Mis amigos los monstruos y Barney

Cuando era pequeña quería enormes muñecas que siempre veía en la vitrina, pero termine enamorándome de una cosa que estaba de moda era Barney, su música y todo él era púrpura, parecía un dinosaurio sin forma, pero eso no me importaba, era Barney y punto. Una noche después de ser regañada y me acostaron a dormir vi cuando cobro vida y empezamos a jugar toda la noche, todo era vivo, los juegos, las conversaciones, hasta que las risas despertaron a mi mamá y vino a mi cuarto a ver cómo estaba yo y me encontró sentada con Barney y los demás muñecos a mi alrededor, me volvió a acostar y al despertar quise que Barney me hablara y juguemos, pero él ya no era el mismo, lo agite bien, y no se movió. Después a las semanas ví películas de mi amigo es un mounstro. No pasó mucho tiempo donde veía monstruos visitar mi casa y querer entrar, pero no les temía, no eran mounstro peligrosos yo lo ví en la televisión y me visitaban ahora. Hasta que un día, uno entro y nuestra conversación fue larga, entre juegos y carreras dentro del cuarto, pero el mounstro era grande y estaba tumbando todo y mi cuarto quedó hecho un desastre, me acusaron del reguero, me castigaron de nuevo y mientras más me castigaban más mounstro amistosos me salían. Hasta que un día se lo conté a mi mamá, mientras ella cosia una camisa de mi hermano mayor que tenía que ir al colegio y me dijo que los mounstro no existe y eso era mi imaginación. Que no tuviera miedo porque yo los creaba, yo le dije que no les temia y el asunto quedó ahí. Mi mamá todas las noches oía lo mismo, risas, voces y como yo corría de un lado al otro. Mi mamá se lo contó a una vecina y ella le dijo que eran espíritus malos, que me llevará a la iglesia. Así fuimos a la iglesia y allá el sacerdote después de hechar en mi cabeza el agua bendita que quedaba en la pila bautismal que había preparado horas antes para un bebé, que ya había sido bautizado, me dice que ore para que esos seres se vayan y no vuelvan más, me preguntó si sabía orar le dije que no y el me enseñó en ese corto momento y claro con mi memoria infantil de corto plazo regrese a mi casa y solo supe decir Padre Nuestro. Me metieron miedo y mis amigos imaginarios no volvieron y cada ruido que yo oía a fuera me hacía correr emocionada para ver si ellos venían a visitarme. Los espere por las noches, por el día por donde yo los veía entrar, moví a Barney para que cobrará vida, lo tiré y recogí y volví a tirar. Me puse a llorar me hicieron un daño grande, mis amigos eran divertidos, no como mi aburrido hermano que solo jugaba con carros, pelotas, cohetes y otras cosas aburridas. Los mounstro imaginarios míos, no volvieron a visitarme. Ahora de adulta pienso igual como cuando era una pequeña niña, nunca debí haberle contado nada a mi mamá, se perdió la magia, pero veo que hay muchas personas que necesitan psicólogos para deshacerse de un algo que ls molesta, en cambio lo mío se fue sin psicólogo sin nada. Los amigos imaginarios si existen depende de cómo los cree tu mente, la imagen se las da uno. Los míos eran hermosos monstruos y Barney mi dinosaurio púrpura, que aún conservo en la repisa desgastado, mi abuelo me lo regaló con todo su amor. Lo vi entrando con algo y lo escondía detrás de su espalda, con una sonrisa hacia mí y cuando se acercó y yo grite abuelito, abuelito y le di un besito en la mejilla, él me lo entregó y cuando lo destape, era Barney; “el juguete de moda" que tanto quería yo. Los recuerdos más hermosos que tengo de mi abuelo, Barney y los monstruos amigos míos.

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