Si por esas casualidades del destino (y de los festivales de cine) alguien se preguntó este año en los pasillos del Bafici si el cine está perdido, pues justamente en la muestra internacional que se desarrolló en Buenos Aires durante el mes de abril pudo verse que no. La fundamentación de semejante apuesta por el futuro se debe, en parte, al realizador chino Zhang-ke Jia, que vino al festival porteño a ofrecer su corazón. O, mejor, el corazón de su obra patentada en el primer cuarto del siglo XXI.

¿Contar la historia de los últimos 25 años de China en una película construida a partir de fragmentos de tres largometrajes realizados entre 2001 y 2022? Claro que sí. Zhang-ke Jia reunió partes y outtakes de Ren xiao yao (“Unknown Pleasures”, 2002), San xia hao ren (“Still Life”, 2006) y Tian zhu ding (“A Touch of Sin”, 2013) para elaborar las bases de su reciente producción, que a su vez se nutrió de otras obras propias como Shan he gu ren (“Mountains May Depart”, 2015) y Jiang hu er nü (“Ash Is Purest White”, 2018) aunque en menor medida. Y también, para más datos, a tomas nuevas para la ocasión.
Pero vayamos al punto: el director asiático recorre en su film de 2024 Feng liu yi dai (“Caught by the Tides” su título internacional, en castellano “Atrapada en las mareas”) lo sucedido en China en términos de desarrollo durante los años de este siglo en los que despegó al punto de estar hoy compitiendo con Estados Unidos por el podio de las potencias mundiales. El recelo explicitado en las últimas semanas por Donald Trump en relación a China puede entenderse, en parte, con el visionado del film.
Y hay una clave para el recorrido de esta obra nacida del reciclaje, que no es otra que la actriz Tao Zhao, artista fetiche del director y protagonista de las tres películas que son la base de la obra que deslumbró en el festival de Buenos Aires.

Estamos ante una historia de amor, poderosa por su continuidad a través del tiempo, por ello también cargada de señas de realización que recuerdan a Boyhood (2014), el notable trabajo de Richard Linklater realizado a lo largo de décadas de rodaje con el mismo elenco. En el caso del film chino se trata de una titánica labor de edición y guion con material preexistente, que puede resultar más complejo aún que hacerlo con producción nueva y original.
Unknown Pleasures es la primera de las películas de Zhang-ke que aparecen en escena. A Zhao Tao la vemos en su esplendor juvenil, con peinado a lo Mia Wallace, pero cambiando aquel escenario de Los Ángeles por las calles de la ciudad de Datong. Esta parada ubicada al oeste de Beijing era, al momento del rodaje, un lugar en el que el carbón era la única fuente de riquezas. Por allí transitaba la protagonista de aquel y este film para recalar en un club nocturno sin destino.
Entre los inserts de esta parte del cuento se encuentran tomas realizadas a la salida de una fábrica, con encuadres que parecen recreaciones de obras del plástico argentino Antonio Berni. Sin embargo, el link más directo es a los años del fílmico mudo y en blanco y negro de los Lumière, más precisamente a La Sortie de l'usine Lumière à Lyon ("La salida de los obreros de la fábrica Lumière", 1895).
El amor aparece y lo reestructura todo, incluso más allá del engañoso perfume del sufrir por un otro. En contexto, una ciudad decadente que sin embargo, con el paso de los años, logró salir de las minas para resurgir a su manera y desde la conexión con lo idílico (la ciencia del futuro, la cultura como base de un porvenir). Y algo así le sucede a Qiao Qiao/Zhao Tao en su derrotero laboral-sentimental.
Pasan cuatro años desde el amargo inicio de la ópera autorreferencial que elabora Zhang-ke Jia hasta que nuestra anti-heroína levanta vuelo y lo hace en otra zona, en este caso en la región que acoge a la presa de las Tres Gargantas, en pleno proceso de crecimiento. Para 2006, cuando se estrenó Still Life (“Naturaleza muerta”), China empezaba a despegar como potencia económica imparable. Todavía no le corría palmo a palmo a la nación kapanga de América del Norte pero los desplazamientos de población y las revoluciones varias (tecnológica, industrial, productiva) ya tomaban forma y color.
Que en la última parte del relato un robot, que opera como empleado de atención al cliente, cite a la Madre Teresa de Calcuta y a Mark Twain funciona como flashback retro-irónico lanzado desde 2025 a los años anteriores a la IA, en los que fueron filmados los momentos del cierre de la historia. La narrativa desembarca en este punto con fragmentos de A Touch of Sin (2013) y también con tomas realizadas en 2022 especialmente para este trabajo de coraildad en 35mm. Los vertiginosos cambios que experimentó China en la última década están en primer plano y también, sobre todo, en los planos generales de los pasajes protagonizados por una ya madura Tao Zhao.

El fin del itinerario está sembrado de buenas ideas de dirección y montaje que resumen los cambios que también se produjeron a ritmo de hipertensión en el universo del audiovisual. En ese escenario, que corta de forma radical con lo que Occidente conocía sobre China hasta ese momento, el film desarrolla en su tramo final situaciones que parecen haber nacido para reforzar la idea original de Zhang-ke: que no solo se trata de contar el mundo desde la propia aldea, sino, de manera más quirúrgica aún, contar la aldea desde la propia obra. Y contar la obra desde si misma, también.
Consejos para una experiencia completa
En tiempos en que lo que importa es el grado de inmersión que pueda llegar a tener una incursión al cine, bien vale apuntar los elementos a tener en cuenta para conseguir una experiencia completa en relación al visionado de Feng liu yi dai.
Los pasos son simples: ver en continuado los tres films que operan como matriz: Unknown Pleasures, Still Life y A Touch of Sin. Luego sumar los que funcionaron como bonus track de la composición de la mezcla: Mountains May Depart y Ash Is Purest White.
Recomendación de amigo: buscar los títulos en inglés junto al nombre del director a la hora del rastreo online.

Más data sobre el director
Zhang-ke Jia es guionista, productor y director. Estudió en la Academia de Cine de Pekín (China) y es considerado uno de los cineastas más influyentes de las últimas décadas de los surgidos de Asia.
Su película Zhantai (“Platform”, 2000) fue la primera ganadora en el rubro Mejor Película del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), en el año 2000. Otras películas que participaron de la muestra indie por excelencia de la Argentina fueron Wuyong (“Useless”, 2007) y el cortometraje The Hedonists (2016).
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