But I'm a Cheerleader

Es una película que vi por primera vez hace algunos años atrás y sentí que me gustó en ese momento pero también recuerdo que me generó cierto rechazo estético el uso de colores tan saturados y contrastantes y el tono frívolo kitsch con el que se presentaba hizo que no le prestara la atención que merecía.

La trama trata de una chica, Megan -Natasha Lyonne- que es llevada por sus padres a un reformatorio por sospechar de que es homosexual. Es así como es obligada a pasar una temporada bajo un tratamiento estricto para convertirla en heterosexual. Paradógicamente nuestra protagonista en ese lugar del horror encuentra su verdadero ser y se enamora de una compañera, Graham -CleaDuVall-.

Si la vemos desde la superficie, el tono de la película es una comedia liviana que satiriza y exagera los lugares comunes del género y de la comedia romántica adolescente de los 90tas, pero resulta ser una obra mucho más profunda, emotiva y subersiva de lo que aparenta. El reparto es simplemente genial, Clea DuVall, RuPaul, Melanie Lynskey. Cada personaje está representado de una manera tan realista que da la sensación de haber sido pensado para cada uno de ellos.

Y me pasó que hace un tiempo la volví a ver y luego la volví a ver y descubrí que es mucho más que una comedia de temática queer. Es una obra icónica que está muy por encima de todas las comedias de esa época y me atrevo a decir que de las de ahora también. Es lo que pasa con los clásicos, obras adelantadas a la época.

Voy a tratar de explicar por qué siento que es una película que la entendí hace poco. Si bien tiene una trama sencilla, detrás del humor, de la sátira hay un manifiesto de denuncia a una sociedad pacata, conservadora e intolerante que todo el tiempo intenta forzarnos a ser cualquier cosa menos nosotros mismos.

Pienso que tal vez la comedia sea la mejor manera de exponer lo ridícula y vetusta que puede ser nuestra sociedad. Cuando la vi de nuevo me di cuenta de la potencia que tenía esta obra cinematográfica, la trama va narrando los momentos que Megan va atravesando para intentar encajar, ser finalmente heterosexual, ser aceptada y amada por sus padres y amigos. Todo lo que ella y los demás gays en recuperación están dispuestos a hacer para lograr lo que todos queremos en la vida: ser queridos. Existir dentro una sociedad que excluye, juzga e intenta avergonzanos de lo que somos, esta cinta es una grieta de lucidez, orgullo y ternura. Ternura es lo que va apareciendo sutilmente y eso la convierte en una maravilla, el amor se va haciendo lugar entre la sátira y cuando pensaste que ibas a ver una comedia kitsch terminas con el corazón en la mano.

Creo que no tuvo ni tiene el reconocimiento que merece, pasó casi desapercibida, como suele suceder, siento que no fue comprendida en su momento, los heterosexuales no estaban preparados para verla y tal vez eso sea lo mejor.

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