra en sus últimos momentos—, el espectador percibe, aunque no lo entienda completamente, que un cambio irreversible está a punto de suceder. Es un arte sublime: aprovechar lo cotidiano para anticipar lo excepcional.

Las naranjas como presagios de muerte
La elección de Francis Ford Coppola y del diseñador de producción Dean Tavoularis de usar naranjas como un símbolo de muerte en El Padrino fue intencionada y no simplemente por una cuestión de diseño. Fue un elemento de narración visual pensado con gran precisión, una manera de relacionar de manera sutil las tragedias de la familia Corleone con un lenguaje encriptado.
El color naranja se relaciona con la energía, el calor del Mediterráneo y la riqueza. Sin embargo, en las manos de Coppola, se transforma en una trampa para la vista. En un mundo lleno de trajes oscuros, oficinas con persianas bajadas y noches lluviosas, el brillo de las naranjas resalta como una llama en la oscuridad. Las naranjas, por su mezcla de dulzura y acidez, eran ideales: un símbolo de vidas que se descomponen lentamente, así como el poder de los Corleone. Aquí algunos ejemplos:
El atentado contra Vito (1972)
El instante en que Vito Corleone compra naranjas en una vía de Nueva York es una de las escenas más analizadas en la historia del cine. Coppola presenta al Don en una actividad común, que es eligiendo frutas, para hacerlo más humano, pero la elección de las naranjas tiene un propósito. Cuando se escuchan los disparos, las naranjas se deslizan por el asfalto, pareciendo gotas de sangre seca, con su cáscara brillante agrietándose bajo los rayos del sol. La disposición visual es intencionada: el color naranja contrasta con el gris del suelo y el negro de los atuendos de los guardaespaldas, formando una imagen casi surrealista.

La última broma de Vito (1972)
La imagen del jardín, donde Vito se divierte con su nieto, muestra un instante que parece lleno de dulzura, pero oculta una dura ironía. Brando inventó el gesto de morder la piel de la naranja para crear "dientes de monstruo", un juego que Coppola decidió dejar, al ver su fuerte significado simbólico. La piel, ahora convertida en una máscara extraña, transforma a Vito en una figura casi legendaria: el anciano que, después de una vida de violencia, se convierte en un fantasma que asusta a su propio nieto.

Cuando Vito se derrumba, la cáscara cae al suelo como un vestigio de carnaval, simbolizando que incluso la muerte puede ser una ilusión.

La caída de Michael (Partes II y III)
En El Padrino II, las naranjas aparecen nuevamente en momentos clave de la caída de Michael. Durante la traición de Fredo, un plato con naranjas está en el centro de la mesa en la habitación de hotel en Cuba.

En El Padrino III, el simbolismo alcanza un máximo poético. Michael, ya viejo y vencido, muere solo en Sicilia. Una naranja se cae de su mano sin vida y rueda por las escaleras de piedra, alejándose de él como si fuera la vida misma.

Un Legado Visual Inesperado
Lo que inició como un elemento de diseño se convirtió en un idioma visual global en el cine. Las naranjas en El Padrino muestran cómo los aspectos que parecen insignificantes pueden tener un significado más profundo, siendo un personaje mudo, un narrador oculto que dirige al público hacia lo oscuro. Como escribió el crítico Roger Ebert: "Coppola nos enseña que hasta en una fruta puede latir el corazón de una tragedia". Y en ese pulso, el cine logra su mayor fuerza: transformar lo cotidiano en algo eterno.
Bibliografía
The Godfather Legacy (Documental, 2012)
The Godfather Notebook (Libro, 2016)
The Annotated Godfather (libro, 2007)
The Godfather: The Official Motion Picture Archives (Libro, 2012)
Collider.com (Imagenes)
Darthmaz314.com (imagenes)
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