TRUE DETECTIVE: TEMPORADA UNO – CAPÍTULO I (DE II)

El lugar que nos piensa

Cuando regresé a mi ciudad natal, las noches comenzaron a pesar distinto. Como si alguien, o algo, me recordara que volvería a ver, bajo capa tras capa de la duración, el mismo corazón sonrosado de la noche. Caer en que nunca hubo un sentido de pertenecer. Si de pertenencia, así; sin poder representar la duración del espacio dentro del tiempo, donde nos obliga cualquier traducción en términos y objetos de creencia que la suprimen.

¿Recordaba aquellas vigilias solitarias, observando la medianera, la colindante, la siguiente... y el árbol?

Cada madrugada que salía a caminar, preguntándome cómo era posible que este lugar inhóspito para lo que yo era o creía ser.

¿Esperaba el impacto del tiempo desde su rostro revelador, desde el demonio certero; la matemática que demuestra su cara más oscura cuando se revela como una entidad que no es solamente lógica?

En mi ingenuidad, pensaba que solo las grandes ciudades, esas réplicas monstruosas de otras aún más descomunales, podían esconder el misterio, la podredumbre, lo innombrable.

Pero uno aprende. Aprende a leer la economía subterránea, los crímenes ocultos a plena luz de la misma aurora nocturna en nuestro pacto mancomunado, sellado y lacrado en silencio sórdido, el silencio de otra ciudad que pide a gritos ser escuchada... pero tampoco quiere ser interrumpida.

Siento como la ciudad se agrieta; detrás, su respiración, como un suspiro. Me deja ingresar en ella. Es solamente otro espacio.

Pero los espacios no son fondo, son personajes. Hablan, aunque callen en sus gestas mudas, operarias, nocturnas, de las historias torcidas; no soy una escenografía; ¡Soy un testimonio de un testigo cómplice!

Es lo único que puede llegar a ser inteligible. ¡Soy una tumba, un muladar de desechos subterráneos de cuerpos, crimen y secretos!

Y en esa podredumbre compartida, apolítica, sobre todo, en la visión de la destrucción de la pirámide invertida de Maslow. ¿Acaso no estoy redactando esto con mis bordonas políticas? ¿Quién puede escapar de un estado federado que solamente fue reconocido en su terrorismo involuntario volitivo de estar frente a una deuda pública que es un acto asertivamente peor que una figura bajo el modus operandi del serial killer en modus operandi? ¿O en la firma de mi puñalada?

¿Cualquiera puede ser un detective? En el plano económico, de tener un enorme falo que sirve para el acto de saber hablar con la gente, según Marty…

Soy el cuaderno de Rusth, que debería haber sido incinerado.

Una intuición que comienza a mirar por mí, desde mí, pero sin mí.

Una figura que no respira, pero se nutre del silencio en su viscosidad; se arrastra por el barro de lo innombrable, como si supiera que la verdad solo se revela a quien habite en la oscuridad de la certeza de la verdad, de la naturaleza inexistente. De la naturaleza humana como una farsa de unos del homo sapiens habitando una caverna gélida en pleno holoceno y perdiendo...

Los mismos patrones existen, pero existe una intimidad, una cuestión que excluye todo actuar de noche, como el demogorgón que ya no asusta a la persona de los 80 recreados sin sentido en un RPG inexistente, sin saber de lo que uno está hablando. Ni siquiera yo mismo en estos momentos…

Pero existen privilegios hasta en Angola, hablemos de lo que es alguien que debería ser fusilado. Tomemos una semblanza del nacimiento de los campos de reconcentración; no de Rustler, Cale; no, ni siquiera Brussler, o el doctor Thomas Bond y Jack el destripador.

Hablemos del comandante Weyler, un momento…

Weyler, el puritano y sentimental, que prefería a los animales a cualquier pobre diablo que se conciba humano.

Tranquilos, esto no es una entrada en Mant Hausen o la guerra de Bóer; es el comienzo de esto…

El comandante Weyler llegó a costear personalmente unas caballerizas en Madrid para salvar del matadero a los caballos viejos.

Había sido agregado militar en Washington durante la guerra civil americana y admiraba las feroces tácticas del general Sherman, quien en 1864 había arrasado una larga franja de Georgia dejando tras de sí un rastro de casas quemadas, campos devastados, líneas férreas levantadas y civiles desesperados. Pero… Weyler planeaba algo similar para Cuba.

Al llegar el 11 de febrero a La Habana, encontró al ejército mambí a las puertas de la ciudad…

«El día después de mi llegada —le dijo a Cánovas— impidieron la entrada de leche».

¿No coincide con estas estúpidas tipologías de la violencia?
— Buscar víctimas solitarias y físicamente controlables.
— Actuar en zonas rodeadas de parques o descampados.
— Atacar por detrás, pedir a las víctimas que no le miren a la cara.
— Pedirles el DNI y que apaguen el móvil.

…Bien, creo que esa es la mierda que me producirá carcinoma; ¿O solo escucharán mis historias?…

El ojo avizor que no duerme… El elemento terrible de la existencia… Sin moralejas..

Rust Cohle emerge como una criatura desde el fango, un monstruo de la laguna con una única pretensión —la palabra como acto—, que se desvanece como una dimensión suspendida. Inalterada. A la espera del eterno retorno… del mismo horror. Hasta que algo lo quiebra: lo sucedido.

Ahí nace el doble fondo: la imagen partida, el cadáver hinchado de símbolos bajo un altar improvisado a Samedi. Todo es rito, todo es tránsito. Entre lo humano inexorable y lo divino inalcanzable; entre lo que nos imponen como verdad y lo que no pertenece a este mundo.

No somos otra cosa que materia enfrentada al tiempo. La igualdad moral nos obliga a pertenecer. Lo que se alcanza —si acaso se alcanza algo— está más allá de todo límite.

Rust Cohle lo sabe. No huye de la opresión; la abraza y la interioriza. Y al mismo tiempo, es víctima: carne para ser despedazada bajo la conciencia provisional de lo cotidiano. Una relación que muta con los días.

Porque él también es eso: criatura de lo cotidiano, cambiante e insuficiente. Sabe que nunca será lo que “debería” ser. Es sombra de sombra, intentando elevarse, ser algo o ser nadie, o quizás solo... rozar esa dimensión que siempre se escapa.

LAUTARO NAHUEL DOMINGUEZ 18/4/2025

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