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Lilo & Stitch
(2025): ¿Era necesario un remake live-action? Una mirada a la nueva versión del clásico de Disney
En 2002, Disney nos regaló una de sus historias más queridas y singulares: Lilo & Stitch. Ambientada en la exuberante Hawái, la película destacaba por su mezcla de ciencia ficción y drama familiar, y por un mensaje simple pero poderoso: “‘Ohana’ significa familia. Familia significa que nadie se queda atrás o se olvida.” En 2025, más de dos décadas después, Disney decidió traer esta historia de vuelta en formato live-action. ¿El resultado? Un filme visualmente encantador, pero con algunas decisiones creativas que han generado división entre los fans.
Volver al origen: la historia que no envejece
La base de la historia se mantiene: Lilo es una niña hawaiana huérfana, criada por su hermana mayor Nani, en un entorno marcado por el duelo, la pobreza y la esperanza. Cuando Lilo adopta a Stitch, un experimento genético escapado de un laboratorio alienígena, todo cambia. Lo que comienza como una amistad improbable se convierte en un vínculo profundo que redefine el concepto de familia.
El live-action, dirigido por Dean Fleischer Camp (Marcel the Shell with Shoes On), respeta ese corazón emocional. La joven actriz Maia Kealoha brilla como Lilo, aportando autenticidad y carisma. Su química con Stitch —recreado con CGI y nuevamente con la voz de Chris Sanders, cocreador del personaje— es el alma de la película.
🎥 Cambios que suman… y otros que restan
Como en todo remake, hay ajustes. Algunos personajes han desaparecido (como el Capitán Gantu), otros han cambiado de rol (como el Dr. Jumba, más villano esta vez), y se agregan nuevos como Tutu, una figura materna que apoya a Lilo mientras Nani persigue una beca para estudiar biología marina en California. Este cambio ha sido criticado por algunos fans, ya que aleja a Nani de su papel central como hermana-sacrificio.
Además, el nuevo final ha generado controversia por su representación cultural. Mientras que el filme intenta resaltar más aspectos de la identidad hawaiana —como rituales ancestrales y prácticas espirituales—, algunos sectores del público nativo sienten que estas representaciones son superficiales o mal contextualizadas.
Visualmente tropical, emocionalmente irregular
El diseño de producción es uno de los puntos fuertes. La recreación de Hawái es vibrante, con colores cálidos, palmeras que se mecen y un aire de verano perpetuo. Stitch, con su mezcla de ternura y caos, se ve muy bien adaptado al entorno realista. Sin embargo, algunos efectos especiales —especialmente en las escenas de acción alienígena— resultan poco pulidos en comparación con otros estrenos recientes de Disney.
A nivel emocional, el remake a veces pierde el ritmo. Donde la versión animada era contenida y conmovedora, esta nueva entrega apuesta por el drama más evidente. Algunas escenas claves, como la despedida de Stitch, se sienten más sobreactuadas que auténticas. Quizá en su intento por modernizar, la película sacrifica parte de su sutileza original.
Éxito comercial, recepción dividida
En taquilla, la película ha sido un éxito: más de 600 millones de dólares en todo el mundo la convierten en una de las más rentables del año. Pero la crítica está dividida. Algunos aplauden el intento de dar visibilidad a culturas insulares poco representadas, mientras que otros creen que Disney sigue recurriendo a fórmulas recicladas sin una verdadera renovación creativa.
¿Valió la pena?
El nuevo Lilo & Stitch no destruye el legado del original, pero tampoco lo supera. Es una versión técnicamente correcta, emocionalmente competente, pero carente de la chispa irrepetible que convirtió a la animación de 2002 en un clásico de culto. Para las nuevas generaciones, es una puerta de entrada. Para quienes crecieron con la original, un recordatorio nostálgico —aunque no perfecto— de lo que significa pertenecer.
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