"Las ventajas de ser invisible": un viaje al inconsciente de la adolescencia. 

Las ventajas de ser invisible, dirigida por Stephen Chbosky —autor también de la novela en la que se basa, es mucho más que una película de adolescentes. Es un retrato sensible y profundamente simbólico de los procesos inconscientes que atraviesan el dolor, el crecimiento, la identidad y el recuerdo. Desde una lectura psicoanalítica, podríamos decir que esta obra se transforma en un testimonio cinematográfico del sujeto herido, del trauma latente, y del poder sanador de la palabra.

Charlie, el protagonista, aparece inicialmente como una figura casi transparente. No interviene, no se hace notar, simplemente observa. Este comportamiento evoca inmediatamente la noción de represión freudiana: la mente que, para protegerse del dolor, disocia y silencia. Charlie carga con una historia que desconoce conscientemente, pero que lo habita desde las sombras. El espectador atento reconoce pronto que hay algo no dicho, algo encapsulado en lo más profundo del inconsciente. Su retraimiento, sus crisis de ansiedad, sus vacíos de memoria… todo apunta a una experiencia traumática reprimida.

El universo que lo rodea, por otra parte, parece moverse en contraste: Sam y Patrick, los nuevos amigos que lo integran a su mundo, viven abiertamente sus emociones, aunque también arrastran sus propias heridas. Aquí entra en juego el concepto de transferencia: los vínculos que Charlie establece no son inocentes, sino que funcionan como espejos y catalizadores de sus propias emociones no resueltas. Sam representa, a la vez, un objeto de deseo y una figura que despierta en él la necesidad de cuidado y protección. Patrick, con su energía y vulnerabilidad, actúa como puente hacia la aceptación y el sentido de pertenencia.

A lo largo del filme, se desarrollan escenas que bien podrían interpretarse como momentos de análisis: espacios donde la palabra comienza a brotar, donde el inconsciente deja de susurrar y empieza a hablar. La catarsis final no es meramente narrativa, sino simbólica: cuando Charlie recuerda, cuando permite que el dolor salga a la superficie, rompe el ciclo de silencio en el que estaba encerrado. Lo reprimido retorna, y con ello, se abre la posibilidad de curación. Tal como planteaba Freud, solo cuando se hace consciente lo inconsciente puede comenzar el proceso de liberación.

Desde una perspectiva lacaniana, la película también puede leerse como el tránsito del protagonista desde lo imaginario hacia lo simbólico. Al inicio, Charlie está atrapado en imágenes fragmentadas, sin lenguaje para nombrar su experiencia. Al final, gracias a la amistad, el amor y la escritura, logra insertar su historia dentro de una estructura simbólica que le da sentido y lo reubica en el mundo.

La escena del túnel, quizá la más icónica del filme, es una metáfora de este renacimiento: sumergido en la noche, con el viento en el rostro y la música como compañía, Charlie por fin siente que es parte de algo. “En ese momento, juro que éramos infinitos”. Esa frase, lejos de ser solo poética, marca el instante en que el yo se expande, se reconcilia consigo mismo y con el mundo.

Las ventajas de ser invisible es una película que nos recuerda que todos, en algún momento, hemos sido invisibles. Pero también nos enseña que al hablar, al compartir, al amar, podemos volver a existir.

LIGHT

Ilumina y aumenta su visibilidad — ¡sé el primero!

Comentarios 37
Tendencias
Novedades
comments

¡Comparte lo que piensas!

Sé la primera persona en comenzar una conversación.