Hay dos tipos de personajes que me representan: mujeres que no buscan el príncipe azul y los que odian los cubículos de las oficinas. El problema es que para quienes crecimos en los 90, no querer ser esposa y ejecutiva era estar en contravía de los valores de las ficciones audiovisuales más populares (ver mi artículo de febrero).
Esos personajes con los que me identifico son los que no sólo tienen en contra los valores y aspiraciones contemporáneas, sino que evidencian desventajas de clase y/o de género.
Austen y Mujercitas
A Jane Austen como personaje de autoficción especialmente en ‘Orgullo y prejuicio’, que ha tenido decenas de versiones cinematográficas y televisivas (la más reciente de 2005), no le interesa casarse a toda costa o comprometerse con el mejor partido. Y Austen en la vida real (‘Becoming Jane’, 2007) nunca tuvo esposo.
Como debían escoger entre escribir o casarse, la que lo tenía más claro era Louisa May Alcott, autora de Mujercitas. En la última versión, la de Greta Gerwig (2019), Jo, hace énfasis en su interés en que la relación social más importante no sea la del amor de pareja y por eso rechaza al galán, con quién tiene una clara atracción. Austen y Alcott eran mujeres del siglo XIX, de familias educadas, aunque no ricas. Y Alcott se asemeja a otra escritora del siglo XIX, Emily Brontë.
Oficio: profesora
Brontë, la reconocida escritora de ‘Cumbres borrascosas’ tenía acceso a conocimiento más liberal que el de su época, como se cuenta en ‘Emily’ (2022). Así mismo, la biografía de la escritora neozelandesa Janet Frame, realizada por Jane Campion, ‘An angel at my table ‘(1990), muestra a una mujer con intereses académicos, que en esa época implicaban como única opción de empleo, el de la docencia. El problema es que ni Brontë ni Frame tenían las aptitudes sociales para enseñar, ni las ganas. Esto las llevó a tener vidas trágicas. Frame fue incluso diagnosticada erróneamente con esquizofrenia.

Y aunque hoy tenemos más alternativas de empleo y de educación, aún hay desventajas para las mujeres en el ámbito laboral. Por ejemplo, las mujeres casadas y con hijos tienen doble jornada laboral, incluyendo la de los cuidados que no es remunerada. Y para quienes vivimos en economías apenas en desarrollo, las condiciones laborales son aún precarias. El entorno es de alienación y poco tiempo para la creatividad.
Proletarios desesperados
El camino del éxito profesional es confuso, sobre todo después de crecer en los 90, sin haber podido ver a Kurt Cobain pasar de los 27 años. Haber superado los 27 hace que los personajes en los que me reflejo sean los que se resisten a seguir el camino de Sísifo, incluso resignándose a perder.
Por eso recuerdo con frecuencia a los hermanos Fisher de ‘Six feet under’ (2001-2005). Nate, el mayor, vive en Seattle, la ciudad de las bandas grunge o alternativas de los 90. Por eso (alerta de spoiler), en la última temporada cuando muere, uno de los recuerdos que tiene de él su hermana menor, Clare, es el de verlo llorar cuando murió Cobain. Nate elegía sus parejas y trabajos, sin seguir las convenciones, e incluso en alguna de sus búsquedas finales, tratando de encontrar una vida con más tranquilidad espiritual, se interesa por el estilo de oración de la iglesia cuáquera.

Mientras tanto Clare que empieza la serie siendo adolescente, debe aceptar sus errores y derrotas. No es recibida en la facultad de artes a la que se postula, se consigue un trabajo de oficina que le aburre y se enamora de un republicano que apoya la guerra en Irak. Esto no es usual en un personaje protagónico, porque en las coming of age o películas de adolescentes, hasta los menos brillantes pasan en la universidad que sueñan. En cambio Clare ni siquiera tiene claras sus opciones. Hoy Clare tendría mi edad y tengo la que tenía Nate en la serie.
Sísifo en las oficinas
Clare Fisher para distraerse en la oficina se disociaba mientras jugaba con la grapadora. Y como ella otros personajes en el cine y las series, vienen cuestionando, como se va ahora con ‘Severance’, el trabajo alienante. Ya no tanto el de la fábrica, que para Estados Unidos quedó en el pasado.
Uno de los trabajos independiente más interesantes, aunque poco populares a pesar de que contó con Jennifer Aniston, fue ‘Office space guy” de 1999. El protagonista detesta tanto su trabajo que hace lo posible para sabotearlo y al final demuestra que hasta un oficio no calificado y posiblemente peor pagado es mejor para él, que estar encerrado en un cubículo.
Hay también películas con historias de aburridos oficinistas que toman decisiones extremas como la francesa ‘El empleo del tiempo’ (2001) o la argentina ‘Los delincuentes’ (2023). Nunca he tomado una decisión extrema o ilegal como las de ‘Office space guy’ o ‘Los delincuentes’, pero entre más pasa el tiempo, en vez de madurar y aceptar el destino de Sísifo, espero una pronta jubilación o ganarme cada mes los concursos de Peliplat.



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