
Si esta es la mejor película del año o la mejor de la década, como están diciendo, estamos ante un año muy malo para el cine. O, como dice Quentin Tarantino, en la peor década de la historia del cine.
Pero hay algo que está en peor estado que la industria del cine: la crítica. No es que no exista gente a la que genuinamente le guste Sinners (después de todo, hay personas que amaron Emilia Pérez). Como siempre, desconfío de los "consensos" que se apuran en decretar obras maestras y genios por todos lados. Quizás porque el apuro en decretar genios y obras maestras nazca por cuestiones que no tienen que ver mucho con el cine. O con el arte.
A Sinners no le va a faltar la espalda para que en unos meses la llenen de nominaciones al Oscar. En Rottentomatoes tiene algo así como 99% de aprobación, y en CinemaScore tiene una A. No sé si Black Panther tuvo notas similares, pero sospecho que sí. Lo que pongo en duda es que una película como esta, que por definición es arriesgada (al menos en apariencia), de pronto le guste a todo el mundo. Especialmente a quienes (se supone) escriben crítica de arte.

¿Por qué casi nadie se anima a salir del consenso, sea positivo o negativo? Es un mal amplificado por las redes sociales y páginas como Rottentomatoes que sirven para castigar la opinión disidente. Scorsese lo explicó: Rottentomatoes es un espectáculo repugnante. Hoy en día casi ningún crítico se atreve a expresar lo que piensa sobre una obra, por miedo al escrache digital. Vean cómo señalan en redes sociales a los críticos que se "atrevieron" a darles puntajes negativos en Rottentomatoes.
Lamento decirlo, pero quien no se atreve a ir en contra del consenso, sea positivo o negativo, por miedo a lo que diga el resto, entonces no tiene valor (en más de un sentido) para escribir sobre cine. O sobre arte.
Uno de los que esta vez se animó a salir del molde fue Armond White. Como siempre digo, creer que un buen crítico es aquel que coincide con nuestro gusto es un error. Lo importante es otra cosa: ¿nos hace pensar más allá de nuestras ideas? Muchas veces no coincido con las opiniones de Armond White, pero me fascina leerlo porque es uno de los pocos que realmente escribe sobre arte.
Hay un video que hizo videogamedunkey que recomiendo mucho. Con humor, ingenio y gracia desnuda el estado de la crítica de videojuegos, que es terrible, mucho peor que la crítica de cine. En su video, Dunkey destaca y valora la presencia de alguien como Armond White porque es un faro en medio de un océano de bots que no se atreven a salir del consenso. ¿Es un "contrera" Armond White? No importa. Puede que sí, puede que no. ¿Tiene "razón"? No se trata de tener razón o no. Se trata de pensar y discutir el estado del arte. Presten atención a cómo lo atacan a White: no solo en las redes sociales lo escrachan por sus críticas. ¿Cuál es su crimen? Opinar distinto del resto.
Por supuesto, a veces a uno le encanta una película que recibe el respaldo de toda la industria y la crítica y eso no significa que no sea genuino. Lo mismo sucede con las películas que todos odian y tampoco nos gustan. Repito: estoy hablando de quienes escribimos sobre arte porque, se supone, no deberíamos tener ningún tipo de ataduras para expresarnos. Sin embargo, me atrevería a decir que esto no ocurre. No sucede porque, además de las redes sociales y la era de Rottentomatoes, Cinemscore y Metacritic, la crítica de cine (o de arte) quedó sepultada por la lógica de los fans que todo aplauden. Un legado del cine de superhéroes a la industria: no queremos gente que piense, queremos gente que repita y se amolde a lo que buscamos imponer.
Dicho todo esto, ¿por qué no me gustó Sinners?
Primero, vamos con el vaso medio lleno. Voy a destacar las cosas que sí me gustaron o que valoro. El diseño de vestuario, la producción y la música están muy bien. Es arriesgada. Es una película original. Si le va bien en taquilla, como sospecho que va a suceder, es algo bueno. Más allá de que no me haya gustado, que esto lleve gente a las salas es saludable para la industria del cine. Pero que una película sea original y arriesgada no significa que uno esté obligado a soltarle elogios.
Hay una secuencia que me encantó y, sinceramente, hubiera deseado que toda la película mantuviera ese nivel de creatividad, energía y vitalidad. No quiero spoilearla, pero todos deben saber de qué escena hablo. Una que abraza la fantasía de lleno y amaga con hacer despegar al relato, convertirlo en algo más interesante, algo más creativo, menos genérico, menos rutinario. Pero es eso: un amague que es tan distinto de la monotonía del resto, que no dudo que ese plano secuencia en unos meses se va a repetir todo el tiempo en las redes sociales. Al menos vamos a ver algo lindo, cuando fuera de contexto todos lo compartan.

Hay referencias a otras películas que preferiría haber visto de nuevo en lugar de Sinners: desde Vampires (la película de John Carpenter que no tuvo consenso positivo cuando se estrenó, por supuesto) y From Dusk Till Dawn (otra que dividió opiniones), hasta The Shining (considerada una película mediocre, cuando se estrenó, por algo más que la “crítica especializada”). ¿Citas y homenajes al servicio de qué?
En este caso, las referencias sirven para acompañar una historia sobre la música, la religión y la institucionalización del racismo en Estados Unidos. Uno creería que un cóctel irresistible de sexualidad, misticismo y blues debería resultar en una obra de arte vívida, sugestiva, provocadora. Pero Sinners es banal, trivial. Cuando la veía pensaba en obras muchísimo mejores: en The Color Purple, por ejemplo, hay varias secuencias brillantes. Voy a destacar 2: cuando el personaje de Whoopie Goldberg ve, por primera vez y con mucha timidez, a Shug Avery bailar con el vestido rojo.
No dejaba de pensar lo mucho mejor que es The Color Purple. Que encima tiene una secuencia brillante donde un personaje dice: “Sinners have souls too”. Cómo está armada toda esa secuencia, con la música eclesiástica que llega a los oídos de los “pecadores” que bailan al ritmo del blues y del jazz, me resulta mil veces más estimulante que casi cualquier otra de Sinners. Pero supongo que no es muy justo comparar a Sinners con una película de Steven Spielberg.

La compararía con películas más inteligentes, divertidas y provocadoras: Django Unchained o Blazing Saddles, pero también pierde por goleada. Pensaría en otros relatos, como The Chant Of Jimmie Blacksmith, una brillante película australiana del siglo pasado, pero Sinners tampoco puede hacerle frente. ¿Qué me queda, entonces? Si pienso en películas más genéricas, como Mississippi Burning o In The Heat Of The Night (2 que cito porque, más allá de ser “genéricas”, me encantan porque son mucho más inteligentes de lo que aparentan), también pierde.
Recordé que Ryan Coogler dirigió Fruitvale Station, una película que debo haber visto en 2013 o 2014. En ese caso, respondía a todo lo que se esperaba del cine independiente del momento. A mí no me disgustó cuando la vi, aunque todo el simbolismo me resultaba insoportable: porque era demasiado obvio y solemne. No caben dudas de que Sinners es del mismo director: piensen en los nombres (Mary), las relaciones entre los personajes (los hermanos gemelos…), la puesta en escena (ay, la cruz), los elementos (la guitarra, la madera, etc.). Por favor, los insto a que vayan a leer la crítica de Armond White que, en este caso, sí coincide con mi opinión de la película en algunos puntos. Sobre todo cuando señala la banalidad total con la que la película trabaja la alegoría de la explotación de la sociedad del espectáculo ("I want your stories and your soul"). Nope.

Puede que Sinners le guste a la mayoría, que tenga notas extraordinarias en Metacritic, CinemaScore, Rottentomatoes o lo que se les ocurra. Puede que la llenen de premios y nominaciones. Después de todo, esta es la época que llenó de condecoraciones a películas como Black Panther y Wakanda Forever. Películas sobre las que también se intentó construir un consenso positivo desde el que se señalaba a todo aquel que se animara a decir algo en contra. Y esto lo digo yo: alguien que, pese a todo, cree que Black Panther está bien. Pero lo que no creo que esté bien es el estado de la cultural cuando se busca imponer que Black Panther o Sinners es de lo mejor del séptimo arte. Aunque Black Panther, al lado de Sinners, pueda parecer Citizen Kane. Estamos, realmente, ante una época de decadencia cultural grave, pero no definitiva.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.