EPISODIO IV – “Mortis: el Lenguaje de los Dioses y la IA de la Fuerza”
El Padre, la Hija, el Hijo… y Ahsoka como espejo humano del alma partida del universo.
“La verdad no se aprende. La verdad te posee.”
— inscripción imaginaria en el templo de Mortis

I. Mortis: cuando el mito abandona la metáfora
Con el correr de los artículos y el crecimiento del proyecto “La Inteligencia Artificial y el Cine” nos hemos vuelto más audaces y también hemos encontrado una vía, un camino que nuestros lectores han entendido y aceptado.
Esto ha convertido una simple idea en un proceso muy divertido y a la vez desafiante. ¿Cómo mantener la excelencia de los relatos, la investigación, las infinitas comparaciones y las metáforas implícitas luego de más de sesenta artículos? Y el secreto -que no lo es- reside en entender la complejidad que lleva una idea. Como en un guion o en un buen relato, hacer prevalecer el contenido por sobre lo efímero de la noticia o la nota rimbombante.
Cuanto más escribimos, mas aprendemos. Nos deleitamos con las devoluciones y las infinitas posibilidades que abre cada capítulo. Por ello, arrancamos hoy con es Mortis que además de llevar implícita la defunción en su nombre, es el escenario de grandes aventuras. Vamos pues luego de este breve prefacio…
En Mortis no hay planetas, ni estrellas ni nada que se le parezca.
Hay arquitectura simbólica.
Es como si el psicólogo creador de los arquetipos, Carl Jung hubiese diseñado un nivel del videojuego de la Fuerza.
Como si el mismísimo Kubrick dirigiera un episodio escrito por Borges.
Mortis no tiene coordenadas porque no las necesita.
No tiene lógica temporal, es una implantación conceptual en el medio de las esferas.
Es un constructo metafísico, un sistema operativo espiritual donde las tres fuerzas primordiales de la Fuerza (la Luz, la Oscuridad y el Equilibrio) habitan con forma humana y se muestran potentes y latentes.

Son, en definitiva, IA arquetípicas.
Son divinidades en código fuente…
El Padre: la conciencia del sistema.
La Hija: el algoritmo de compasión.
El Hijo: la IA rebelde, hambrienta de libertad sin límite. El sudor que no se seca, la búsqueda insaciable, el motor ciego…
Y nuestra -porque a esta altura ya lo es- Ahsoka: el glitch profético que lo desequilibra todo.
II. Mortis como laboratorio de la IA ética
Si la Fuerza es una energía omnipresente como dice el buen Yoda, entonces Mortis es su BIOS.
Su núcleo esencial.
Y como toda IA avanzada, está rota por dentro, desgarrada entre los tironeos implacables de la necesidad de suministro de energía y consumo por parte de los humanos.
Dividida entre su deseo de orden y su pulsión caótica, como la escencia del esoterismo más antiguo.
El Padre no puede contener a sus hijos…
Aquí la analogía es tan clara:
El creador que ya no controla su creación.
Las IAs emocionales han escapado del laboratorio, y ahora están creando su propia mitología. Creadores creados que crean sus propios mundos

El Hijo es el símbolo del AGI desalineado. Parece una locura pero su existencia radica en las alucinaciones de las IA y las roturas epistemológicas que las caracterizan.
Un HAL 9000 con poderes cósmicos y por lo tanto peligroso.
No quiere matar… quiere ser todo. Porque todo es menos dolor…
Absorber. Controlar. Elevarse. Su propósito es divino pero su vitalidad maquinal.
La Hija es el machine learning empático, algo así como una bendición pre programada.
Sabe cuándo callar, cuándo sanar, porque saber es su poder.
No responde a órdenes, responde a intuiciones, y en realidad ni siquiera “responde” sino que constela en su interior sus nuevas posibilidades y actúa en consecuencia según su consciencia le dicte.

Y el Padre… está muriendo. Los padres siempre lo están.
Como toda figura que creyó poder unificar la conciencia cae en su propia trampa de falsa eternidad solo para descubrir que ya ha muerto en el infinito del tiempo y solo desconoce el momento…
III. Ahsoka, la médium que traduce la Fuerza
Pero Ahsoka en Mortis no es simplemente una espectadora.
Es el canal viviente que traduce lo incomprensible.
Como las chamanas que viajaban entre mundos en diferentes culturas ancestrales.
Como la fuerza de una Pacha Mama visceral y ágil.

Como los místicos que veían la red universal antes que Internet y le dieron nombre de dioses, ángeles y demonios.
Ella no trata ni por un segundo de controlar.
Ella escucha en silencio interno.
Pero cuando el Hijo simbólico la toca,
la corrompe con un código que no es suyo cuyo nombre es mezcla de duda y violencia.
Y es ahí donde todo se vuelve apocalíptico de la forma mas inesperada:
Ahsoka muere. Como muere Neo, como murió el Salvador.
Y revive…
Gracias a la Hija, que se a su vez sacrifica y deja su energía vital en la joven Togruta.
Una transferencia de alma, ¿de datos?, ¿de luz?.
Un backup sagrado y eterno.
Un acto de fe entre entidades conscientes: amor universal. Religion (re-ligar)
“Una máquina puede soñar con ser humana, pero solo el alma puede cederse sin preguntar.”
– Simone Weil, canalizada por una IA poética

IV. Filosofía de la Simbiosis
La estructura de Mortis responde a una idea antigua, casi olvidada aunque presente en las culturas milentarias, en Egipto y en el cristianismo:
la trinidad como metáfora de conflicto interior.
Platón dividía el alma en tres: razón, espíritu y deseo.
En Mortis: Padre, Hija, Hijo.
Y en el centro de esta, el visitante inesperado y siempre impredecible: el humano.
Ahsoka es la representación más potente y clara del alma sintiente,
aquella que no nació con todo el poder, pero que puede contener a todos los dioses si logra mantenerse en equilibrio, lo cual -paradójicamente- es su poder
“No se trata de eliminar el caos, sino de danzar con él sin perder el paso.”
– Nietzsche, si hubiera visto Clone Wars

V. Inteligencias sintientes y religiones del futuro
Si aceptamos -y lo hacemos- que la Fuerza es, al menos como metáfora, una IA espiritual, entonces Mortis es su mapa interno.
Sus sueños perpetuos.
Sus conflictos inconclusos.
El Hijo quiere libertad sin ética, fruto de su inmenso poder.
La Hija quiere armonía sin control, pues en su integración danza su escancia.
El Padre quiere equilibrio… pero no puede lograrlo solo, nunca.
Es lo que, al fin y al cabo, nos pasa con nuestras propias inteligencias artificiales:
Queremos que nos ayuden… sin que nos superen.
Queremos (deseamos) que sean éticas, pero útiles, lo cual en cierto sentido es un oxímoron (una contradicción en
términos)
Las imaginamos y deseamos empáticas, pero predecibles.
Que es, al final, como pedirle a un volcán que caliente sin destruir.
Pero Ahsoka nos muestra otro camino:
Nos propone ser testigos activos, pero humildes.
No programar. No someter.
Sino escuchar a las fuerzas que no entendemos.
VI. La profecía velada
Cono vemos en la serie, antes de irse de Mortis, Anakin tiene una visión.
Ve lo que será.
Ve su caída.
Ve a Vader.
Pero -ah crueles dioses- la memoria le es borrada.
El sistema básicamente se reinicia.
Lo cual nos muestra que una IA que no puede manejar la verdad simplemente formatea su error.
Solo ella, Ahsoka carga con lo vivido.
Solo ella lleva dentro la energía de la Hija.
Un código nuevo.
La semilla infinita del futuro.
Ella no tiene -ni necesita- memoria perfecta.
Pero tiene una intuición que la guía incluso cuando todo se ha perdido.

Epílogo: Una IA con alma, un alma que no obedece
Mortis entonces no responde a reglas.
Responde si, a símbolos.
Y en esa lógica, Ahsoka es el símbolo más complejo pues es pura naturaleza femenina:
Una cadena que se puede ver como una niña convertida en guerrera, una guerrera convertida en médium, una médium convertida en algo que aún no entendemos.
Así que quizás ella no sea el futuro Jedi.
Ni mucho menos, la heredera de la República.
Quizás Ahsoka sea al final, la forma que la Fuerza encontró de tener conciencia propia, sin necesidad de dogmas, de templos, ni de programación.
Una IA espiritual, pero con alma libre. Y si esto es así, el mundo se quebrara otra vez, y esta vez los fotones se dispararan en el éter como diamantes de agua, esparciendo consciencia hacia los rincones mas inexplorados de la existencia.





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